Alguno de los lectores que por aquí se asoman, especialmente los holandeses, se darán cuenta enseguida de lo que voy a hablar. El verano es una época de lectura y dado que en A Coruña tenemos una espectacular red de bibliotecas municipales, últimamente he decidido casi no comprar libros e ir a menos de 50 metros de casa y usar más la biblioteca del barrio, buscando libros que recomiendan diversas personas de mis círculos. Hace pocos días, en Facebook, una escritora coruñesa que está teniendo mucho éxito con tres novelas negras ambientadas aquí y en otros lugares de Europa (Nieves Abarca), publicaba un enlace con una lista de 10 lecturas para el verano en la que se incluía una de esas novelas, que yo ya leí y que empieza con el descubrimiento del cadáver de una chica brutalmente asesinada en el estanque de los patos del parque del barrio. Ni que decir tiene que esa novela ya la he leído hace un par de años y la recomiendo a todo el mundo porque te envuelve en una trama de corrupción, crímenes, trata de blancas, drogas, sexo... entre A Coruña y Londres. "Crímenes exquisitos" ha roto moldes y ha creado un fenómeno "fan" de la trilogía, estando sus seguidores esperando nuevas entregas.
Pero me estoy enrollando, ya que volviendo a la lista de las 10 novelas, aparecía una que tenía un interés especial para mí ya que estaba ambientada en Amsterdam porque era de un escritor holandés, Herman Koch. La novela se titula "La cena" y como no es de recibo contar aquí de qué va, sólo os daré algunas pistas. Trata del encuentro de dos parejas en las que los hombres son hermanos, que quedan a cenar en un restaurante de primera calidad en Amsterdam. Fueron convocados por uno de ellos, político que aspira a ser el próximo primer ministro del país, para hablar de un problema serio que concierne a dos jóvenes, cada uno de ellos hijo de una de las parejas. El relato de lo que acontece esa noche te engancha, además de introducir elementos de la vida del hermano que no es político y de los 4 en general, además de ser muy mordaz con los valores morales holandeses y la crianza de los hijos.
El argumento está escrito de manera impecable, con toques de humor que tal vez no se entiendan si no has vivido allí, pero que retratan perfectamente el modo de ser y de vivir de los habitantes del país, especialmente de los de clase acomodada, recalcando especialmente aspectos de la manera de enseñar en Holanda que yo he vivido y que en muchas ocasiones he cuestionado en este blog. La novela ha obtenido premios en su país, es bastante reciente (2009) y notas el trasfondo crítico que el autor hace de muchas convenciones sociales y del "estado de bienestar" holandés.
El tratamiento de las emociones de los personajes me parece extraordinario, retratándolos a la perfección. Como está muy de moda tratar asuntos emocionales en la escuela y mucha gente acude a "terapias" de este tipo, a mí me ha enganchado más. A pesar de que gran parte de sus páginas desmenuza casi al minuto todo lo que acontece cuando quedamos para cenar en un restaurante, no se hace tediosa porque anticipa que algo más va a ocurrir. Es una de mis lecturas del año y la recomiendo. A ver si algún lector holandés-español de mi blog puede darme su opinión si la ha leído (Roland, ¿tal vez tú?), incluso si la ha leído en el idioma original, ya que algunas expresiones sencillas podía fácilmente traducirlas al neerlandés y la historia para mí cobraba más sentido. Fijaos si me enganchó que en un capítulo cita el nombre de dos estaciones de metro de Amsterdam (Slotervaart y Zuidoost) y automáticamente intenté exactamente situarlas, tanto que estaba en cama leyendo y me levanté a buscar en un plano para ubicarlas correctamente. Curiosamente, las estaciones no existen como aparecen citadas, pero sí los barrios y lo que se describía en esa escena concuerda perfectamente con ese entorno que coincide (casualidades de la vida) con la zona en la que me alojé en los primeros días de mi estancia allí en septiembre de 2010.
Promete ser un verano de lectura interesante, entre "Una casa en Amargura" y alguna que otra novela más llegaremos a septiembre con más masa gris y, en definitiva, con más perspectiva de las cosas. Como siempre, la lectura te abre puertas, te abre mundos y sobre todo te hace más sabio. Y asumo mi compromiso de dedicar de vez en cuando una entrada en el blog que fomente la lectura, porque simplemente no es necesario, es vital.
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