lunes, 19 de agosto de 2019

RUMANÍA, 2ª PARTE

Rumanía es un país de contrastes. No hay términos medios. O ves a gente con un nivel adquisitivo inmenso o ves gente muy pobre. Eso sí, todos muy amables. Leyendo un poco te enteras que las fronteras actuales fueron, como en la mayoría de los países europeos, un toma y daca después de guerras y tratados que dividieron pueblos y culturas o mezclaron otros. Y ahí tenemos el germen de muchos problemas.

Si hablásemos a grandes rasgos de las tres regiones históricas de Rumanía tendríamos que citar tres nombres: Valaquia, Transilvania y Moldavia. ¿Y de dónde son los que se consideran "rumanos de toda la vida"? Pues complicado definirlo porque sabiendo que el rumano es un idioma de origen latino que surgió en la Dacia romana, este territorio hoy está enclavado en 6 países. Lo que llama mucho la atención es que, por algunas localidades que pasábamos, los carteles que anunciaban el nombre de las mismas estaban en tres idiomas: rumano, húngaro y alemán. Lo cierto es que la minoría húngara llega en algunas localidades al 50% de la población y en todo el país la media es del 20%, pero son rechazados por los rumanos "de pura cepa", para entendernos, porque son los de clase social más baja y de etnia más oscura, vaya, los que aquí llamamos "gitanos rumanos" que en realidad son húngaros, los "gipsies".

En nuestro tour continuamos hacia la ciudad de Sighisoara y por la carretera veíamos muchos individuos de esta cultura. Lo cierto es que conservan su estilo de vida y donde más lo acusábamos nosotros era en su modo de conducir. Mejor no comentar mucho porque aparte de tener unos coches de cilindrada importante y muy tuneados, eran un peligro en las carreteras: velocidades de vértigo, adelantamientos por la derecha, parados en medio de una carretera nacional para comprar, descansar o lo que les apeteciese... De todos los viajes que hice sin dudarlo este fue donde peor lo pasé conduciendo, pero por suerte no tuvimos ningún percance. Pero vamos al relato turístico y cultural que es lo que más os gusta, por lo que me decís por otras redes sociales.

Sighisoara es Patrimonio de la Humanidad. Destacar su Torre del Reloj y su ciudadela, a la que podemos acceder por una escalera cerrada por una construcción de madera que data del s. XVII. La subida a la torre es el atractivo principal, junto con un hecho que también tiene que ver con el sanguinario Vlad Tepes y es que aquí está su casa natal, convertida hoy en un restaurante al lado de cuya puerta está una placa que recuerda tal evento. Lo cierto es que este elemento me genera tal repulsión por lo cruel que fue que, si hubiese vivido en el s. XX y hubiésemos visto sus atrocidades, no creo yo que le hiciésemos tanto caso. Es como si aquí en España, hiciésemos un tour bajo la figura, por ejemplo, de Torquemada. Pues allí vende y lo peor es que el turista compra y ríe, sabiendo que mataba porque sí, incluso a niños. En fin...


Como la ciudad se ve pronto, decidimos continuar después de comer hasta Sibiu. Otra ciudad que culturalmente destaca en el mapa de Rumanía y también Patrimonio de la Humanidad. Fue Capital Europea de la Cultura en 2007 y su casco antiguo también es digno de ver. Lo cierto es que no estuvimos mucho tiempo porque el tiempo que pasabas en las carreteras hacía que se acortasen los de visita, pero bueno, para dar una vuelta por la zona monumental, sacar alguna foto y comprar algún recuerdo pues era suficiente. Lo gracioso de la visita de Sibiu fue que nos cruzamos con un grupo organizado con guía en español y alguna de las integrantes murmuraron "los vimos en el aeropuerto", lo cual iba por supuesto en referencia a nosotros, que íbamos por libre y autónomos. Lo cierto es que Sibiu la vimos más cuidada que Sighisoara, también es verdad que es más grande y que probablemente tenga más posibilidades económicas para el mantenimiento, la limpieza, etcétera. En definitiva, que merece la pena y que hay que visitarla, intentad hacerlo con más calma que nosotros.


El último día de nuestra estancia en Brasov lo dedicamos a disfrutar de la ciudad, de la caminata por el monte Timpa, de su casco antiguo y, en definitiva, de todo lo que nos podía ofrecer una ciudad del tamaño de Coruña pero que cultural y paisajísticamente recomiendo al 100%. Brasov está muy bien comunicada, aporta un plus al turista por la animación en sus calles y podría atreverme a decir que fue la parada que más me gustó porque aglutina arte, naturaleza, tradición, gastronomía, cultura y es un buen punto de partida para otras excursiones. Subir al monte Timpa en funicular, ver las vistas desde allí y luego bajar andando por la ladera forestal, llegando incluso a pasar por debajo de los cables del funicular pues en un día de calor se agradeció. Eso sí, no me la imagino en invierno, aunque a los amantes del esquí les encantaría porque tiene una estación invernal cercana, Poiana Brasov, pero soportar unos -10º en enero con nieve constante limitaría bastante. Pero bueno, estuvimos a 38º en agosto, no sé con qué me quedaría.


