10, 11, 12, 13, 14... y 15. 5 años y medio escribiendo y esta aventura sigue. Se acaba 2015 y mucha gente hace resumen de cómo le ha ido el año. Los lectores que me siguen ya han ido leyendo que este año ha estado muy marcado por la política en España. Y yo metido en ella. En unos momentos en que la política y sobre todo los políticos están tan cuestionados y desprestigiados, allá voy yo y me enrolo plenamente en las actividades de mi partido. Sinceramente, no me arrepiento. He conocido a gente interesantísima, vinculada a diversos colectivos de la ciudad y con experiencias vitales y laborales fascinantes. Muchos de ellos forman ya parte de mis amigos y también ellos y ellas me han acogido con entusiasmo, cariño, alegría... a pesar de que los resultados obtenidos no fueron los esperados tanto a nivel municipal como nacional, por causas que en el futuro estudiarán los politólogos. No me voy a extender con este tema porque alguno de vosotros me ha dicho que estoy demasiado enfrascado en este tema y que aburre. Pero sí diré que para mí ha sido también una gran terapia para esos momentos de soledad que aún mantengo, a pesar de que mucha gente quiere que encuentre a alguien para "resetearme" y re-comenzar.
Hay momentos de reflexión, mucha. No es que sienta la necesidad de tener pareja, pero sí que no me gustaría vivir siempre solo. Pero también he aprendido a conocerme mejor, a sobrellevarlo y a disfrutarlo y a veces pienso que no es fácil adaptarse ya a estas edades a otra persona que también lleva su bagaje a cuestas en experiencias vitales. Es decir, que cada vez nos hacemos más exigentes con las otras personas que se acercan a tu vida sobre todo porque no quieres más engaños ni desengaños. Eres más cauto y buscas, sobre todo, no sufrir. Así que la rutina de trabajar en el colegio, con mi "tribu" de 24 personajes que dan para una buena película, sumado a los avatares de los estudios y las vidas de mis hijos, llenan muchas horas.
Económicamente no voy a decir que estoy mejor. Se puede decir que sobrevivo con lo que me queda después de lo cobrado por mi trabajo y desembolsado las obligaciones monetarias de un divorcio, resumidas en parte de la hipoteca de la que fue casa familiar, mi alquiler y la pensión de alimentos. En estos tres conceptos se van prácticamente 2/3 de mi sueldo, así que os podéis imaginar la austeridad que me toca vivir: mi "fin de mes" generalmente está por el día 10, así que no queda más remedio que estirar y estirar y sacar de donde no se puede o de los ahorros, que merman a velocidad de vértigo. Aún así, desde el año pasado y a raíz de una conversación con una amiga, tengo una pequeña fórmula para ir haciendo un "fondo" que me dé para algún capricho: meter cada día 2 euros en una hucha, por lo que al acabar el mes tienes ahí 60 euros que, si se van acumulando, dan por ejemplo para poder salir una semana de vacaciones en verano en compañía de un par de grandes amigos y rebuscando ofertas de vuelos y alojamientos por ahí adelante. Eso sí, si no surge un imprevisto que te trastoque todo, como ahora en Navidades que, a pesar de la paga extra, entre regalos de los niños y demás cosas, gran parte de ella se va. Y es que hoy comprar cualquier cosa con un mínimo de calidad para un crío te dejas 30-40 euros, descartando por supuesto cualquier artilugio tecnológico, y hay sobrinos y ahijado a mayores a los que también hay que corresponder.
Y poco más. Que ha sido un año de asentamiento, esperando que 2016 mejore las cosas. Siento que el tiempo pasa volando, que estoy ya más cerca de los 50 que de los 40 y que mis mayores cumplirán en pocos días 80 años. ¡¡80!! Yo firmo llegar a ellos porque aunque la esperanza de vida lo hace fácil, lo importante es llegar en forma y con pocos achaques, pero esta vida estresada que llevamos nos lo pondrá difícil. Siempre fui un poco hipocondríaco, pero es que pensar que te puedes ir de esta vida en unos segundos por un infarto o un accidente, te deja un poco temeroso, porque hay dos niños que te necesitan y que, a pesar de alguna riña que otra, hay que enseñarles a escoger su camino y solo le pido a la vida que me los deje ver encarrilados y felices, o al menos, intentando serlo. Se quiere tanto a los hijos que, aunque parezca melodramático, mi vida son ellos, mi mente está en ellos y es complicado explicar ese vínculo paterno-filial que es, básicamente, una de las cosas por las que merece la pena existir.
