sábado, 13 de abril de 2019

DISCIPLINA POSITIVA

Si una persona lleva casi 28 años metida en las aulas, obtiene una madurez profesional que la experiencia le ha ido dando en el trato con el alumnado junto con aquello  que supuestamente estudió en su carrera universitaria para dedicarse a la docencia. Bien es verdad el dicho de que la experiencia es un grado y que no se sabe bien cómo es un trabajo hasta que ponemos todo el empeño en hacerlo bien. Muchas veces he comentado en este blog que soy maestro por vocación, que desde pequeñito lo tuve claro y que en absoluto me arrepiento. Y compadezco a aquellos y aquellas que están en un colegio o instituto por obligación. Mi hija me comenta que tiene una profesora en el instituto que "es una amargada" y que no disfruta con lo que hace. Puede ser que pase una mala racha, pero lo que sí está claro es que si no te gusta ponerte al frente de una clase, deberían indicarte la puerta de salida, no solo por el bien del alumnado sino por el tuyo propio.

A pesar de esos casi 28 años, siempre he tenido ganas de aprender y de actualizarme. Tengo un estilo en mis clases que tanto alumnos como familias agradecen (también lo he narrado aquí), me considero exigente con los contenidos pero también flexible y lo cierto es que hace poco tiempo descubrí algo que venía haciendo en mis clases yo creo que desde que empecé a dar clase en Ciñera de Gordón o incluso antes, en alguna clase particular que daba a algún chaval para sacarme unas pesetas.

Este curso mi centro solicitó, por mediación de la directora, una formación en Disciplina Positiva. Así que un buen puñado de compañeras y los dos compañeros que somos en el claustro acordamos hacer un curso de formación del profesorado por la red de formación de la Consellería de Educación. A principios de enero tuvimos tres charlas impartidas por una profesional certificada en esta temática,  Mónica, una compañera de un colegio de un pueblo cercano a Coruña. Cuál sería mi sorpresa que a medida que se desarrollaba la charla mi frase resumen acabó siendo "por fin le pongo nombre a lo que venía haciendo en clase desde hace años". Me enteré que mis técnicas y mi manera de pensar se basaban en una forma de entender la relación profesor-alumnos que se llama DISCIPLINA POSITIVA y que ya había sido formulada hace casi un siglo por el psicólogo Alfred Adler y desarrollada posteriormente sobre todo en Estados Unidos. Tal fue el impacto que le pedí a la compañera cómo se podía profundizar en el tema y me dijo que en poco más de un mes la Positive Discipline Association haría un taller intensivo de certificación oficial en A Coruña. Me mandó la información y, a pesar del alto coste económico por solo dos días (385 €), lo hice. Y no voy a decir que mi vida cambió, sino que realmente encontré aún más mi hueco. Pero también conocí a personas maravillosas que buscábamos otra manera de hacer las cosas y el grupo que salió de aquellos 16 y 17 de marzo ya forman parte de mi vida, sobre todo por la conexión que hubo durante las horas de aprendizaje, vivencias y emociones. Solo puedo dar las GRACIAS a todas ellas (¡¡y a él, solo éramos dos chicos!!). Aquí me veis en plena explicación "águila" (ya os contaré un poco quién es camaleón, tortuga, león o águila)



Disciplina Positiva se basa en varios aspectos. El fundamental es en el trato con RESPETO al alumnado, sin humillarlo ni despreciarlo, mirándole de tú a tú pero siendo siempre el adulto el líder, el que dirige esa relación, lógicamente. Elimina el castigo que tanto gusta a los seguidores del conductismo y que impregna todavía muchas aulas de nuestros centros (nunca fui amigo de ellos y mucho menos de los temidos "partes"). Y hay una frase demoledora de una de sus teóricos que es:

¿A QUIÉN SE LE OCURRIÓ LA BRILLANTE IDEA DE QUE PARA QUE UN NIÑO HAGA ALGO BIEN PRIMERO TIENE QUE SENTIRSE MAL? (JANE NELSEN)

El comportamiento visible de un niño es solo la punta del ICEBERG y hay que tratar e intentar llegar a lo que está por debajo del nivel del "agua", porque es lo que generalmente condiciona no solo su comportamiento sino también su aprendizaje. Por medio de dinámicas grupales fuimos conociendo más aspectos fáciles de aplicar en el aula y que yo ahora ya he adoptado para siempre. Educar con FIRMEZA y CARIÑO es algo que ya venía haciendo desde hace tiempo, bien es verdad que alguna vez pude considerarme "blandito" y cedí ante determinados lloros o caras tristes, pero bueno, ahora también aprendí a no ceder sin dejar de ser cariñoso.

A raíz del curso de certificación que hice, pertenezco a una oleada de docentes que estamos oficialmente certificados para impartir charlas y formación a otros maestros de Disciplina Positiva. Lo cierto es que es un mundo, para mí por ahora llevadero, pero sé que seguiré leyendo y mejorando en la aplicación de estas técnicas con las cuales siempre me sentí feliz en mis clases y sobre todo, hice sentir bien a mis alumnos y alumnas y a sus familias. Y fijaos, no hay nada que no esté inventado. Alfred Adler puso las bases allá por los años 20 del siglo pasado, pero luego la II Guerra Mundial lo llevó a Estados Unidos (imaginaos la situación: era judío en Austria) y allí, gracias a sus seguidores como Rudolf Dreykurs o la citada Jane Nelsen, hoy tenemos una red que como bien decía la entrenadora que vino a impartir la certificación, "de raritos" que hacemos las cosas de otra manera.

Así que ya sabéis. Aquí me tenéis para informaros de cómo aplicar Disciplina Positiva no solo en el aula, sino también en casa y, por supuesto, en la vida. Es un cambio de paradigma y, aunque donde más me cuesta es en casa, intentaré seguir en la brecha hasta que llegue la hora de jubilarme, pero mientras mucho ALIENTO y mucho error, porque los ERRORES son las mejores oportunidades para aprender ;)