Comenté que Croacia tiene muchas papeletas para ser un paraíso en la Tierra. Habéis visto fotos de Split y Zadar, con su atardecer inigualable. Pero eso no fue todo. Después de dormir 2 noches en Zadar llegó el día en el que lo que visitamos fue, sin duda, lo mejor del viaje: el Parque Nacional de los Lagos de Plitviče.
He visitado en España varios parques nacionales y espacios naturales: los Picos de Europa, Ordesa, las Tablas de Daimiel, Timanfaya, nuestras Illas Atlánticas... Por supuesto que nuestro patrimonio natural es único y visitar, por ejemplo, el paisaje volcánico de Lanzarote te asombra hasta el máximo. Pero después de esta visita os puedo asegurar que he estado en el paraje natural más bello que he visto en mi vida, que ya son casi 47 años.
Salimos de Zadar temprano, aunque ya con el día claro a pesar de ser las 7 de la mañana. Pagamos el parking (carísimo y sin descuentos por día completo, por cierto) donde habíamos dejado al llegar nuestro peculiar "handicap", el coche con matrícula serbia. Estaba en perfectas condiciones, así que encaramos la salida hacia la autopista para recorrer los más o menos 140 km. que nos separaban de la entrada a los lagos. De nuevo nos sorprendió el paisaje, ya que la autopista se aleja unos kilómetros de la costa y empieza a ascender entre montañas a una altitud considerable, de tal forma que se atraviesan unos túneles impresionantes, el mayor de más de 5 km de longitud. Luego te desvías por una carretera nacional y a pocos kilómetros llegas a la primera entrada al parque. Allí dejas el coche en un párking de pago, eran ya las 9 de la mañana y había colas, así que nos tocó esperar unos minutos para sacar las entradas. Enseguida enfilamos los caminos que te conducen al fondo de un cañón y llegas a un pequeño embarcadero donde unas lanchas con capacidad suficiente para unos 100 pasajeros te pasan a lo que es el inicio real de la ruta.
Y ahí empieza el espectáculo. Los Lagos de Plitviče son 16 lagos unidos por cascadas que deben su belleza a la sedimentación del carbonato cálcico que, al ponerse en contacto con la capa vegetal, origina un proceso químico que le convierte en piedra calcárea. Cuando se rompe esta simbiosis, la piedra se descompone, se deposita en el fondo de los lagos y de ahí la transparencia de estas aguas (esto lo he copiado literalmente de una guía).
30.000 hectáreas ocupa el Parque Nacional, Patrimonio de la Humanidad desde 1979. La caminata a los pocos minutos empieza a sorprenderte con esa sinfonía del agua con la vegetación y no te queda más remedio que echar mano de la cámara de fotos o el móvil para dejar constancia de tanta belleza.
Cada tramo que recorríamos, más asombrados nos dejaba ante otro nuevo lago, otras nuevas cascadas y esa mezcla de tonos azules y verdes crean un escenario de cuento de hadas. Por otro lado, estaba todo exquisitamente cuidado: ni un papel, ni una botella en las aguas, solo pudimos ver un pequeño cochecito de juguete que seguramente le cayó a un niño al agua y no pudo recuperarlo. Familias enteras con niños, personas mayores, perros... iban disfrutando en medio de la horda de turistas que cada día recorren esos parajes. Los lagos se bordean o se cruzan por unas pasarelas de madera perfectamente integradas en el paisaje.
La primera caminata nos llevó tres horas, visitando lo que llaman "lagos superiores". En el extremo del último lago el sendero te lleva a una estación donde un autobús articulado te recoge para llevarte a la entrada nº 1 y visitar los lagos inferiores, donde está uno de los grandes atractivos del parque: la gran cascada.
El desnivel entre unos lagos y otros es de 134 m. Cuando empiezas a descender para ver los lagos inferiores, ves el paisaje desde arriba y de nuevo la naturaleza te deja boquiabierto
A estas alturas, cerca ya de la 1 de la tarde, la presencia de personas aumenta, empieza a haber bastante aglomeración, sobre todo porque los grandes grupos empiezan por esta zona para ver esa cascada donde debe ser el lugar que más fotos al minuto se sacan en todo el país. Deciros que en determinados momentos estás parado en las pasarelas porque la gente no anda y el espacio es el que es. Pero por fin llegamos a esa cascada y desde luego no te deja indiferente
En ese momento, rodeado de tanta belleza y a pesar de algún grupillo de chavales que gritaban un poco haciéndose la foto de grupo, y después de toda la caminata, os puedo decir que me emocioné mucho. Me acordé de mucha gente que disfrutaría mucho de este lugar y de estos paisajes, en especial de mis hijos y sí, también de mi ex-mujer. Recordé momentos de vacaciones con ellos cuando formábamos juntos una familia y que estoy convencido que esto les sorprendería, a pesar de la caminata. Estar tan lejos de los tuyos en lugares así te generan el deseo de querer volver con ellos pronto y ojalá sea así. Son momentos en los que la mente se relaja y deja fluir las emociones más primarias y bueno, en fin, uno disfruta de lo que ve pero también tiene sus carencias y en ese momento salen a la luz. Es la fuerza de la naturaleza, sin más.
El camino de regreso es para coger de nuevo un barco que atraviesa uno de los lagos menores en una travesía más larga. Tuvimos que hacer cola unos 45 minutos porque había muchas excursiones, volver a subir hasta el párking, intentar comer algo y seguir viaje, porque el día no terminaba ahí. Y fuimos tocados por la suerte porque poco después de salir del embarcadero empezó a llover, lo que desluciría mucho la visita si no vas protegido por impermeables o paraguas. El caso es que de nuevo en la entrada comimos algo, pagamos el parking que a esas horas estaba completamente abarrotado y continuamos viaje. Paramos a pocos kilómetros a tomar un café, pero también a asimilar todo lo que habíamos absorbido porque sin duda fueron 6 horas espectaculares.
Sorprendían muchas cosas: los peces que los veías claramente en esas aguas tan cristalinas que hasta te apetecía meterte en ellas (está prohibido el baño); los árboles caídos al fondo de los lagos que conservaban íntegras sus ramas y tronco; incluso hay una cueva donde hay una colonia de murciélagos y te advierten que si entras es "bajo tu propio riesgo" (nosotros no entramos); los patos y seguramente otros animales (en las fotos promocionales aparecen osos) que tienen que vivir en un estado de paz inigualable. Si haces todo el recorrido a pie, la excursión son en total 19 km., pero la organización de la visita, con las lanchas y el bus articulado que para en tres estaciones, lo hace muy llevadero.
Desde luego este paraje es, sin duda, una gran fuente de ingresos del turismo en Croacia. En las localidades cercanas vimos carteles de cientos de casas que ofrecen hospedaje, ya que el lugar está un poco apartado de los circuitos turísticos (por suerte). Nosotros continuábamos viaje, nos esperaba el cuarto país de nuestro particular tour, y no por ello menos sorprendente. Aún teníamos más de 200 kilómetros de recorrido hasta nuestra siguiente parada: Ljulbjana, la capital de Eslovenia, pero eso será en otro post. El resto de las fotos de los lagos, en facebook. ¡¡Disfrutadlas!!
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