Después de los días en Brasov solo nos quedaba una etapa: llegar al delta del Danubio, a Tulcea, localidad de partida para las excursiones por el delta. El viaje de unos 300 km. duró... ¡¡8 horas!! Lo cierto es que solo paramos a comer en una localidad llamada Focsani en la que no había nadie a las 2 de la tarde de un domingo a cerca de 40º y parecía que estábamos en el Lejano Oeste. Una pizza muy económica, al cambio 4 euros, y continuar. Llegamos al puerto de Galati, a pocos kilómetros de las fronteras de Moldavia y Ucrania, ya en el Danubio y convencidos de que nos quedaba poco nos encontramos que NO HAY PUENTE y hay que pasar en transbordador con el coche. Pues nada, una aventura más. Lo cierto es que luego entramos en la provincia de Tulcea y la verdad es que era un paisaje más amable, más llano, la proximidad del río dulcificaba todo.

Tulcea estaba en plena ebullición de un domingo caluroso y con atracciones en su paseo fluvial, bastante descuidado por cierto. Al llegar al hotel el recepcionista ya nos ofreció una excursión de 7 horas en barco privado por el delta para el día siguiente y claro, la cogimos. A eso íbamos allí. Lo cierto es que la Reserva de la Biosfera del Delta del Danubio, la más grande de Europa, es inabarcable. El Danubio se rompe en tres brazos a unos 100 km. del mar Negro, uno hace frontera con Ucrania, otro discurre más o menos en horizontal hacia el mar y el tercero, más al sur, hacia las zonas de recreo de la costa rumana. Pero en todo el territorio que abarca hay múltiples canales y lagos con una fauna y flora muy diversas, áreas de protección totalmente restringidas al público y pocas localidades habitadas a las que solo se accede en barco. Contábamos con ver pelícanos, pero nos tuvimos que conformar con garzas, diferentes especies de ánades, grullas, martines pescadores y poco más. Coincidimos en la excursión con otro matrimonio español y su hijo y el precio incluía comer en una especia de poblado "hippie" donde, por supuesto, comías pescado del río, cocido y frito. A mí no me daba mucha confianza el pescado de marras porque viendo lo que se vertía al río en el embarcadero de Tulcea pues no sé yo si pasaría los mínimos estándares de calidad para el consumo, pero en fin, no quedaba otra. Además Lorenzo, el hombre que nos lo sirvió, había vivido en España y lo había cocinado expresamente para los que íbamos en la barca, conducida por otro capitán que ni una palabra nos dijo durante toda la travesía, pensando que la visita sería guiada en español, pero no. Así que salimos un poco frustrados de la singladura, pero bueno, podemos decir que parte del delta del Danubio la hemos visto.


Aparte de esta atracción, Tulcea tiene poco más que ver. Así que dos días fueron más que suficientes para estar allí, siendo el segundo cuando pusimos rumbo de nuevo a Bucarest para pasar la última noche allí y madrugar al día siguiente para ir al aeropuerto y coger el avión de vuelta a España.

En conclusión, Rumanía MERECE LA PENA. Rompes tópicos, valoras más lo que supone la Unión Europea para el progreso de los estados miembros (mucho IVA tenemos que pagar todos para que Rumanía se ponga a nuestro nivel), es un país de importantes recursos tanto económicos como culturales, es barato, su gente es muy amable y paisajísticamente lo tiene todo: mar, montaña, llanura. Tradición, gastronomía, historia, también modernidad... en definitiva, si tenéis la ocasión de visitarla alguna vez, salid de los circuitos tradicionales y aventuraos. Nos quedó por ver el norte, con los monasterios de Bucovina, el cementerio alegre de Sapanta, Maramures o Cluj-Napoca, pero eso justificará algún día una segunda incursión, esperemos que las carreteras mejoren de aquí a esa fecha porque son muy, muy necesarias para la movilidad no ya del turista, sino de la propia población.

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Bueno, este post es el número 500 del blog. Haré en breve otro más para valorar lo hecho hasta aquí después de 9 años. Espero que hayáis valorado quienes leéis este diario desde sus comienzos todo lo que he aportado. Y eso, pronto, noticias.

1 comentario:

  1. Trabajo con gente de allí y hablamos del tema (de cómo es su país y demás): es un país interesante, con sus claroscuros, obviamente.

    Y respecto a los 500 posts... Me espero atento, a ver qué te cuentas :-)

    Un abrazo,

    Paquito.

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