Tengo una debilidad especial por este país. Las imágenes que a principios de los 90 nos llegaban desde Sarajevo, con la población aterrorizada, masacrada y asediada por la guerra me impactaron. España tomó parte activa en la ayuda humanitaria al pueblo bosnio acogiendo refugiados en muchas ciudades (en A Coruña aún viven algunos) y enviando tropas del Ejército a localidades como Mostar, conozco yo a varias personas que allí estuvieron.
Y desde entonces mi interés por aquel conflicto creció, leyendo todo tipo de bibliografía que me diese una explicación de lo que allí ocurrió y que conmocionó al mundo. Algunas ideas ya las tengo claras, pero cuando pisas el terreno real donde ocurrieron aquellas atrocidades, entiendes más cosas y te sigues haciendo preguntas.
Para empezar, hay que entender qué es hoy Bosnia-Herzegovina. Todos creemos que es un país unificado y en el que ya no hay conflicto. Digamos que a medias. La República de Bosnia-Herzegovina está compuesta por dos entidades diferenciadas: la Federación de Bosnia-Herzegovina (compuesta de población croata y bosnia) y la República Srpeska o República de los Serbios de Bosnia (población serbia). En la primera la población es católica (croatas) y musulmana (bosnios) y en la segunda es ortodoxa (serbios). Y aunque los límites reales están claros entre las dos entidades, dado que se marcaron con los Acuerdos de Dayton que pusieron fin a la guerra en 1995, su distribución por todo el territorio es todo un rompecabezas originado no sólo por los avatares históricos que vivió esta región sino también por la geografía del mismo, entre altas montañas, ríos encajonados y planicies que hicieron de este país un auténtico laberinto y en muchos casos una cárcel que acabó siendo mortal para muchos de sus habitantes en aquella guerra de 4 años que nos avergonzó a toda Europa. El mapa actual del país, con la distribución de su población, es el que os muestro aquí:
Este es un mapa de 1998, donde la zona roja representa la parte serbia mientras la azul y verde, croatas y bosnios. Parece como si juntásemos tres barajas, las mezcláramos y las lanzásemos al aire y según cayesen, así quedaban. Y evidentemente antes de la guerra la mezcla era mayor, por lo que dio origen a las barbaridades que todos conocemos, especialmente en la parte este y sur.
Podría hablar de Bosnia como para hacer otro blog entero. Pero no es el caso. Me limitaré a narrar nuestro viaje, que empezó en un coche de alquiler de matrícula serbia en Belgrado. Primer objetivo, cruzar la frontera y con una idea previa de visitar una de esas localidades del horror que al final no hicimos precisamente por el tiempo que perdimos en las carreteras serbias y que os conté en el post anterior. Además, en Belgrado preguntamos por los puestos fronterizos que estaban abiertos y las respuestas eran intentando evitar ciertos itinerarios. Me refiero a que yo quería visitar el Memorial del genocidio de Srebrenica, en la localidad de Potočari, a pocos kilómetros de una frontera sobre el río Drina que todos nos dijeron que estaba cerrada. Me quedé con la duda porque yo creo que no era así, pero al mismo tiempo sentía que aparcar allí un coche serbio era como una afrenta e incluso podría resultar peligroso. Así que cruzamos por la frontera de Zvornik y nos fuimos encaminando a Sarajevo, aunque estuvimos a pocos kilómetros del lugar donde se perpetró la mayor matanza indiscriminada en Europa desde la II Guerra Mundial.
En todo caso, hay mucha información en internet sobre esos hechos acaecidos en julio de 1995. La página web del Memorial tiene todo tipo de información y además en Sarajevo pudimos visitar una exposición sobre Srebrenica que en cierta manera es revivir sensaciones como las que uno puede tener al visitar un campo de concentración como Auschwitz. No quiero crear morbo con esto, pero en el enlace que os he puesto en el párrafo anterior podréis saber más e incluso ver vídeos de los hechos grabados por las tropas serbias en los días de la ocupación de la localidad y los hechos de la masacre. Pienso que Europa aún no es muy consciente de lo que allí pasó y en cierta manera todos, TODOS los gobiernos fueron responsables de aquellos hechos y de no querer prevenirlos ni pararlos.
