miércoles, 29 de marzo de 2017

#YoConPedro

Pues ya está. La carrera hacia la Secretaría General del PSOE ha arrancado. Bien es cierto que esto no se tenía que haber producido, pero los hechos que llevaron a ella son bien conocidos. He titulado esta entrada con el hastag de uno de los candidatos, el mío, el que yo apoyo y al que he apoyado desde que decidió presentarse la primera vez, Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Desde hace tres años estoy convencido de su valía, a pesar de tener todo en contra: los medios de comunicación (uno de los grandes poderes que mandan en nuestro país y en todo el mundo), los grandes empresarios y, paradójicamente, los nombres más "ilustres" de nuestro partido.

Nunca fue el deseado, ni la persona en la que esos "ilustres" confiaban. No. Más bien era un comodín para facilitar el ascenso de la candidata oficial, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. Pero eso no fue lo que nos dijeron a los militantes de base. Cuando allá por el verano de 2014 se celebraron otras elecciones primarias entre tres candidatos, el más votado fue él, frente a las opciones de Eduardo Madina y de José Antonio Pérez Tapias. Yo llevaba de vuelta en España escasamente un año y empezaba a interesarme e implicarme más en mi agrupación local del partido. Por aquel entonces se celebraron pequeños mítines de los tres candidatos en la Casa del Pueblo de A Coruña y allí escuché por primera vez a Pedro Sánchez, también a Eduardo Madina y a un representante de la candidatura de Pérez Tapias. He de decir que lo que dijo Pedro desde un primer momento me convenció, no así Madina, y que también me gustó mucho el proyecto de Pérez Tapias. Además, Pedro Sánchez era también el "preferido" por la ejecutiva local del partido.

Se celebraron las primarias, salió elegido por la mayoría de los militantes y ratificado posteriormente como Secretario General en el congreso correspondiente. Y de ahí a televisiones, prensa, debates, etc. Pronto empezamos a comprender sus ideas y, aunque no exento de errores, como todo el mundo, siguió siendo mi candidato ideal para liderar el PSOE y para llegar a ser Presidente del Gobierno. 

Al mismo tiempo, algunas voces empezaron a cuestionar su discurso. Una de sus frases más repetidas en cualquier aparición televisiva era "no me va a temblar el pulso para echar a los corruptos de mi partido". Ahí algunos y algunas empezaron a verlo como alguien del que debían tener cautela... no fuera a ser. Llegan las primeras elecciones y ya con algunas voces del partido críticas con su discurso,  los resultados atomizados por la aparición de otras dos fuerzas políticas que acababan con el bipartidismo, el PSOE obtiene 90 escaños, siendo el segundo partido más votado.

Ante la negativa de Rajoy a ser candidato a la investidura como Presidente del Gobierno, Pedro dice SÍ a la proposición del rey Felipe VI y trata de formar gobierno. Claro está que hay que buscar apoyos y después de haberlo escuchado ya varias veces por aquel entonces, tanto en campaña electoral como en televisión, estoy más que convencido que su elección era un gobierno de coalición con Podemos, o al menos con su apoyo. Pero también estoy convencido de que la consigna clara de los altos cargos y personalidades del partido, encarnados en la figura de la recién renovada Presidenta de Andalucía, Susana Díaz, la orden fue "con Podemos NO, con Ciudadanos sí, como hice yo".

Mientras, Rajoy veía los toros desde la barrera, viendo cómo el partido empezaba a destrozarse por el empeño de aquellos dirigentes que no entendían la voluntad de las urnas: PACTO. Así pues, empeñados en mantener un "status quo" de estabilidad y tranquilidad que daba el bipartidismo, vivíamos en un escenario propio del s. XIX, con una alternancia en el poder de los dos partidos mayoritarios.

Pero no, amigos, no estamos en el s. XIX, estamos en el XXI y las cosas han cambiado. Sobre todo han cambiado desde la transición y la llegada del socialismo a España allá por 1982 hasta ahora, 2017. 35 años de diferencia que han cambiado nuestra sociedad, nuestra manera de vivir, de enfrentarnos a los problemas cotidianos, nuestras relaciones económicas, sociales, laborales, territoriales... Por decirlo de una manera más simple, nos hemos modernizado de una manera espectacular, aunque también es cierto que es una modernización material y en muchos casos no mental, porque esos procesos son más lentos, pero ni España es la misma que en 1982 ni nosotros lo somos. 

