domingo, 13 de marzo de 2016

¡DEPRISA, DEPRISA! - ¡DESPACIO, DESPACIO!

Poco que contar. Los días y semanas pasan en la más habitual de las rutinas. Trabajo, hijos, familia, un poco de ocio. Pendientes en España de esa aritmética post-electoral para ver si se forma gobierno o no, a casi ya 3 meses de la celebración de las elecciones. Todo muy "del Sur", que dirían en Europa. Lecturas de todo tipo, experiencias en clase, mucho facebook y whats app (¿qué hacíamos antes de que existieran las redes sociales?), invierno que se acaba sin demasiado frío y pensando ya en las inminentes vacaciones de Semana Santa y un poco ya en las del verano,

El tiempo pasa y no perdona. No es una frase hecha, es la realidad. Ves que tus mayores se hacen más mayores, con sus achaques y dolencias, y empiezas a ser consciente de que no son inmortales y cualquier día te dan la tristeza de irse y piensas "¿cómo estaré (y sobre todo, cómo seré) cuando yo sea anciano?". Y por otra parte ves también que los hijos crecen, que empiezan a tomar sus pequeñas decisiones y a plantearse cosas en una sociedad cada vez más complicada. El otro día esperando en un semáforo había un grupo de jóvenes en torno a 22-24 años, con aspecto universitario y por unos instantes me transporté a mi época de universitario (aunque yo con esa edad ya andaba por León estrenándome como "profe"). ¡Cómo hemos cambiado!, pensé en ese momento. Ahora es todo más momentáneo, más de vivir el presente sin preocuparse dónde van a caer, con quién van a formar una vida (o no formarla) y nos volvemos más "provisionales" para todo, si me entendéis la expresión.

Recuerdo que precisamente estando dando clase en Ponferrada una compañera que acababa de regresar de Estados Unidos donde había ido para dar clases de español en un programa del Ministerio de Educación, me explicaba cómo entendían la vida los americanos: "allí todo es provisional: tienes un coche provisional, una casa provisional, un trabajo provisional y hasta una familia provisional". No existe esa cultura de "trabajo para toda la vida, casa para toda la vida y familia para toda la vida". La individualidad imperaba como valor positivo y de reafirmación de la personalidad de cada individuo, valga la redundancia. Y yo, que en estas cosas siempre fui un poco clásico, o bastante, me costaba entenderlo y aún ahora me resulta algo negativo, algo que nunca quise vivir y que por circunstancias parece que vamos abocados de cabeza a ello.

Y también, como ya comenté alguna vez aquí, vivimos en la cultura de la inmediatez, avalada por la existencia de Internet y las prisas de esta sociedad. Si quiero comprar un vuelo, por ejemplo, y plantarme en Londres a cenar, lo tengo a un par de clics desde mi pantalla de ordenador; necesito que vengan a arreglar la lavadora porque vertía agua y lo necesito YA, no pueden decirme que tardarán una semana. Incluso en clase, los chavales te preguntan algo o te plantean un problema y la solución tiene que ser inmediata, sin tiempo a reflexionar. Es curioso, pero cuando les hago algún examen a mi grupo, que generalmente tienen entre 8 o 10 preguntas y entre que se colocan, reparto, etc., les quedan 40 minutos de tiempo (las clases son de 50 minutos). Pues la mayoría a los 20 minutos han acabado, entonces aparece mi respuesta mágica: "¡repasa!", y se oye un resoplido y al minuto te dicen "¡ya repasé!". Creo que alguien con dos dedos de frente que haga políticas educativas debería plantearse introducir yoga en el currículo y técnicas de relajación "slow" porque estamos creando futuros ciudadanos y ciudadanas alienados.

Tal vez sea por eso también que la sensación de que el tiempo va más rápido la tenga más interiorizada. Y cuando soy consciente y me digo "¡siéntate y relaja la mente!" no puedo pasar más de 10 minutos sentado sin hacer nada, enseguida necesito encender la televisión o recuerdo que hay que sacar la comida de mañana del congelador para prepararla más tarde o que es necesario pasar el aspirador en las habitaciones porque hace una semana (o más) que no lo has hecho.

Este año cumplo 25 años de trabajo. Hace pocos días me sorprendí a mí mismo leyendo una información sindical sobre las jubilaciones, si es que para cuando toque jubilarse aún existe la pensión estatal. Automáticamente regreso a la realidad y digo "¡pero si aún soy muy joven!", pero no, no lo soy tanto. Jóvenes son los que vi en el semáforo o las pandillas que salen a las 2 del instituto cuando yo subo para mi casa andando o los que se van de botellón. Estoy convencido que ya he vivido más de la mitad de mi vida y no me quejo de lo que he hecho, pero también tengo la sensación en determinados momentos que la tenía que haber aprovechado mejor, quizás por ese frenesí en el que vivimos constantemente y que nos empuja a hacer más cosas, comprar más artículos innecesarios, leer no sé cuántos libros al año, tomar 5 raciones de frutas y verduras al día, lavarse los dientes tres veces, dormir mínimo de 8 horas, hacer deporte dos o tres veces por semana como mínimo, acudir a una clase de pintura, yoga, pilates, manualidades o filosofía oriental; y todo eso compaginado con las actividades de tus hijos (yo no tenía a su edad), comprar alimentos para llenar la despensa, tener la ropa limpia y planchada, limpiar la casa - incluyendo ventanas, cortinas, alfombras, electrodomésticos... - actualizar tus perfiles sociales en la red, ir a tal acto de tu asociación, partido político, club o grupo. Creo que mejor empezamos a valorar lo de la filosofía "slow" que nos vendrá a todos muy bien. Fíjate que lo están haciendo los políticos españoles con lo de formar gobierno, así que ¡cómo no vamos a poder nosotros!

Hace un día espléndido, así que empiezo hoy, me voy a pasear y disfrutar del sol y del paisaje. Pásenlo bien.



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