Llegamos a Sarajevo en torno a las 6 de la tarde, con un poco de lluvia y 14º de temperatura. Hoy es una ciudad que avanza al futuro y quiere dejar atrás, sin olvidarlo, su terrible asedio de más de tres años. Es una ciudad fácil para circular por ella y para orientarse, ya que el tráfico se centra en torno a la tristemente conocida Avenida de los Francotiradores y que todos tenemos en mente por las imágenes de muertos y heridos que nos llegaban por televisión. Hoy ya tiene muchos edificios restaurados, entre ellos la sede del Parlamento del país, centros comerciales modernos, pero también muchos otros edificios con agujeros de metralla y disparos que desde las montañas vecinas mataban a discreción a la población civil.
A pocos metros está el barrio turco, la Bašcaršija, y es aquí donde te das de morros con la realidad de este país y que a mi modo de ver Europa no entiende. Las edificaciones tienen varios cientos de años, casas bajas que constituían la parte vieja de la ciudad y que es totalmente musulmana, con varias mezquitas y su mercado oriental, al estilo de un gran bazar. Aquí está el centro turístico de la ciudad, los monumentos más artísticos, los locales de hostelería a donde acuden foráneos y locales. Pero aquí también está LA UNIÓN DE CULTURAS, la convivencia pacífica entre los sarajevitas que practican cualquier religión y eso es lo que te hace reflexionar. Para los momentos que vivimos en toda Europa de alarma mucha gente tendría que darse una vuelta por aquí para entender que se puede vivir con respeto al otro y en un ambiente de tolerancia absoluto. Es realmente impresionante ver cómo personas musulmanas de 20, 30, 40 años y mayores, con una indumentaria y apariencia totalmente occidental acuden a rezar a las mezquitas, se descalzan para entrar, se lavan, hacen sus rezos y a los 10 o 15 minutos salen y siguen con su vida, con su trabajo y sin molestar a nadie. Personas que tienen un puesto de souvenirs a pocas calles o te atienden después para servirte una comida en su restaurante. Y sí, las mujeres llevan sus niqab o sus hijab pero mantienen una vida perfectamente europea, muy lejos de los tópicos de Oriente Medio de mujeres sometidas. Mujeres jóvenes, incluso diría que nacidas durante o después de la guerra, algunas ya con hijos que lo que hacen es VIVIR sus creencias y atender sus obligaciones, nada más. Cuando ves y vives esto comprendes que tenemos un desconocimiento total de lo que es el Islam y que desde luego no es algo de unos cuantos fanáticos que se suicidan haciendo explotar su cuerpo y llevándose con ellos a otras personas. Más de 1000 millones de personas en el planeta son musulmanas y merecen el mismo respeto y la comprensión que los creyentes de otras religiones.
Es también curioso que, por ejemplo, si pides cerveza, automáticamente te informan que es sin alcohol y, por lógica, en las cartas de los restaurantes no hay platos que lleven carne de cerdo. Eso sí, el pan está riquísimo y las especialidades de origen árabe están exquisitas.
Y después quedan dos cosas muy interesantes que visitar. En primer lugar el "Túnel de la Esperanza", del cual me enteré de su existencia hace poco tiempo. Sarajevo es una ciudad rodeada de montañas. En los años del asedio una familia que vivía más allá de las pistas del aeropuerto, en zona libre de ataques serbios, empezó a construir un túnel desde su vivienda y por debajo de la misma pista de aterrizaje y que llegase a la ciudad para suministrar víveres, medicamentos, ropa y lo imprescindible para subsistir en una ciudad asediada y convertida en una cárcel. Ese túnel sirvió también para evacuar heridos y salvarles la vida. Hoy en día la casa se ha convertido en un museo sobre el asedio, hay una exposición permanente, recorres unos metros del túnel e incluso puedes ver un campo minado en un terreno añadido. Desde luego es sobrecogedor.
