domingo, 12 de julio de 2015

TRASNOCHAR

Tengo un buen amigo que pasa muchas horas de la noche en vela por problemas para dormir. Como yo, pasó por un momento trágico en su vida y a día de hoy, después de 27 años de amistad, nos hacemos bastante compañía. La pasada noche hicimos algo voluntariamente que hacía mucho tiempo que no hacía, por lo menos yo: TRASNOCHAR.

No recuerdo cuando fue la última vez que vi amanecer en Coruña pasando toda la noche despierto y en la calle. Estuvimos con otros amigos cenando, luego de fiesta en un pub y luego en otro, para acabar tomando el tradicional chocolate con churros (por cierto yo tomé café con leche y los churros estaban regular). Éramos una pandilla de unos 8 ó 9, aunque al final acabamos 5. Cuando estaba soltero y con otra pandilla, era frecuente, sobre todo en verano, trasnochar más a menudo. Los años pasan pero curiosamente ayer ni me sentí cansado y, sobre todo, me lo pasé en grande. Sobre todo por la compañía. Recuerdo a mis "20's" beber, fumar, bailar, reirnos, cambiar de un sitio para otro, disfrutar de la juventud. Fueron buenos años. Luego, al casarme, la vida empieza a tranquilizarse, nacen los hijos y las responsabilidades te impiden seguir ese ritmo.

Ahora que vuelvo a estar soltero por obligación, creo que en dos años no había salido tanto tiempo seguido en una noche y mucho menos ver amanecer. Ni que decir tiene que no es para hacerlo todos los fines de semana, entre otras cosas porque también supone un importante presupuesto económico del que no dispongo y porque si no hay un evento o algo por lo que merezca salir ya es que ni aguanto los ruidos de la música alta ni determinadas actitudes de la gente. Sin embargo, ayer parece que hubo una buena conjunción entre el factor humano (la gente con la que estaba), el clima y el evento en sí, que tenía que ver con esa "fiebre" de la que llevo enganchado desde mi niñez, Eurovisión.

Diréis que a qué viene todo esto. Pues que a pesar de los años que pasan hacer alguna cosa fuera de la rutina te pone los pies en la tierra. Existo, disfruto y rejuvenezco. Había mucha gente más joven que yo, por supuesto, de fiesta en la noche coruñesa, pero nadie nos miraba con cara de "qué hacen estos aquí" sino más bien todo lo contrario. Cada grupo a lo suyo, divirtiéndose y sin hacer daño a nadie. La zona del Orzán sigue siendo un poco el epicentro del ambiente a partir de la 1:30 - 2:00 de la madrugada y hasta las 4:30 - 5:00. Luego la gente se desplaza a otras zonas de la ciudad y como el tiempo acompañaba había gente en muchos lugares de la ciudad. Lo bonito de vivir una noche así es ver a los que se recogen mezclados con los que madrugan. Me acosté a las 8:00 de la mañana, con un sol radiante que apetecía a continuar con el día, pero no sería físicamente aguantable. Así que me acosté y pude dormir medianamente bien hasta la 1 de la tarde porque a las 2 habíamos quedado de nuevo la misma pandilla para comer.

Después de muchos años me gustó una cosa y me disgustó otra. Me gustó lo tolerante que se ha hecho la sociedad con los estilos, las formas, las maneras e incluso la orientación sexual de los que salen a divertirse. Sin tabúes y sin tapujos. Nadie ya se espanta de unas "pintas raras" o de que una pareja de hombres o mujeres se besen en un local. Se nota una sociedad más libre para expresar las inquietudes personales, las diferentes tendencias, reflejadas sobre todo en la expresión pública de los afectos o en el aspecto externo y vestimenta de cada individuo. Sin embargo, me disgustó el "después de", la suciedad que se genera en las calles después de las noches de ocio. El coche lo teníamos aparcado cerca de la zona del Orzán y cuando nos recogimos pasamos por allí y el suelo estaba lleno de cristales de vasos, botellas, vasos de plástico, restos de bebidas, olor a orines en las esquinas, colillas... No sé si esto es fácilmente solucionable, pero es la realidad que queda para los servicios de limpieza.

Hay mucho ambiente en Coruña en verano. Las calles del centro están repletas de gente para visitar los negocios de hostelería para tapear, tomarse unas cañas con los amigos, alternar en definitiva. Negocios que aparecen como setas, había locales que se nota que son nuevos porque hace pocas semanas pasabas por allí y ni existían. Y repletos, así que se supone que dan dinero. Y tampoco muy caros a la hora de pagar. No creo que toque trasnochar de nuevo este verano porque en pocos días tendré a mis hijos y ahí las responsabilidades (y el dinero) no me permiten poder disponer de mi tiempo libre. Es su tiempo y yo el que me adapto a ellos, no ellos a mí. Si viene buen tiempo, tocará playa, hay algún evento familiar también al que acudir y M. tendrá que estudiar, que tiene pendientes para septiembre. 

En conclusión, me ha sentado bien la experiencia de trasnochar. Sobre todo para valorar y sentir que sigo vivo, a pesar de los pesares. Esta semana además había sido dura porque nuestra querida Agencia Tributaria me dio un pequeño disgusto que hubo que arreglar a tiempo, toca pagar un poco más, así que a pesar de que mi economía no está para grandes proyectos, creo que la actitud optimista en la vida (con sus altos y sus bajos) es lo que termina por enriquecer a las personas y no enrocarse en  otras disquisiciones que acaban perjudicándote. Así que nada, ya volverá la siguiente. ¡¡Disfrutad del verano!!


2 comentarios:

  1. Míralo: con lo buenecito que parecía y ahora resulta que va cerrando garitos por Coruña...

    Si es que los calladitos sois los peores :-))

    Me alegra un montón escuchar que te lo estás pasando bien: ¡Qué son dos días, Alfonso! :-))

    Paquito.

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  2. jajajaj
    es verdad..los calladitos son los peores! siempre se traen algo guardado
    besos y te felciito por el blog!!!

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