miércoles, 17 de julio de 2019

MALTRATO

Ayer oí el relato de una mujer maltratada. Una mujer cercana a mí. Tomando un café y contándome su calvario durante muchos, muchos años. Una mujer con la que tuve siempre mucho trato, con sus hijos y con su marido, el maltratador. No quiero dar muchos datos porque el peligro sigue estando ahí. Ahora vive sin él, desde hace poco tiempo, pero siempre alerta, que no vea su coche cerca de su nuevo domicilio, que no se cruce con él en una calle, a la puerta de un supermercado, cuando va a sacar dinero de un cajero.

Lloré. Lloramos. Nos abrazamos. Y en todas las situaciones que viví con ella, con ellos, jamás hubo el más mínimo indicio de maltrato. Ni marcas de golpes, ni rostros tristes, absolutamente nada. Pero la situación se reproducía cada x tiempo. Sus hijos también sufrieron maltrato, incluso con lesiones que jamás se denunciaron. Ella tampoco nunca denunció. Acabó huyendo.

No importa la edad, no importa el lugar, no importa la clase social. Existen, silenciosos. Y lo terrible es que probablemente tú, y tú, y tú, estés tratando diariamente con maltratadores y no lo sepas. Hombres que son capaces de aparentar una vida completamente feliz y ser unos verdaderos psicópatas. Imaginad que sois una pareja con hijos, los lleváis al colegio todos los días, los recogéis, conocéis a otros papás y mamás, a los compañeros de tus hijos, os juntáis en cumpleaños, incluso hacéis amistad más fuerte con algunos de ellos porque sois de edades similares o incluso trabajáis en el mismo sector, todos vivís en el barrio, compartís momentos por las actividades extraescolares de los niños e incluso llegáis a organizar una cena en casa un sábado, sois aficionados al mismo deporte o a una serie... Pues bien, ese con el que tan bien te llevas, es un maltratador. Y cuando te enteras te quedas con una cara de idiota que te hace cuestionar dónde has estado, qué has vivido, cómo es posible que hayas compartido con él sentimientos, vivencias y emociones que a lo mejor solo sabe él.

¿Y ella? Pues delante de vosotros totalmente cordial, simpática, abierta, colaboradora... pero en su intimidad vive prácticamente en el infierno, preocupada porque un día, sin más, se levante del sofá, le ponga las manos al cuello, empiece a insultarla llamándole PUTA, TÚ NO SIRVES PARA NADA, golpee a sus hijos, denigre a su familia política, etcétera, etcétera. Un proceso de anulación como persona que empezó ya probablemente siendo novios y que a pequeñas dosis vas integrando en tu modo de vida hasta que un buen día o eres noticia en los telediarios porque te ha matado o no lo eres y huyes, apoyada por tu familia, por tus hijos si ya son mayores, por tu entorno íntimo si realmente te cree lo que estás contando o te lo inventas por algún motivo. No, no es invención, es TERROR.

Y ahora que sé lo que pasó durante años y aunque ella sea la víctima total y doy gracias porque está viva aún, siento que todos nosotros también fuimos víctimas y cómplices. Víctimas porque el maltratador nos ha hecho creer en él, formaba parte de nuestro entorno como ella, y porque nos sentimos heridos por su constante mentira; cómplices al mismo tiempo porque no supimos detectar, si es que podíamos entreverlo, el más mínimo indicio de que esto estaba sucediendo. Y fueron años, muchos años.

Ayer ella llorando me dijo que "ahora soy libre y puedo vivir, tengo que vivir". Económicamente la situación no le favorece mucho, pero es capaz de tomar sus propias decisiones, de compartir sus emociones y de gestionar sus vivencias. Y yo aún estoy con un nudo en el estómago porque la quiero mucho y oirla me rompió. Cuando veo en los medios de comunicación a determinados políticos o personajes decir que todo esto es una "invención de las feministas y de la ideología de género", aumenta mi furia, que hay que contener porque sino acabaríamos convirtiendo el día a día en una lucha constante contra estos gurús que jamás han escuchado un relato como el de ayer.

Así que nuestro deber como seres que vivimos en sociedad es estar alerta, educar, concienciar, apoyar e integrar en nuestro sistema de valores la lucha contra la violencia machista. Que sí, que están ahí, silenciadas pero maltratadas. Y tenemos que acabar con esto, como sea. Y a ellos... no sé qué solución habría que darles. No sé si se pueden rehabilitar o no. Sinceramente, creo que si son realmente conscientes de lo que hacen, acabarían suicidándose porque han actuado como monstruos, como animales primitivos, reptilianos, no como seres humanos racionales. Mientras, NI UNA MÁS, por favor, luchemos por evitarlo.



lunes, 8 de julio de 2019

VERANO ESPAÑOL

Decir verano en Galicia un 8 de julio es estar muchos años aún esperando por él. Tuvimos una semana bochornosa de calor en junio y después las temperaturas bajaron considerablemente teniendo incluso nieve en las montañas y a día de hoy se cuentan con los dedos de una mano las jornadas que han venido verdaderamente de playa.

