Esta historia comienza en el verano de 1999. Ya llevaba 8 años como maestro de música, en continua formación con cursos muy específicos de pedagogía musical. Para los que no sepáis qué requisitos debe tener un maestro de música en Primaria en cuanto a su formación, por aquel entonces había dos sistema pedagógicos que eran como la Biblia: el de Orff y su discípulo Wuytack y el de Kodaly. Los cursos del primer método citado cogieron un auge espectacular en España, visitándonos a muchas ciudades Joss Wuytack, pedagogo y músico belga que tenía a Vigo como una de sus ciudades "tesoro" en España. Allá me fui tres veces en tres años por las vacaciones de Semana Santa donde recibíamos más de 100 profes una enseñanza musical activa, dirigida por él mismo, basada en el uso de los instrumentos de percusión escolares y que luego aplicábamos en las aulas pasándolo muy bien los niños pero también nosotros.
El otro método fue creado por el compositor húngaro Zoltan Kodaly y tenía como base la expresión vocal desde el folclore de cada país o cultura. Tenía mucha fama en los primeros años de aplicación de la LOGSE (y en consecuencia de la Educación Musical en nuestras aulas) el curso que se impartía en verano en Hungría, en una localidad llamada Esztergom, situada a más o menos una hora de Budapest en un recodo del Danubio haciendo frontera con Eslovaquia. Llevaba varios años intentando asistir a él, pero probablemente el destino fue el que decidió que ese año fuese 1999.
En ese año conseguí una ayuda para formación de la Xunta de Galicia y me fui un poco a la aventura en la segunda quincena de julio, con un inglés chapurrero, aunque con la garantía de que el curso se impartía en español. Recuerdo que salí un sábado desde Santiago a Barcelona y desde allí a Budapest, para pasar la noche en la capital húngara y el domingo llegar en tren a Esztergom, curiosamente creo que desde la estación Keleti, donde estos días se concentraban miles de refugiados en su huida de la guerra y su camino a Alemania. Por aquel entonces Internet aún no tenía el desarrollo que tiene hoy y la comunicación que me habían mandado desde la organización del curso incluía una pequeña carta en húngaro para que cuando llegase a Esztergom la entregase al jefe de estación que inmediatamente llamaría a la residencia donde nos acogían para que me viniesen a buscar. Y así ocurrió.
Llegué al mediodía, me alojaron y pasé unas horas hasta que empezaron a llegar otros cursillistas y la residencia se iba llenando entre conversaciones en los idiomas más (y menos también) reconocibles (luego supimos que estábamos personas de 11 nacionalidades). Y el hecho de estar en un país extraño, sin casi poder comunicarte, hace que en cuanto oyes español te hagas ver, te presentes y empieces a relacionarte. El ambiente que se iba creando en la residencia en torno a las 7 de la tarde y hasta las 10 de la noche, más o menos, era el de la llegada de los estudiantes ante el inicio del curso. Al final, el grupo de españoles pasaba de 20, a los que se sumaron 2 personas más de México y otras dos de Chile. El caso es que el destino hizo que ese grupo creara unos lazos que hoy se revivieron en el encuentro con una amiga y participante en ese curso, Esther.
Yo creo en el destino. Creo que cuando te pasa alguna cosa es porque te tiene que pasar, sea enriquecedora o realmente angustiosa. En el caso del curso Kodaly de Esztergom las personas que coincidimos allí, por una razón u otra, teníamos que conocernos y fue allí, lejos de nuestras casas y de nuestras rutinas. Con varias de ellas hemos construído amistades duraderas y nunca, nunca, podremos olvidar aquellos 15 días en Hungría.
Esther es de Murcia. Había acudido con una amiga suya, Marisa (¡qué grande Marisa!), porque ambas estudiaban Magisterio por la especialidad de Música y además tenían otros estudios musicales. Desde 1999 Esther y yo nos hemos encontrado 3 veces más, en Galicia, en Madrid y en Murcia. No fue con la única persona del curso con la que hay unos lazos fuertes. No puedo olvidar a mi querida y entrañable Paz, a la que vemos con más frecuencia y que en momentos de alegría nos ha dado más y en momentos duros me ha dado su apoyo incondicional escuchando y poniendo su hombro. Esther también desprende emoción por todos los poros de su piel, por su mirada, por su sonrisa. Hoy nos hemos visto nada más que una hora y media, pero ha sido una inyección de positivismo que hace que el día termine bien y sea redondo. Tener a tres personas así en tu vida es un auténtico regalo. No sabes bien por qué, pero los lazos están creados desde aquel verano de 1999, deseando poder juntarnos con otros integrantes del grupo, especialmente con Carlos y Rosario que continúan su romance musical y personal más allá del Atlántico y que gracias a las redes sociales nos acercan un poco más. Hubo más: Nacho, Pablo, Rebeca, Duli, Francisca... y algunos de otros países como Vincent de Francia, Misako de Japón, Matti de Finlandia, Eduardo de Brasil y muchos otros de los que no recuerdo el nombre que venían de Gales, Italia, Irlanda... Éramos un grupo de auténtica élite, que cantábamos en coro por las plazas de Budapest y la gente nos aplaudía, que nos emocionábamos con la entrañable "Esti Dal" cantándola en húngaro y que nos contábamos confidencias, sentimientos, nos gastábamos bromas sanas, en definitiva, convivíamos como una piña. En la sesión de despedida nunca olvidaremos las palabras del director del curso felicitándonos porque desde hacía años no coincidía en Esztergom un grupo del curso Kodaly con tanta calidad (en concreto, lo que dijo de una manera muy sincera es que... ¡por fin no nos han venido amas de casa!).
Este vídeo a lo mejor nos hace sacar una lágrima, pero merece la pena. No somos nosotros, pero podríamos serlo perfectamente, de hecho cantamos en la Basílica de Esztergom. Son de esas experiencias que te marcan, que nos marcaron a todos. Estoy seguro que, después de 16 años, si nos juntásemos de nuevo, volveríamos a ser ese fantástico grupo en el que cada persona aportaba lo mejor que tenía. Algunas como Esther lo aporta cada día en su entorno con sus amigos y familia, Paz con sus alumnos en sus aulas, yo con los míos... A pesar de despedirnos esta noche, notas que los abrazos y besos que nos damos son sinceros y que refuerzan ese lazo de amistad, de estar ahí. Ojalá pronto tengamos otra inyección de energía como la de hoy, en los tiempos que corren nos hacen mucha falta... a todos.
Que emotivo. En momentos así es cuando surgen grandes amistades y buenas personas
ResponderEliminarSi otra cosa no, pero anécdotas, chanzas y buenos ratos tienes para parar tres trenes...
ResponderEliminarY que no decaiga,ojo: ¡Qué no decaiga! :-))