¡¡¡BUFFF, qué filosófico!!! ¡¡Pero si se acaba el año, no se acaba el mundo!! Aunque a veces parezca que sí viendo determinadas noticias en la prensa o la televisión. Normalmente pienso que los años que existen acontecimientos deportivos internacionales (Mundial de fútbol o Juegos Olímpicos) la gente focaliza su existencia en ellos y elude las realidades que viven muchas personas. 2015 no ha sido el caso y nos hemos conmocionado con varias noticias atroces: los atentados yihadistas, la travesía de los refugiados y en España la lacra de la violencia de género, que sigue provocando muertes de mujeres en cifras intolerables. De todo ello ya fui hablando en el blog y para mí la imagen del año es la de Aylan ahogado en las costas de Turquía. A mí se me encoge el estómago viendo sufrir a la gente de esa manera y trato de ayudar desde aquí como puedo. No me importaría acoger a gente en mi casa, pero desde que saltó a los medios el drama desde Grecia a Alemania, atravesando Hungría, los Balcanes, Austria y viendo las imágenes que vimos, los gobiernos no mueven ficha. Todo parece que ha quedado en acciones simbólicas acogiendo a una familia en concreto que fue noticia pero no en medidas realistas de acogimiento e integración para toda esta gente. Y claro, con estas situaciones también surgen comentarios xenófobos que me enervan al máximo. Es difícil aguantar la racionalidad cuando alguien a quien consideras formado cuestiona que no se deba ayudar a esta gente y te habla con desprecio de seres humanos que están viviendo un drama. Yo siento que no aguanto en casa, que me cogería hoy mismo un avión y me iría a donde pudiese ayudar, pero claro, tampoco puedo dejarlo todo de repente y marcharme a Serbia, por ejemplo, para hacerlo. Ver a los niños sufrir, pasar frío, hambre, llorar, dormir en un colchón en un bosque... son imágenes que nos tienen que hacer pensar un poquito qué somos y sobre todo cómo somos. Confío que en 2016 este tema mejore y podamos llegar a tener a toda esta gente asentada y comenzando una vida nueva, lejos de bombas y fanatismos medievales. Sin embargo, en 2016 hay Juegos Olímpicos y seguro que en esas fechas todos estaremos mirando a Río de Janeiro mientras en el Mediterráneo se siguen ahogando personas que aunque para nosotros son anónimas, tienen nombre y apellidos.
Por eso cuando algo bueno pasa, aunque sea por azar, me emociono y me saltan las lágrimas. La última vez el día 22, cuando tenemos a los agraciados de la lotería de Navidad en la tele mientras para el común de los mortales españoles es el "Día de la Salud". Este año, en Roquetas de Mar, la vida ha cambiado para un inmigrante senegalés que lleva 8 años en España y que ese día le tocaron 400.000 euros. Cuando los reporteros lo entrevistaron y dijo que él había llegado en patera y que ese día solo tenía en el bolsillo menos de 5 euros para comer, piensas que, al menos para unos pocos, se hace justicia. Me alegro por Nguema y por todos los que la fortuna les sonríe, de una forma u otra, alguna vez en la vida, yo me emocioné como lo hizo él al contar su historia y empezar a llorar. Mi hija cuando me pongo así me mira y se calla, pero lo comprende porque me acaricia. Eso también es una buena lotería. Y aunque el dinero no da la felicidad, desde luego ayuda, y en este caso, mucho; si aún por encima te acarician, eso ya es lo más.
Bueno, resumiendo, que no le pido nada especial a 2016. Bueno, sí, le pido VIVIR, con mayúsculas y con todo lo que eso implica. Ahora me fijo más en las pequeñas cosas y cualquier detallito me hace ver que la vida es eso, vivir el momento, disfrutar de las pequeñas cosas. No hay recetas mágicas para la felicidad. Me conformo con mi coche pequeño de dos puertas (¡¡aunque no niego que lo cambiaría por uno de cuatro!!), con que no llueva, (o sí), con que pueda comprar los regalos de Reyes o esa cartulinas de colores que me pide mi hija, por cuidar de una planta de casa y conseguir que no se seque, con las ocurrencias de mis alumnos en el día a día y ¡¡poder ver Eurovisión!! Y si llegan los ahorros, poder disfrutar de esa semana de vacaciones con un par de amigos compartiendo experiencias por el mundo porque es lo que nos llevaremos y lo que recordaremos siempre con una gran carcajada. En fin...
¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!