No ocurre así en el resto de España, donde una ola de calor que puso los termómetros al límite (algunos lugares llegaron a 47º) hizo que sus habitantes envidiaran estar en esas fechas en Galicia. Sin embargo, decir verano en España es decir sol, playa, terraceo, chiringuito y desde hace pocos años también decir "balconing" en Magalluf, uno de los municipios mallorquines que desea por una parte que lleguen los turistas porque dejan dinero y por otra no, porque solo dan problemas. Y cuando hablo de problemas hablo incluso de muertes por esta práctica que vino importada probablemente de esos países que tanto anhelamos por su civismo como son Suecia, Holanda, Dinamarca, etc., pero que luego resulta que sus ciudadanos son tan marulos que acaban muriendo haciendo esta actividad que seguro en su país no hacen.

Hoy me levanto con la noticia de un joven sueco de 24 años muerto porque se cae desde un quinto piso en Mallorca. Me da igual si estaba haciendo "balconing" o no, el caso es que viene a España a hacer lo que en su país no le dejan. Y no es el único. MILES de jóvenes (y no tan jóvenes) de todos esos países, incluyendo a los "formalitos" del Brexit, los gentlemen británicos, también, protagonizando escenas más propias de seres tipo Neanderthal o Cromagnon que humanos con un sentido cívico. ¡Ah! Y no, no vienen musulmanes a alterar el orden, como pueden pensar algunos, vienen estos, voy a decirlo, subnormales a poner en jaque a las Fuerzas de Seguridad españolas, a los servicios de emergencia, a los vecinos, al resto de turistas para, en muchos casos, volver a su país en una hermosa caja de pino, y seguramente echando la culpa a algún factor de nuestro sector turístico como la seguridad del balcón, o de la piscina, o de la discoteca o de lo que sea. 

Sinceramente, me indigna soportar a esta gente. Y curiosamente no he visto a nadie llamar a estos energúmenos "CHUSMA" como les llaman a otros que llegan en los bajos de un camión o en una patera a nuestras costas y no precisamente para hacer turismo. Estos días ha vuelto a reaparecer otro caso de cromañones como los de Pamplona, de lo que hablé largo y tendido aquí, juzgando a 6 hombres que violaron a una menor de 14 años en Manresa (Barcelona). He llegado a ver comentarios en las redes sociales diciendo que se ocultaba la repercusión de este caso porque los hombres eran inmigrantes y la menor también y que a "la izquierda" no le interesaba porque les protegía... En fin.

Total, que entre unas cosas y otras uno añora aquellos veranos en los que pasabas horas en la calle, que ibas a cualquier playa sin mirar el tiempo, que dormías en cualquier cama con tus primos hacinados, que nos juntábamos 20 para comer y cenar, que no nos echaban crema (craso error) y las quemaduras del sol las curábamos con leche fría sobre la piel (verídico). Hace ahora 40 años fui por primera vez a Mallorca, era 1979 y la primera vez que volaba, incluso que viajaba fuera de mi región. Mi padre tuvo vacaciones por primera vez y allá nos fuimos, a Manacor, con mis tíos, mis primos, los primos de mis primos... cada día a una cala, sentados en el maletero de un coche en sentido inverso a la marcha sin ninguna protección (recuerdo que era un Simca 1200), de Manacor a Porto Cristo, a S'illot, a Cala Domingos, a la Costa de los Pinos... y éramos felices. Hoy parece que si no vas a las Maldivas a hacer buceo entre peces payaso o al Nepal para beber té con leche de yak, no has viajado. Yo, aunque hago algún viaje así que luego os cuento paso a paso, echo de menos que mis hijos no tengan la oportunidad de vivir esos veranos donde andábamos, literalmente, "a monte". No nos poníamos enfermos, nos cortábamos y poníamos una tirita, comíamos veinte mil helados y polos, la ensaladilla no llevaba un proceso de frío como está ahora establecido... En fin, parece que hablo de la Prehistoria.

Pues nada, que espero que vuestro verano sea positivo y sobre todo relajante, pero sobre todo lleno de vivencias (no experiencias) que os hagan recordarlo dentro de otros 40 años si seguimos aquí. Los que vienen a hacer "balconing" como única vivencia después de su anodino año entre nieves y frío allá por el Báltico, pues me parece que son candidatos a vivir en los próximos años una depresión y otras consecuencias peores porque tienen una vida y mentalidad preocupante, eso, por supuesto, si ya no han vuelto en una caja de pino como dije antes después de empotrarse contra el suelo de un hotel de Mallorca porque calcularon mal la distancia desde el balcón de su apartamento a la piscina. Ojalá no ocurra mucho este año y que se viva un veraneo tranquilito en cualquier lugar de España.