viernes, 15 de mayo de 2015

EDUCACIÓN

Si miramos las etiquetas más usadas desde que se creó este blog, una de las más recurrentes es la de "educación". El caso es que siempre ha sido referente a mi profesión, al trabajo en el aula, tanto aquí como en Holanda, a los sistemas educativos, a sus leyes, etc. Sin embargo hoy quiero hablar de la "otra" educación. De la educación que normalmente se dice que hay que aprenderla en casa y que tal vez no fuese esa la palabra más acertada para incluir todos aquellos valores, conductas y actitudes de convivencia o trato entre iguales, es decir entre personas, tengan la edad que tengan.

A veces oigo con hartazgo decir que los jóvenes y niños de hoy son maleducados. No estoy de acuerdo en absoluto. Muchas experiencias vividas me hacen reflexionar y posicionarme a favor de las personas más pequeñas de nuestra sociedad. La cuestión es que en el transcurrir rutinario de un día cualquiera de nuestras vidas, ocurren situaciones inesperadas que te hacen valorar si una persona es o no educada. Hay personas que ya tienen un talante maleducado de por sí; sin embargo, por lo general, es un comportamiento defensivo ante situaciones negativas que ha vivido esa persona o también por nunca haber sido educadas, generalmente personas mayores con poco nivel cultural, de reacciones muy primarias ante un conflicto y a las que no les puedes plantear una situación de diálogo porque se consideran los poseedores de la razón, o más bien de su razón.

Pero más peligrosas me parecen las personas que sí han tenido acceso a una educación más que suficiente, incluso universitaria, y que adoptan actitudes maleducadas disfrazadas con un aura de "lo importante soy yo y tú no" adquirida en un curso acelerado de coaching, o "mira que guay soy que emocionalmente estoy desarrollada y te voy a decir a ti lo que te pasa". Es un perfil de persona tóxica muy peligrosa porque infligen un daño mayor en otra persona que no tenga desarrolladas determinadas estrategias sociales.

Y curiosamente vivo a veces estas situaciones que, por ser yo una persona que no reacciono rápidamente ante un ataque verbal precisamente porque me faltan algunas de esas maravillosas estrategias de las que hablé arriba, me afectan un poco, dependiendo generalmente de quién venga la contestación. 

Estos días de campaña da lugar a muchas situaciones de este tipo. Mis compañeros de candidatura y yo estamos de lleno implicados en nuestro objetivo de ganar las elecciones en A Coruña, hacemos reparto de propaganda electoral por la calle, vamos a encuentros, pequeños mítines, etc. Ayer íbamos un grupo de 4 ofreciendo nuestro programa siempre con buenas palabras:

- "Buenos días señora/caballero. ¿Me permite darle el programa del Partido Socialista?"

Seguro que ya el lector se está imaginando unas cuantas respuestas. Y somos conscientes de que la situación política y social actual de España no es la óptima, pero ahí es cuando sale la vena agresiva de algunos y contestan de una forma, sí, MALEDUCADA

- "¿Para qué? ¡Sois todos unos ladrones!" (sin mirarte ni a la cara y algunos hasta gritando). Ejemplo leve de respuesta maleducada. 

Y digo "LEVE" porque las hay peores, sobre todo cuando cogen el programa con desprecio, miran la foto de nuestra candidata y empiezan a "rosmar" en voz baja delante de ti, para pasar a los pocos segundos a levantar la voz y empezar a increpar, aparte de hacerte preguntas sobre temas variados de economía, servicios públicos, política, etc., sobre los anteriores gobiernos socialistas, de malas maneras e incluso, como os digo, teniendo que advertirle de buenas maneras que "mire, yo no soy un ladrón" y cosas similares, permitiéndose la libertad de juzgar lo que vamos a hacer en cuanto lleguemos a ocupar un cargo público (quien lo ocupe):

- "Después todos os olvidáis de lo que pone aquí y os dedicáis a robar, a beneficiaros vosotros". 

Generalmente estos comentarios vienen de gente mayor, por encima de los 70 años, gente a la que precisamente por educación no respondes, pero que habría que hacerlo y cada vez noto que no aguanto tanto el quedarme callado y decir 4 verdades.