Volviendo a los hechos de después de las elecciones de diciembre de 2015, el gobierno progresista y de izquierdas no fue posible. ¿Culpables? Bueno, hubo un gran culpable, que fue el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que tentó al juego de querer hundir al PSOE jugando al posible "sorpasso", negándose una y otra vez a llegar a un acuerdo con Pedro Sánchez y Albert Rivera para un gobierno que echara a la derecha del poder. Pero echando la vista atrás no fue el único culpable. Desde las comunidades autónomas gobernadas por socialistas, curiosamente en muchos casos con el apoyo de Podemos (Extremadura o Castilla-La Mancha) sus líderes tajantemente se negaron a un pacto estatal del PSOE con Podemos. ¿Seguían instrucciones? Todos los indicios apuntan que sí, que las órdenes llegaban desde más al sur, desde Andalucía y desde su líder Susana Díaz y sus antiguos "padrinos" políticos, claramente enganchados a unos aparatos de poder que les suponen un bienestar y tranquilidad personal y vital que no les dan otras opciones. Se empezaba a trabajar en la conjura que pocos meses después ocurrió.

En ese panorama llegamos a las segundas elecciones en junio de 2016. Pablo Iglesias juega y pierde, aceptando de mal grado la derrota; el PP obtiene más escaños y el PSOE pierde 5, 3 de ellos en Andalucía, quedándose con 85. No hay prácticamente opción de un gobierno alternativo a Rajoy. Si antes era difícil, ahora lo era más. Pero tampoco lo hay del PP, con lo cual todas las miradas van hacia el PSOE y particularmente hacia Pedro Sánchez. En las primeras semanas del verano se veía más o menos claro que antes de unas terceras elecciones habría que facilitar que Rajoy fuese presidente de alguna manera. Yo mismo vi esa opción como la menos dolorosa para nuestro partido. Pero Pedro Sánchez no renunció al NO. Los casos de corrupción en el Partido Popular no doblegaron su postura y todo se precipitó después de las elecciones en Galicia. El PSOE no conseguía arrebatar a Feijoo la presidencia de la Xunta y de ahí al aciago Comité Federal del 1 de octubre fueron horas. Pero su destitución fue entendida como una traición de aquellos compañeros y compañeras que no querían perder sus privilegios y Pedro Sánchez se convierte en el paradigma de la honradez y de la coherencia como nunca antes tuvo el partido. Renuncia también a su escaño en el Congreso en una comparecencia en la que su emoción nos embargó a todos y el drama de la abstención del PSOE para que vuelva a gobernar la derecha se consuma. El electorado socialista no entiende nada y el grito de "NO ES NO" se convierte en una seña de identidad de los partidarios de Pedro.

Después del trauma y de la gran brecha que se abre en el partido, la sensación generalizada entre los militantes de base es la de traición por parte de compañeros al Secretario General electo. A las pocas horas de dejar todos sus cargos, Pedro Sánchez concede una entrevista televisada a Jordi Évole donde deja bien claras cuáles son sus ideas e intenciones en un ejercicio de sinceridad sin precedentes y en una clara oposición a aquéllos que lo derrocaron. No se trata de que haya que unirse a Podemos sí o sí, sino de que si no queremos seguir el mismo camino que los partidos socialistas europeos hay que avanzar con lo que nos pide la sociedad. Y desde luego ese mensaje de avance no lo da Susana Díaz, anclada en su poder territorial y en una concepción de la política excesivamente servil y clientelar.