Vinculado también a la guerra está el Mercado de Markale. En febrero de 1994 un obús serbio impactó en el corazón mismo de la ciudad, en este mercado donde la gente estaba haciendo cola para conseguir pan. Allí murieron más de 60 personas y otras más quedaron heridas. Hoy se recuerda en el mismo mercado aquel hecho con un mural al fondo donde aparecen los nombres de las víctimas y el espacio donde cayó el obús con un cristal para que se aprecie el boquete que dejó. También en internet encontráis imágenes y vídeos de los momentos inmediatamente posteriores al ataque, así que os podéis imaginar lo que se ve.
Y por último el recuerdo de 1984, del año que la mitad del mundo conoció esta ciudad que albergó los Juegos Olímpicos de Invierno. Subir a las montañas donde se celebraban las pruebas quedó como una experiencia a medias ya que había mucha niebla y no pudimos llegar a lo más alto. Allí quedan los restos de aquellas instalaciones que asombraron al mundo y que hoy están entre maleza, especialmente la pista de bobsleigh que ha servido de pared grafitera para recordar al mundo que Sarajevo revive y sale adelante. En facebook pondré las fotos de todo.
Después de visitar la ciudad, el cuarto día de viaje partimos hacia Croacia. La Bosnia rural tiene unos paisajes impresionantes, precisamente por esa orografía endemoniada que tan pronto te hace subir una montaña hasta los 2000 metros como te lleva a circular por un cañón encajonado de un río. Ese territorio es muy similar a nuestra Galicia rural. Población dispersa, actividades primarias, carreteras enrevesadas y, en vez de tener una iglesia, hay una mezquita. Lo que más impacta es saber que por esos parajes mucha gente tuvo que huir del enemigo, en condiciones infrahumanas, heridos o enfermos, buscando zonas liberadas para asentarse y sobrevivir, en el mejor de los casos. Porque si por un mal azar del destino una bala oculta impactaba en el cuerpo de alguna persona, tenía muchas posibilidades de morir, de ahí que cada "x" kilómetros en la cuneta de la carretera te encontrabas una lápida pequeña con velas y flores que recuerdan el lugar donde aparecieron cadáveres. Mucho padecieron los bosnios, seguro que algunas familias completas desaparecieron para siempre o están enterrados en alguna de los cientos de fosas comunes que aún hay por el país y que se trabaja para localizarlas y exhumar los restos de todo aquel o aquella cuyo cuerpo sea demandado por sus familiares. Me quedé con la sensación de que esta gente tiene una expresión muy triste en su rostro, que eran los pobres de Yugoslavia y fueron a por ellos, que los quisieron exterminar y que esas heridas no se curan en 20 años. Y también creo que no reciben con agrado que los turistas vayan (vayamos) a visitar su país por la guerra, que preguntemos por determinados lugares que su simple mención tiene que ser duro para ellos. Aún tendrán que pasar años para que todo vuelva a tener cierta estabilidad, pero sinceramente, aquí es donde más papeletas hay para que se cumpla aquel dicho de "la Historia se repite". Ojalá no llegue a ser así.
Buenas,
ResponderEliminarDos cosas:
1 - Coincidencias de la vida: me acaba de llegar una nueva compi Serbia (tengo a otra de Macedonia por ahí y tengo grandes amigos de Eslovenia) habrá que ver qué me cuenta.
2 - "Genocidio de Srebrenica"... Yo no olvido quién fue mandado allí para defender a la población (cough, holandeses, cough) y como se quitaron de en medio (incluso condecoraron al general que tomó la orden de hacerlo).
Este último episodio, poco recordado por todos estos (recordemos: ciertas partes del mundo se encargan muy rápido de meter las cosas bajo la alfombra) es una de las vergüenzas más recientes de la historia de Centro-Europa.
Para nunca olvidar lo que se hizo: abandonar a una población indefensa ante lo que fue una muerte cierta.
Yo tampoco lo olvido, fue cobarde la actitud de los holandeses, aparte de no tratar a la población bosnia durante su estancia allí con respeto y dignidad, pasaron de ellos totalmente.
ResponderEliminarEn fin, tengo curiosidad por saber qué te cuenta esa compañera serbia de todas estas cosas, aunque tuve la impresión de que no les gusta hablar y prefieren ir olvidando el tema, están estigmatizados por todos los horrores que cometieron sus políticos y militares