Si alguien piensa que he hecho un curso acelerado de "Rambo", que no se equivoque. Ya estoy de nuevo en Amsterdam después del paréntesis navideño (¡qué bien queda dicho así, jejeje!). El caso es que no he tenido un viaje redondo básicamente por culpa de Iberia, sus pilotos y la T4. Pero como yo soy de los que últimamente ve la botella medio llena y no medio vacía, siempre busco algo positivo de aquello que, de entrada, catalogamos como nefasto.
Aeropuerto de Alvedro, A Coruña. Una mañana espléndida de enero, mucho sol (increible) y un vuelo a Madrid a las 13:35 con conexión a Amsterdam a las 15:50. El vuelo sale con 15 minutos de retraso y los tiempos de espera se van acortando. De compañero de viaje tengo a un señor ex-piloto que me cuenta sus andanzas en los aviones, entre ellas vivir un secuestro en los Emiratos Árabes (yo pensé que esa gente sólo existía en las películas). El avión aterriza en la T4 después de más de 10 minutos desde que tomó tierra en Barajas y con otros 10 minutos de retraso. Anuncian en la propia nave la puerta de embarque para el enlace a Amsterdam y ¡oh, sopresa! La T4-S aparece en mi camino. Salgo de los primeros corriendo por el finger y la terminal, con la esperanza de que el vuelo a Amsterdam tenga también un poquito de retraso. Ni de lejos, todo lo contrario, el embarque ha empezado unos minutos antes. Voy en la lanzadera subterránea hasta la T4-S. Corro hasta que mi resitencia aguanta buscando la puerta M25 y cuando llego lo único que me dicen es "lo siento, señor, no puede embarcar, el vuelo está cerrado". Les explico el retraso, que por favor me dejen subir y lo único que me ofrecen son alternativas para un vuelo posterior. "Diríjase a este mostrador y pida que lo reubiquen, hay otro vuelo más tarde". Después de recorrer tres mostradores de Iberia entre la T4-S y la T-4 cuando me atienden me dicen que ya estoy reubicado en un vuelo que saldría al día siguiente al as 8:55 h. operado por Vueling. Eso sí, hotel, traslados, cena y desayuno gratis. Mi maleta facturada se queda en las entrañas de Barajas esperando que alguien la recoja, aisladita la pobre, y yo sin cepillo de dientes, calcetines, ni calzoncillos. En fin, es lo que toca, así que después de comprobar que el hotel era un lujazo y pensar en proponer al Ministerio dar las clases de español en la propia habitación, me voy a Madrid para dar una vuelta, encontrarme con mi amiga Marypaz y "disfrutar" de la vorágine de las rebajas en "El Corte Inglés" de Preciados, si se lo hubiese propuesto a alguien que hubiese ido en mi vuelo seguro que me cambiaba.
Y después de pasar una noche un tanto inquieto en mi habitación, salgo hoy para Amsterdam sin contratiempos, con mi maleta de las primeras en salir por la cinta de equipajes en Schiphol (seguro que me echaba de menos después de una noche fría, sola y abandonada). Al abrir la puerta de mi casa después de 25 horas de salir de A Coruña os puedo asegurar que me sentí como cuando jugábamos a "polis y cacos" y decíamos "¡¡CASA!!". Me quedaban poco más de tres horas para empezar las clases en Wormerveer y ya pensaba en el tranvía a Centraal Station y el Sprinter a Uitgeest. Sin embargo, el tiempo en Amsterdam también sorprende para esta época del año, hoy se ha llegado a 10 grados y sin lluvia, así que me me propuse ir en la bici hasta la estación. Y ahí surge el pensamiento del título del post. Las piernas, por la falta de costumbre después de 17 días, no se acostumbraban a pedalear, así que por lo menos el tiempo que pase aquí servirá para mantenerme un poquito en forma, aunque el carrerón de ayer para el enlace de los vuelos me hizo quedar sin aliento.
Pues nada, que aquí estamos, que 2012 en Holanda empezó bien y ahora a esperar un mes y medio para volver. ya estuve mirando alternativas a los enlaces por Barajas, pero no hay muchas y las que me dan las webs tienen poco más de una hora de enlace, con lo cual estamos en las mismas. Espero que "San Vueling" nos eche un cabo. Saludos a todos
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