jueves, 31 de agosto de 2017

Y FINALMENTE, COPENHAGUE

Si esperáis que ponga una foto de "La Sirenita" NO LO HARÉ. El monumento más famoso de la ciudad y probablemente de toda Dinamarca fuimos a visitarlo según veníamos de Århus y antes de entrar en nuestro hotel, porque queda un tanto alejado del centro y está plagado de turistas a todas horas. Tiene una historia un tanto estrambótica, porque la pobre escultura ha sido decapitada, pintada,  criticada... Su origen está relacionado con un capricho del hijo del magnate de la cerveza Carl Jacobsen, que se enamoró de una bailarina del Real Ballet Danés y su cara representa a esta mujer, no así su cuerpo porque se negó a posar desnuda.

Hay reproducciones por todo el mundo de la estatua, pero para que conste que este blog tiene como una de sus premisas la IGUALDAD, investigando para escribir esta entrada me entero que existe una réplica masculina desde 2012 en la ciudad de Helsingør llamada "Han" ("Él" en danés), realizado en acero pulido. Así que la foto, para esta escultura, que además es un modelo real.


Llego por segunda vez a esta ciudad que nunca me dijo nada. Una capital de un país en el que hay un alto nivel de bienestar pero que no destaca por algo concreto que pueda llamar la atención. Se podría decir que tiene cosas de todas las capitales europeas y que simplemente es un núcleo administrativo y que acoge a los organismos oficiales, es centro de comunicaciones y puerta para la Europa nórdica (o al revés, si vienes del Norte). La unión establecida con Suecia a raíz de la apertura del puente de Øresund hace de esta ciudad un enclave estratégico en la creación de una importante eurorregión que trae ya muchos beneficios no solo a los dos países sino a Europa entera.

Lo bueno es que aparcamos el coche y no lo movimos. Recorrimos su centro peatonal y disfrutamos de una visita guiada realizada por un amigo mío que conocí en Amsterdam y que ahora por cuestiones de trabajo, estudios y sobre todo amor, vive allí. Volver a reencontrarme con él, un chaval joven pero que tiene unos conocimientos impresionantes sobre muchos temas, fue muy emotivo. Nos llevó por los puntos más atractivos de Copenhague contándonos cosas interesantísimas sobre el Estado del Bienestar, el Parlamento y, cómo no, la monarquía.

Porque sí, Dinamarca es otro de los países más avanzados del mundo que tiene como forma de gobierno la monarquía. Y yo llevo años intentando explicarme cómo este país o Suecia, o Noruega, o Países Bajos, con un nivel altísimo de vida y de cultura, ni se cuestionan la forma de gobierno ni la jefatura del Estado. Mi amigo, que es republicano hasta la médula, respondió a alguna pregunta a todo el grupo durante la visita guiada y su respuesta fue que "es un referente ético para todos los daneses y son queridos por el pueblo", a pesar de que el marido de la reina Margarita, el príncipe Henrik, no es aceptado desde que llegó al país, es objeto de muchas burlas, críticas y caricaturas y genera polémicas por sus actuaciones y comentarios; sin embargo, el príncipe heredero y su mujer, la australiana Mary Donaldson, son totalmente aceptados y no cuestionados, al igual que la reina, que según nos contó este muchacho, es una mujer que opina de los asuntos sociales y toma partido, diga lo que diga el Parlamento, y eso la población se lo agradece.

Las preguntas de rigor tenían que pasar por los impuestos. Un trabajo de tipo medio como puede ser el mío paga un 37% de impuestos y de ahí puede seguir subiendo hasta pasar del 50%. Los daneses pagan y quieren seguir pagando, ya que el Gobierno llegó a plantear una reducción de impuestos y la gente salió a la calle en Copenhague a manifestarse para decir que NO, que no los bajaran. Vamos, igualito que en España.

A nivel artístico los lugares "de foto" son el barrio de los palacios de la reina, Amalienborg; el puerto de Nyhavn, hoy plagado de restaurantes carísimos; y la emblemática Christiania, esa especie de limbo que supone una ciudad libre con sus propias leyes dentro de la misma ciudad, en la que viven los más excluídos socialmente así como los nuevos pijos, hipsters y demás fauna de la ciudad y donde puedes comprar marihuana y hachís libremente en puestos en las propias calles del barrio (supongo que drogas más dañinas también, era evidente). Además para mí, que era la segunda vez que paseaba por sus calles, me pareció totalmente turistizada, gente haciéndose fotos inimaginables para subirlas a las redes sociales y decir "¡¡mirad que alternativa soy, estoy en Christiania!!" pero sin entender nada de lo que significa ese proyecto de utopía.

Por lo demás, Copenhague es una ciudad europea más, recuerda mucho a Amsterdam en muchas cosas (¡cuidado con las bicis!), obras del metro que han caído en corrupción y retrasos (sí, sí, CORRUPCIÓN!!!), grandes zonas verdes para el esparcimiento, áreas comerciales y calles peatonales, paseos en barco por los canales y unos cuantos monumentos emblemáticos. Realmente ya estábamos bastante cansados, el tiempo no acompañó y el hecho de encontrarme con mi amigo Luís, conocer a su chica y estar con ellos por la tarde y cenando ya mereció el viaje a Copenhague.

El último día nos tenía preparada una sorpresa: un cambio de vuelo inesperado y sin aviso por parte de IBERIA Express (hay que decir la empresa para quejarse bien). Resulta que entro en la web para obtener las tarjetas de embarque para el día siguiente y mi sorpresa es que ESTAMOS VOLANDO EN ESE MOMENTO, con nuestras asientos adjudicados y todo. El calor empieza a subir desde el estómago a la cara y los nervios afloran. Buscamos comunicarnos con la compañía, llamamos, nos sale una máquina de "si quiere reservar, pulse 1; si quiere alquilar un coche, pulse 2..." así hasta que después de más de 10 minutos nos habla una mujer que no tiene ni idea del cambio y nos da una opción de vuelta: Copenhague - LONDRES - A Coruña. Sin dejarle terminar le digo "SI" sin valorar las consecuencias de volar por Londres (nunca había ido), de cambiar de terminal en Heathrow, de llevar pasaporte (que lo llevábamos por suerte) y de pasar unos controles delirantes ante tanta amenaza terrorista, además hacía solo 4 días de los atentados en Barcelona.

Total que pisé territorio británico por primera vez sin salir del aeropuerto y el viaje de vuelta nos hizo conocer un poco Heathrow, que es como una ciudad dentro de otra ciudad, pero no similar a Christiania sino todo lo contrario, la meca del consumismo y de las compras a todo meter. Iberia Express aún no nos ha dado una contestación a nuestra reclamación. Lo gracioso del caso es que nuestro vuelo inicial por Barcelona sí voló, salió a la hora prevista de Copenhague y nadie allí tampoco supo decirnos por qué no podíamos volar en él.

En conclusión, hay capitales mejores que Copenhague para visitar, además el hotel aunque moderno tenía la habitación pequeñísima, el personal estaba "empanado" y no hicimos buenos comentarios de la estancia allí. Seguramente alguna vez en la vida vuelva a Dinamarca y pase de nuevo por su capital y seguramente encuentre nuevas cosas que ver. Así que por el momento os dejo una simple foto, de las más turísticas que saqué y, si alguien va por alli arriba, le doy consejos en persona. Besiños!!!




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