viernes, 16 de septiembre de 2011

Comenzaron las clases

Nada fuera de lo normal teniendo en cuenta que estamos en septiembre. Es el mes de la "vuelta al cole" en España (en Holanda algunos centros ya empiezan en agosto) y nos encaminamos al otoño. Nada nuevo, aunque en un país que no es el tuyo y en un programa educativo como este, no es fácil de explicar.

Me han cambiado un aula, este año no iré a Utrecht pero iré a Veenendaal. Ayer y hoy me reencontré con los niños del curso pasado en Heemskerk. Mientras que con los pequeños todo fue muy bien, con los mayores cuesta por muchos motivos: es viernes, no tienen motivación, el nivel es más exigente... Pero lo que más me cuesta hacerles entender es la importancia que puede tener nuestro idioma para su futuro. Es una cuestión que no valoran, la "escuela española" como la llaman todos los emigrantes está ahí desde hace décadas pero hay momentos en que no se valora como deberían este tipo de enseñanzas. Los padres saben de su importancia, pero cuesta mucho integrar tres horas a la semana de idioma en las vidas de sus hijos, mayoritariamente holandeses. Estos niños no han vivido lo que vivieron sus padres con la emigración y el problema es que todos acabamos siendo cómplices involuntarios de esa dinámica. Por un lado, tu exigencia profesional te dice que hay que cumplir y seguir un programa pero por otro te das cuenta que su realidad es otra y que hay una gran brecha entre lo que nos marca el Ministerio de Educación y lo que realmente quieren aquí. Es muy difícil explicar lo que siento porque te pones unos objetivos que probablemente sean inalcanzables, pero están luchando por ellos constantemente, o eso crees.

¡Qué agradecido fue trabajar en Ordes! Mi pequeña "tribu" que ya está en 2º de ESO me daba más satisfacciones que penurias. Aquí es diferente; mientras ves que los pequeños tienen un entusiasmo descomunal y ves que progresan, se produce lo contrario a medida que sube el nivel. Tal vez pecamos, como en toda la enseñanza de idiomas en España, de no hacerlo comunicativo, de no hacerlo práctico, y luego te das cuenta que siendo hijos de españoles se defienden mejor en inglés que en su lengua de origen (el español). ¿Quién falla? Desde luego no creo que sean los alumnos, tampoco los maestros que se supone que estamos preparados (...¿o tal vez no?), algunos padres nunca hablan español a sus hijos pero muchos otros sí, entonces ¿quién nos queda? ¿La Administración? Echarle las culpas de todo me parece demasiado fácil, pero el caso es que quién "pringa" al final es el maestro. Bueno, queda todo un curso por delante y esperemos que al final de este peculiar "embarazo" de 9 meses el bebé sea el más guapo y bueno del mundo, es decir, que estos niños holandeses sepan más español.





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