Desde ayer tengo visita. Mis padres han llegado a Holanda y hay que ejercer de guía. Hoy hemos visitado el famoso mercado de quesos de Alkmaar, que sólo se celebra los viernes de abril a octubre. Los artesanos queseros de la zona, vestidos con su indumentaria tradicional, llevan a la balanza municipal grandes tablas con quesos que se subastan al aire libre en la plaza mayor de la ciudad. La estampa es típicamente turística y la localidad se llena de puestos en los que puedes comprar todo tipo de variedades de queso. Todo muy pintoresco, lo veréis en las fotos.
Por el momento se están adaptando bien, pero hacen sus travesuras. Yo voy con ellos al supermercado porque el idioma no es lo suyo y les digo dónde están los productos. Pero claro, por las tardes yo trabajo y ellos quedan solos. ¿Y qué pasa cuando quedan solos? Que ESCAPAN y se lanzan a la aventura. Se han ido al supermercado a comprar cositas para sus comidas y hoy quisieron comprar harina. Estuvieron preguntando a los empleados con gestos y al final no la compraron porque no les entendieron. Voy a pedirles las cintas de video de las cámaras de seguridad del supermercado porque seguro que fue la anécdota del día.
Para movernos mejor he alquilado un coche. Yo pedí un Opel Astra y va y me dan un BMW que es como el coche fantástico. Tiene consumo ecológico (o como se llame) y cuando llegas a un semáforo en rojo se apaga para ahorrar. La primera vez me volvía loco para encenderlo, pero ahora ya le cogí el truco. Lleva GPS incorporado y matrícula alemana (??), espero que podamos aprovecharlo bien estos días. Eso sí, siempre atento a las bicicletas, que en este país es el vehículo estrella, como bien sabréis.
Estos días estaré más descansado porque mamá no puede dejar de cocinar y fregar, por mucho que yo me empeñe en que no lo haga. Pero todavía quedará la experiencia de comer fuera, de ver Amsterdam y sus lugares prohibidos, de pasear y disfrutar de estas tierras cada vez más bajas, bajas, bajas...
Besos a todos
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