Otras personas están enfadadas, cogen el programa, hacen que se van pero vuelven con una actitud de diálogo a la defensiva, para ver si realmente les convences. Ahí es cuando merece la pena hacer campaña y convencer porque alguno sí se va por lo menos con una sonrisa en la cara. Hace un par de días lo vivimos con un señor a quien se dirigió nuestra candidata, Mar Barcón, que se sorprendió que fuese ella quién estaba por la calle ofreciendo su programa, pero después de los primeros segundos de sorpresa, empezó su crítica. Mar se paró a dialogar con él, a luchar el voto y no sé si llegó a convencerle, nunca lo sabremos, pero por lo menos el señor empezó a ojear el folleto que dimos y alguna sonrisa echó.

También los hay que simplemente dicen "no, gracias", siguen su camino pero no te contestan de malas fomas. Perfectamente educados, estamos en una sociedad libre en la que cada uno tiene su manera de pensar y de decidir  su voto; curiosamente este grupo es de una mayoría joven, generalmente de mi edad o menos.

Pero como decía antes los peores son los tóxicos, los que te quieren hacer ver que el equivocado eres tú y que ellos/ellas, con palabras no agresivas, pero que esconden una gran maldad y manipulación, te tratan de ignorante sin llamártelo y llegan incluso a insultarte sin hacerlo, con una sonrisa en la cara de "porque yo lo valgo". ¡OJO a estos individuos! Porque tienen la capacidad de, cuando notas que ya no cuela su "mundo happy", se vuelven mucho más agresivos verbalmente y te quieren hacer sentir aún peor, construyéndose una coraza en torno a su "ego" para que no les rompas su teoría del mundo y del entorno. Y no es fácil enfrentarse a ellos porque sí, tienen la estrategia de la manipulación muy desarrollada y saben en donde cojeas y donde te pueden dar para herirte.

He vivido situaciones con personas de este tipo, especialmente desde mi regreso de Holanda y por el motivo que lo originó. Con algunas prefiero no intercambiar ni siquiera un saludo, aunque suene maleducado, pero es que no permito que entren en mi mundo para intoxicarlo, porque sufro. Con otras intento mantener las distancias y la "línea roja" muy clara, aunque su sola presencia me genera una ansiedad innecesaria.

Por suerte, tengo mucha más gente positiva y que me aporta, que gente negativa en mi entorno. Y los que son positivos los considero educados, sino tampoco me gustaría estar cerca de ellos. Yo tengo la cualidad de pensar que las personas, por naturaleza, son buenas; y a pesar de que me he llevado "palos" muy gordos con algunas de ellas y que me han prevenido ante ataques posteriores, quiero seguir pensando que hay bondad, que las personas tienen un objetivo positivo cuando se embarcan a hacer algo. He conocido en los últimos meses a gente nueva a raíz de mi afiliación política. Gente con la misma ilusión e ideas, con un objetivo común. No puedo decir a día de hoy que sean amigos para toda la vida, pero sí que son gente en la que se puede confiar en una determinada situación, pasar un momento agradable (que ya los estamos pasando) y, en definitiva, gente educada.

A pesar de todo, te das cuenta de lo importante que es la labor docente y la labor familiar para EDUCAR, para inculcar esas actitudes que todos esperamos ver en el otro. Y ayer lo viví con un niño, en la biblioteca. Estaba aguardando para pedir un libro, pero no había una cola definida y estaba atendiendo al "whats app" del móvil. Un chaval de unos 11 ó 12 años se puso detrás de las personas a las que estaba atendiendo la bibliotecaria. Al verme a mí que levantaba la cabeza de la pantalla del móvil y me puse detrás de él, me dijo:

- "Perdone, señor, ¿estaba usted haciendo cola?".

Simplemente sonreí y empecé a pensar que sí, que estamos cambiando el mundo, que estamos haciéndolo bien. Y mi respuesta fue:

- "Tranquilo, no pasa nada si tú pasas delante. Realmente no sé si es mi turno o no ahora, pero no importa".

En pocos segundos cogí mi libro, salí de la biblioteca y me fui con mis hijos, feliz, aunque a algunos/as les pese.



1 comentario:

  1. Alfonso, supongo que son los daños colaterales de representar una cara política. Si yo estoy cabreada con los políticos y pienso que son unos ladrones, en el momento en que un representante político me cae a mano, igual me apetece 'transmitirle' mi opinión, y no te paras a pensar en la persona en sí, sino en lo que representa.

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