jueves, 26 de enero de 2012

Corrupción y absolución

La imagen negativa que se puede tener de nuestro país en Europa hay momentos en que está más que justificada. Por un lado queremos subirnos al carro de los mejores y de los avanzados, pero cuando vemos noticias como la de ayer con la absolución de Camps tenemos que agachar las orejas. Aunque el juicio también fue mediático, lo que nos queda claro es que los intereses de la gente de la calle van por un lado mientras que los de los políticos van por otro. Mientras vemos a un Camps sonriente por una absolución más que cuestionable, los niños de la Comunidad Valenciana tienen que ir al colegio con mantas porque el gobierno de la Generalitat no ingresa fondos a las escuelas públicas para pagar los suministros más esenciales desde abril de 2011. Y lo peor de todo es que la gente aplaude, el PP gana por mayoría absoluta y todos contentos. Yo no entiendo nada.

Analistas, tertulianos y demás intelectuales del país empiezan a debatir en platós televisivos y diarios reputados si el ex-presidente de la Generalitat puede o no volver a la política, se le devuelve su honorabilidad y se le indemniza por el daño causado a su honor (???!!!). Pero todos hemos oído en sus conversaciones telefónicas hablar de regalos como caviar, llamar "amiguito del alma" a personajes corruptos y verlo conducir un Ferrari con la alcaldesa de Valencia. Desde luego, no se puede decir que viviese humildemente. Y recalco que los niños valencianos siguen yendo a sus colegios instalados en barracones y con mantas.

Pero claro, ahora nosotros, los ciudadanos de a pie, nos quedamos tan tranquilos, ni montamos la acampada en Sol, ni salimos a la calle con cacerolas ni nada por el estilo. Entonces, ¿qué pasa aquí? ¿Es que de verdad tenemos asumido que la corrupción siempre será algo inherente a la manera de vivir española y que no la podremos sacar nunca de la vida pública? En Galicia leo que el presidente de la Diputación de Ourense se va, pero que de "heredero" del cargo queda su hijo y todo el mundo lo ve normal. O yo soy un utópico que busco una manera de hacer las cosas mejor o me he equivocado de país.

Y el recurso fácil es decir: "no somos como Grecia, Portugal o Italia". Pues qué queréis que os diga. No encuentro muchas diferencias entre Berlusconi y Baltar, por ejemplo, de hecho estoy casi seguro que coinciden en muchas cosas sobre cómo actuar políticamente y privadamente. ¿Es realmente tan difícil cambiar esta manera de hacer política que tenemos en España? ¿Cómo es que toleramos el despilfarro de dinero público con aeropuertos sin aviones (otra vez la Comunidad Valenciana), proyectos faraónicos en el Gaiás, urbanizaciones que destrozan nuestra costa desde Almería a Fisterra, oficinas de las comunidades autónomas en el exterior...?

¡¡INDIGNAOS!! Deberíamos tener el famoso libro como cabecera en nuestras mesillas de noche. Yo hace pocas semanas terminé de leer un libro sobre la revolución en Islandia. Ver cómo un país de 320.000 personas ha tumbado a su gobierno, encarcelado a sus banqueros y decirle a todo el mundo que su dinero se queda en la isla es ejemplar. A ver si alguien toma el relevo y en vez de ser una isla del Atlántico el centro informativo del mundo, acaba siendo un país de 47 millones en el sur de Europa, buena falta nos hace.




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