20º grados en el exterior en las horas de la tarde y 27º en el interior de casa. Esto es el otoño en Amsterdam. La vista del atardecer desde la galería ha sido espectacular, con un sol anaranjado que pronostica que mañana volverá a hacer sol. No puedes quedarte en casa porque te asas, así que siendo sábado, tocó excursión.
Hace tiempo que quería ir a Almere, una ciudad nueva creada también en una provincia nueva. Sabéis del afán de los holandeses por ganar terreno al mar. Pues con sus obras hidráulicas han ganado terreno en el antiguo mar, hoy lago Ijsselmeer, creando un territorio que forma la provincia número 12 del país, Flevoland. Hasta allí llega el tren y hay dos grandes ciudades, Almere y Lelystad (en honor de Cornelius Lely, el ingeniero que hizo el dique exterior y otras obras hidráulicas).
Almere es una ciudad paraíso para los arquitectos. las construcciones de sus edificios son, desde luego, obras de arte contemporáneo. Os pongo alguna foto para que lo apreciéis.
La ciudad está diseñada de una manera perfecta. La estación de tren en el centro y nada más salir desembocas en las calles comerciales. Os puedo asegurar que era un auténtico "templo del consumo". Todas las tiendas de las mejores marcas del país y extranjeras estaban en esas calles, que entre edificios tan originales te incitan a comprar. No sé si era porque la gente se abastece para el otoño (ropa de abrigo, calzado, etc.) pero todo el entorno estaba repleto de gente. Y como el tiempo acompañaba, gente en las terrazas de los restaurantes tomando su "lunch" (aquí no se come como en España, se cena fuerte y más temprano), algún grupo tocando en pequeños escenarios, una feria con atracciones y una exposición de coches. Os presento el modelo de mi nuevo Ford, como véis ideal para recorrer las autopistas holandesas.
Toda esa barbaridad de tiendas me hacen ver que Holanda es un país muy consumista. Y sinceramente yo no veo que haya muchos productos de calidad en lo que se refiere, por ejemplo, al textil o al calzado. Entré en alguna de las tiendas de calzado para mirar algo de cara al invierno, pero es que para un país lluvioso y frío como este pocas cosas me convencieron, así que mi calzado me lo compro en España, que además es más barato. Podríamos decir que Almere, de tan artificial que es, ha creado también una vida artificial basada en el comercio, eso sí, en una arquitectura privilegiada que es lo único que merece la pena ver.
Después, por la tarde, me di un paseo en bici por las islas cercanas a casa y andando por el bohemio barrio del Jordaan. Desde luego más auténtico y más calmado, con contrastes que van del bullicio de un mercado a la calma de un "hofje" o patio interior de vecinos en pocos metros. Visita obligada para los que vengan.
Y mañana, un poquito más de calor, así que si decido otra excursión, que será lo más probable porque en casa a las tres de la tarde no se aguanta, ya os lo contaré. Bicos mil.
10 añitos mas, un otoño especialmente caluroso con el oceano artico totalmente descongelado y la primera tormenta del Mar del Norte el agua salada llegara hasta Lieja en Belgica
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