Poco a poco vamos llegando al final, espero que a todos los que leéis estas entradas os estén gustando. Después del éxtasis en los Lagos de Plitviče continuamos camino hacia la capital de Eslovenia, Ljulbjana. Un viaje que duró un poco más de lo esperado porque cayó un diluvio inmenso y había que estar pendiente de la carretera más de lo normal. Otro paso de frontera que pensé sería sin control de pasaportes pero no, hubo que pararse dos veces para comprobarlos, a pesar de ser los dos países de la Unión Europea.
Ljulbjana es una capital pequeña, cerca de 300.000 habitantes. Está en un valle y desde lo alto se ve muy extensa. Enseguida encontramos el apartamento que habíamos alquilado que estaba amueblado y decorado de una manera exquisita. Su propietario, Rok, nos atendió como un perfecto anfitrión, nos informó de las rutas para llegar al centro andando, en bus, qué visitar, dónde comprar comida... El apartamiento era muy amplio y la verdad que llegar con lluvia y estar allí metidos daba pereza salir de nuevo a la calle, así que nos quedamos y dejamos la visita a la ciudad para la mañana siguiente.
Y así fue. Atravesamos un parque de mucha extensión, el Tívoli, muy bien acondicionado, pasamos por debajo de la vía del tren e instantáneamente aparecimos en la zona peatonal de la ciudad, con edificios muy cuidados, embajadas, etc., y a pocos metros la entrada al casco viejo de la ciudad. La puerta de entrada es la Prešernov Trg (Plaza Preseren), pegada al río Ljublanicka y al Triple Puente que da acceso a la zona más monumental. En esta plaza hay una atracción curiosa: un aspersor suspendido por unos cables echa agua continuamente en el centro de la plaza y acotan esa zona advirtiendo que está mojada y que en Ljulbjana puede llover en un punto pero a 5 metros no llover. y es cierto, porque lo comprobamos por la tarde en una terraza de una cafetería, viendo la lluvia al final de las sillas de la terraza al trasluz del sol y al levantarnos de nuestras sillas en la terraza y salir al paseo, no llovía. Curiosidades climatológicas.
Ljulbjana tiene su origen en el castillo que está en lo alto de la ciudad. A él se accede por un funicular y desde su torre principal las vistas son espectaculares y te haces una idea del paisaje geográfico que rodea a la ciudad, con los Alpes al fondo. Y te das cuenta también de por qué en 2016 la capital de Eslovenia tiene el honor de ser considerada "Capital Verde de Europa".
El castillo es propiedad municipal y en él tienen lugar conciertos, exposiciones, actividades para los ciudadanos y para los turistas, aparte de tener algunos establecimientos de hostelería que te permiten ir a comer, cenar y pasar unas horas agradables con amigos o disfrutar del entorno. A los pies del castillo están las edificaciones más importantes de la ciudad que conforman el casco antigua, paralelo al río: el Ayuntamiento, el mercado, la catedral... Esas son las calles turísticas, con muchos restaurantes y tiendas de souvenirs. Hasta aquí nada fuera de lo normal, pero se respira otro ambiente distinto comparado con las otras capitales y ciudades que ya habíamos visitado.
Eslovenia era la república "rica" de la antigua Yugoslavia, muy ligada a Italia y Austria y anteriormente al Imperio Austro-Húngaro. Hace exactamente 25 años declaró unilateralmente su independencia, muy preparada desde la caída del Muro de Berlín por los políticos nacionalistas eslovenos. Las tropas del ejército yugoslavo no pusieron mucho empeño en defender la unidad del país, por lo que hubo alguna escaramuza rebelde y, a pesar de declararse guerra, solo duró 10 días y hubo menos de un centenar de bajas. Además, la independencia fue reconocida rápidamente por muchas naciones europeas y del mundo entero, por lo que su proceso de constitución como nuevo país fue más fácil y menos traumático que en Croacia o Bosnia. Europa abrió las puertas a Eslovenia y en 2004 entró en la Unión Europea, adoptando el euro como moneda oficial tres años después. Pues todo eso se nota en el nivel de vida del país y marca las diferencias con el resto de las ex-repúbicas yugoslavas. Puedo afirmar que los precios son similares a los españoles y en algunos aspectos un pelín más caros, aparte de las ventajas de usar la misma moneda que en España.
¿En qué se notaba esa "europeízación" de Eslovenia? En un urbanismo más acorde con los de otras capitales, mejor movilidad, veías mucha gente circulando en bicicleta; también en la conservación de los edificios, más limpios y restaurados que, por ejemplo, en la vecina Croacia; el ambiente tranquilo que ser respiraba en sus calles, en sus paseos, en la actitud de sus ciudadanos, especialmente los jóvenes, mucho más cercanos a nosotros. Para que me entendáis, respirabas "Europa" y no te sentías diferente en cuanto a estilo de vida ni hábitos.
Ljulbjana tiene un símbolo: su dragón. La leyenda dice que la ciudad fue fundada por Jasón en su viaje con los argonautas y lucharon contra el dragón que, obviamente, vive en el castillo. Toda la ciudad tiene distintos lugares con referencias al dragón y, por supuesto, todo tipo de merchandising en camisetas, platos, llaveros, figuras, tazas... Pero el dragón tiene su puente particular en el que todo el mundo se hace las fotos de rigor.
Esta historia mitológica me recordó un poco a Coruña, con nuestra Torre de Hércules y la leyenda con Gerión. Además, Ljulbjana es una ciudad similar en cuanto a población, no así geográficamente, pero sería muy fácil adaptarse a vivir en una ciudad así, aunque no tiene mar y es muy fría. pero, en general, es una ciudad paseable, para recorrerla andando sin prisas y disfrutando de todo lo que nos ofrece.
Ese día cenamos en casa y nos buscamos la vida para hacer una tortilla de patatas. Difícil empeño: el aceite de oliva (medio litro) a más de 7 euros, las patatas no sabemos de dónde eran, así que al final hicimos igual la tortilla con aceite de girasol y bueno, no quedó mal. El cansancio después de tantos días ya iba haciendo mella en nosotros, pero el propietario del apartamento nos había recomendado una visita nocturna a una zona de ocio alternativo llamada Metelkova. Me explicó que eran unos antiguos edificios militares que después de la independencia los jóvenes los "ocuparon" para hacer de ellos espacios alternativos de ocio y cultura, comparándolos con Christiania en Copenhague. Como yo visité esa ciudad "independiente" en 2013, quería ver Metelkova y allá fuimos de noche. La verdad es que el sitio impone un poco, pero luego entras al recinto y una serie de pubs "indies" con una música un tanto extraña y de decoración extravagante pero original sirven como lugares de reunión para diferentes tribus urbanas en un espacio libre y sin censuras.
Pues nada, tomamos una cerveza y volvimos a dormir, nos quedaba una última etapa del viaje llevándonos una impresión muy positiva de Eslovenia, que abandonamos al día siguiente viendo el entorno de un monasterio cisterciense por el que, por cierto, pasa el Camino de Santiago (vimos señales con la concha de peregrino), la abadía de Stična, todavía habitada y donde pudimos hacernos una foto que ya es un ritual: buscar una escuela y retratarnos con ella, como buenos maestros que somos. Queda sólo una etapa y esto se termina!!!
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