sábado, 14 de noviembre de 2015

PARÍS

Nunca estuve en París. La gente que conozco y ha visitado la capital de Francia, la capital de Europa, me ha dicho que, si tengo que ver una ciudad, esa es París. He vivido en Amsterdam, he pisado Berlín, Bruselas, Estocolmo, Madrid... y varias ciudades de referencia en Europa. Dicen que París lo es todo, que tu manera de ver el mundo cambia cuando paseas por los Campos Elíseos, entras en el corazón de Montmartre, subes a la Torre Eiffel o embelleces tu alma visitando el Louvre. París es moda, arte, historia, lujo, música, cosmopolitismo... París es TODO.

Pero ayer fue el terror. Sin más, de nuevo la "Ciudad de las Luces" se tiñó de sangre por unos fanáticos que dicen matar "en nombre de Alá". A estas horas los muertos llegan a 127, pero seguro serán más porque las imágenes que estamos viendo son como la más terrible de las pesadillas. Un "viernes 13" de verdad, no de las películas de terror que nunca nos creíamos. Hoy no nos queda más remedio que creerlo, y seguir preguntándonos, como aquel 11 de marzo en Madrid o aquel 11 de septiembre en Nueva York: ¿POR QUÉ?

Me considero racional, con una cultura amplia y con capacidad para cuestionar los hechos, sobre todo los históricos. Visité Auschwitz y me preguntaba qué podría pasar por la cabeza de unos señores con un uniforme militar lleno de esvásticas para maquinar y llevar a cabo el horror del exterminio de personas vinculadas a una religión, a una orientación sexual o condicionadas en su vida por una discapacidad. Trataba de ponerme en la mente de aquellos que metían a 100, 200 personas en una cámara de gas y en 20 minutos los recogían muertos para incinerarlos no sin antes despojarlos hasta de sus dientes de oro o de su pelo, del cual llegaban a fabricar mantas. Habían diseñado un proceso industrial con la muerte, un beneficio para una locura que justificaban por la superioridad de una raza frente al resto del mundo. Hoy, 70 años después, nos encontramos con otra religión que difunde el mensaje de que ellos tienen la verdad, que el resto de la Humanidad sobra en la Tierra y que sólo ellos pueden seguir adelante.

Cuando en la Edad Media los cristianos hacían lo mismo, cortando cabezas a diestro y siniestro por toda Europa y Próximo Oriente, la población civil no llegaba a saber de estas atrocidades porque no había la difusión que hay ahora y mucho menos el grado de educación y cultura que tenemos en eso que llamamos "Occidente"; también se mutilaron obras de arte, tapando o extirpando las partes sexuales de cuanto Adán o Eva se hubiese esculpido o pintado, de esculturas griegas o romanas de bellas mujeres o fornidos varones que eran los cánones de belleza. Hoy vemos como los fanáticos del Islam destruyen las mismas obras de arte de la Antigüedad, dinamitan templos, rompen columnas asirias o romanas a golpe de martillo. Nadie puede pararlos y, en caso de que pudiesen, ¿serviría de algo? 

Hace pocos días 200 niños sirios fueron fusilados por esta gente también en nombre de Alá y no salieron en la tele ni los vimos en Internet. Seguramente pasaron previamente por un período de cautiverio o tortura y sólo unas líneas aparecieron en los medios de comunicación. Ayer tuvimos un terror similar en París, mientras la gente estaba disfrutando de su tiempo libre, en terrazas, en Bataclán. Me duelen todos, me horroriza pensar en los minutos previos en los que esa gente se da cuenta de que va a morir a manos de un comando de locos. Pero también me horroriza oír que entre aquéllos que escapan de ese horror en Siria y llegan a Europa, se camuflan los que luego disparan en nuestras discotecas o estaciones de tren o calles de un barrio cualquiera de nuestras ciudades.

Y mientras seguimos cogidos... por el petróleo. Si Occidente no dependiese tanto de esas regiones, hoy no tendríamos muertos en París ni en Siria. Pero claro, la hipocresía de tener nuestro coche con su petróleo se traduce en un "yo te doy las armas", con las que luego nos disparan. Permitimos que se humille a la mujer con sus burkas en Afganistán, que no se respete el más mínimo de los derechos humanos en niños, mujeres y hombres por pertenecer a tal o cual grupo étnico o religioso de los países árabes, vemos como en Siria llevan 4 años de destrucción en manos de un dictador y no tenemos el valor de sacarlo del poder porque interesa, porque es nuestro "amigo" (y donde dice Siria podéis poner Arabia Saudí, Iraq, Kuwait, etc.). Pero cuando llegan a la puerta de casa, cuando París (y aquí también podéis poner Londres, Madrid, Amsterdam o Berlín) es atacado en su pleno corazón, todos nos solidarizamos y volvemos a preguntarnos ¿POR QUÉ?

Esto no parará, la masacre continuará en otros lugares porque tienen la capacidad de hacerlo y nosotros no tenemos la capacidad de contenerlo. Pero siempre quedará la esperanza de que aparezca alguien que pueda sentar en una mesa a los dirigentes para dialogar, para terminar con el terror, para negociar, porque con bombas tampoco arreglamos nada. Por el bien de todos, los de aquí y los de allá, necesitamos que ese alguien aparezca ya, sin demora, por París y por los niños sirios, por Occidente y Oriente; en fin, por la Humanidad.





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