No me considero un visionario, pero sí tengo clara mi opción. Me entristece que muchos dirigentes y militantes de mi partido no vean que es necesario ese avance en nuestras políticas socialdemócratas y que Pedro Sánchez encarna ese espíritu de renovación, no Susana Díaz. Y seguramente en su mandato en Andalucía haya hecho políticas socialistas, pero no ve más allá. Espero que las nuevas primarias del PSOE sean limpias porque la traición de octubre ha tenido consecuencias menos visibles para todo el partido, que es la desconfianza que han generado los dirigentes históricos y los líderes regionales entre la militancia de base. Sin embargo, Pedro Sánchez en su propuesta nos ha devuelto la ilusión, nos demuestra transparencia, diálogo y sobre todo PROGRESO, avance acorde los tiempos que vivimos.

Con un partido defenestrado, dirigido con una gestora cuestionada por muchos, con dudas sobre su imparcialidad y sobre todo, con su preferencia hacia la candidata de Andalucía, además de estar encantada la derecha con la elección (ayer fue portada de los periódicos más reaccionarios del país, como ABC o La Razón), sólo pido como militante DE BASE y claramente posicionado a favor de la candidatura de Pedro Sánchez que el proceso sea LIMPIO, que no se vuelva a producir un bochorno como el del 1 de octubre, que se permita el uso de cualquier Casa del Pueblo de cualquier rincón de España al candidato o candidata que lo desee para informar y participar de este proceso sin trampas. Pedro dice muy claro que sus enemigos no están en el PSOE, sino en la derecha. A ver si el clima de crispación que existe se rebaja un poquito y se cede, porque lo que se percibe y lo que se publica es que no, que "tiene que salir Susana elegida sí o sí" y cualquier escenario que no cumpla esto es el apocalipsis. 

Dicen que escribo bien. Yo creo que no. Porque si escribiese bien tendría los suficientes recursos para hacer comprender a muchas personas que solo Pedro Sánchez puede encarrilar al PSOE en el s. XXI. Me cuesta mucho expresar POR QUÉ lo tengo tan claro sin herir sensibilidades, sin caer en la descalificación del otro. Solo veo que, si Pedro no fuese el elegido, me gustaría que fuese Patxi López. Pero Susana Díaz no. Ella no puede encarnar un nuevo proyecto socialista para España porque   se queda anquilosado en el pasado. Como dije antes, no soy visionario, pero es lo que siento y lo que me dice mi razón. #SiEsSI, sí al cambio, en todos los aspectos. Y tiene que llegar porque si no llega, tendremos derecha hasta el 2100.

En apenas dos meses lo sabremos. Mientras, oiremos de todo y para todos, el partido seguirá en una lucha interna que, de no resolverse, tenderá a una escisión. Cada uno ha hecho su composición de lugar y actuaremos en consecuencia. Arderán las redes sociales, leeremos reproches, descalificaciones y pocos elogios, pero dicen que cuando uno está convencido de lo que cree y de lo que desea, tiene que poner todo su empeño en ello. Pues eso. #YoConPedro



1 comentario:

  1. Hombre: "sólo hay una persona que" es un planteamiento muy absoluto, cosa que me da mal rollo, pero es debatible.

    Es toda una interesante historia la de este señor: otro que intentaron poner como hombre de paja (Zapatero fue el primero, pero, 11-M de por medio, ganó cuando nadie pensó que eso sucedería) y les salió rana.

    De las cosas que has escrito (muy bien, por cierto) me llaman la atención dos cosas:

    1. Que afirmar que no le temblaría el pulso, para echar a corruptos de su partido, le hiciera sospechoso.
    2. La famosa entrevista en La Sexta cuando dimite.

    Lo primero ya debería ser preocupante (que un partido se ponga nervioso porque su líder afirma que la gente acusada de corrupción sería mostrada la puerta), pero lo segundo (la entrevista), y esa la recuerdo, tuvo traca, porque me la vi en streaming desde Holanda...

    Ahí es donde uno ve los tejemanejes que, eso sí, cuando te echan a la calle, entonces sí merecen ser contados (hasta entonces, muy calladito, sabiendo lo que sabía).

    Quizás por eso el poder y sus instancias me repugnan: nada es lo que parece, nada es lo que es, sólo un infame teatro donde te hacen odiar a los muñegotes, mientras otros señores, entre bambalinas, mueven los resortes y los hilos de todo lo que sucede.

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