La noticia de hoy en España ha sido la sanción de dos años a Contador. No conozco personalmente a este ciclista, pero creo que si le preguntásemos a los españoles sobre su inocencia o culpabilidad, yo creo que el 100 % lo declara inocente. Todos le creemos y tenemos más que claro que su positivo por dopaje no fue ni intencionado ni buscado, básicamente una lotería maquiavélica que le ha tocado y que, a nivel personal, lo ha hundido. Pero tiene el apoyo de todos y entiendo que se haya planteado dejar el deporte.
El caso es que a los maestros nos pasa infinidad de veces lo mismo. Partimos de una situación de cuestionamiento continuo, es como si tuviéramos siempre al ojo de "Gran Hermano" encima de nuestro hombro para juzgarnos por la cosa más insignificante. Yo me he sentido como nuestro campeón muchas veces, también en Holanda, la última hace pocos días (pero eso es otra historia). El caso es que tenemos que oir las bobadas de los papás de turno de que su hijito/a es el mejor, que no le digas que hace algo mal porque se frustra, que no le exijas, que se abroche el abrigo si sale al patio, que le cambiemos los calcetines si se moja, que le demos "Dalsy" si le sube la fiebre, que lo dejes sentar al lado de su amiguita/o porque si no no quiere venir... Y sobre todo, "¿pero quién eres tú para decir lo que hace bien o mal mi niño/a?". Pues soy (somos) el que pasa con ellos cinco, tres, dos horas y el responsable, junto contigo, de la educación y de que tu hijito/a no sea mañana el adolescente o adulto que te eche de casa porque no le caes bien o le "rayas" la cabeza con tus historias.
Ya en España oía argumentos de algunos padres que eran para escribir un libro, pero es que aquí me he encontrado con casos extremos. No puedo dar muchos detalles porque puedo caer en el error de que alguien se identifique con lo que pongo o alguien reconozca a una determinada persona por lo que narro, pero os puedo asegurar que las situaciones son más estrambóticas que en España, básicamente porque nuestras enseñanzas para muchos padres son secundarias y no consideran que el grado de exigencia tenga que ser como el de sus estudios holandeses. Pero para nosotros tampoco esto es una guardería ni nosotros somos animadores, somos profesores con la misión de reforzar la enseñanza del español, idioma que es el materno para todos nuestros alumnos (o debería serlo) y cuando digo materno me refiero al hecho de que para acceder a estas clases es requisito imprescindible que uno de los dos progenitores del niño o niña, o los propios alumnos, sea español o haya tenido la nacionalidad española.
Tengo alumnos muy buenos, incluso algún adolescente hace redacciones mejor que algúnos alumnos de Secundaria en España; pero tengo un porcentaje de alumnos que vienen a clase como quien va a las rebajas, por decir algo. Y el caso es que tenemos una nueva normativa que cumplir y romper con cosas ya muy establecidas es siempre difiícil. Ahora nuestros alumnos deben pasar por unas pruebas de superación de niveles según lo establecido en el Marco Común Europeo de Referencia de las lenguas (MCER), niveles que determinan con bastante objetividad el grado de competencia en un idioma de cualquier persona. Pues la situación es que algunas familias no quieren que pasen por esta prueba y ven esto como una intención oculta del Ministerio de Educación de ir suprimiendo estas enseñanzas. Eso, sumado al hecho de que nosotros estamos exigiendo dedicación e interés por el idioma, hace que algunas familias se planteen dejarlo. El caso es que, como cuando tienes un problema con la sanidad o en un servicio público, al primero que te enfrentas es al funcionario que está en la ventanilla o al que te encuentras de paso; en nuestro caso al primero que se enfrentan es a nosotros. Del "¿por qué se exige tanto?" al "¿por qué LES exiges tanto?" pasan décimas de segundo, pero el tiempo suficiente para que ya te den la puntilla.
El clembuterol de Contador fue insignificante, pero ha hundido su carrera y su honor; el poner una "R" de regular o una "M" de mal en rojo en cualquier ejercicio de un niño hunde nuestro trabajo, nuestro honor y nuestro prestigio, y que ni se te ocurra volverlo a hacer porque el niño se va traumatizado a su casa y necesitará un psicólogo para superar el trauma, máxime si es en las clases de español. Ahora bien, no le des una aprobación de trabajo bien hecho porque no se lo creen y mucho menos acariciarle el pelo en señal de "muy bien, así se hace" porque alguno dará un respingo y a lo mejor algún papá te denuncia por acoso. Yo espero que Contador no deje el ciclismo, aunque entiendo que se lo cuestione, algunas veces también nosotros nos cuestionamos si merece la pena tanto sacrificio para que ante la más mínima insignificancia se te echen encima, curiosamente diciendo la verdad y haciendo lo que es justo como maestro. Y los que piensen que hay maestros que hacen lo posible porque sus hijos lo pasen mal, es que tienen un grave problema mental que, a la larga, les hará más y más infelices.
Dedicado a todos los maestros y maestras que conozco, que son bastantes. Que no decaiga
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