Hoy ha tocado lección de historia. Durante estos días se celebra en varias ciudades de Holanda la expulsión de los españoles. En Leiden reconstruyen el hecho con trajes de época, cañones y una representación del sometimiento de los holandeses por parte de las tropas españolas. Y hoy fuimos allí mi compañero de Rotterdam y su familia, un matrimonio de españoles (ella gallega de Mugardos) que conocían ellos y yo. Las calles de Leiden estaban abarrotadas de gente porque además instalan una feria con atracciones y puestos callejeros. Y estuvimos con algunos de los actores que representan el hecho, se hicieron fotos con nosotros, con la bandera de España y nos explicaron que forman parte de un grupo de reconstrucción histórica que hacen una puesta en escena mayor el 1 de abril en Brielle, cerca de Rotterdam.
El caso es que indagando en la terrible historia del imperio español allá por el s. XVI no podemos evitar decir que hemos sido atroces en todos los territorios que estaban bajo nuestro dominio. Aquí en Holanda era muy típico decirles a los niños malos o que no comían que vendría el sanguinario Duque de Alba a llevárselos.
La historia cuenta que en 1574 Leiden fue asediada por las tropas españolas al mando de Francisco de Valdés. Durante más de 4 meses no se podía aprovisionar a los habitantes de la ciudad, orgininando una gran hambruna. El 3 de octubre de ese año la ciudad fue liberada después de inundar los campos cercanos rompiendo diques de contención y poder entrar en ella las tropas al mando de Guillermo de Orange. Los españoles abandonaron la ciudad y para alimentar a la población utilizaron patata (que dejaron en gran cantidad los españoles en su huída), zanahoria y carne cocida creando uno de los platos típicos del país y que hoy era plato principal en todas los restaurantes de la ciudad: el "hutspot".
Al acabar la representación los actores se dieron cuenta que éramos españoles y después de hacernos fotos con ellos hablaron un poco con nosotros, siempre en un tono muy cordial, sin rechazos ni desprecios. Si en 2011 nos guardan rencor por algo será por la final del Mundial, pero yo creo que ya ni eso.
En definitiva, una jornada festiva a la que además acompañó el buen tiempo que seguimos teniendo estos días. Yo he vuelto a poner manga corta y aún no me creo que estemos en octubre, el año pasado ya había puesto la calefacción por estas fechas. Pero lo mejor fue compartir entre todos conversaciones, charla, comida, paseos... Mañana toca concierto de música clásica y visita al Concertgebouw de Amsterdam, pero ya hablaremos.
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