miércoles, 3 de abril de 2013

DESDE GRÖNINGEN A ROTTERDAM

Entre cajas de libros, ropa, cacharrada en general estuve estos días después de la mudanza, adaptándome al nuevo espacio y a la nueva situación. Aún así, siempre había hecho alguna salida en el "puente" de Semana Santa. Aquí no hay vacaciones, pero se celebra (en la mayoría de las localidades) el Viernes Santo ("Goede Vrijdag") pero sobre todo el Lunes de Pascua ("Tweede Paasdag"). La iconografía en comercios, calles y domicilios particulares incluye el tradicional conejito y los huevos decorados. Hemos tenido, entonces, 4 días libres. El viernes aproveché e hice la mudanza, pero el sábado ya nos buscamos una excursión y nada menos que al norte, a Gröningen, una de las ciudades capital de provincia y con un marcado carácter universitario. Dos horas y cuarto de tren para conocer una ciudad que tiene alguna cosa interesante pero que no deja de ser una ciudad más. Lo mejor, la subida a la "Martinitoren" o torre de San Martín por una enrevesada escalera de caracol no apta para claustrofóbicos; al final del recorrido, unas hermosas vistas de la ciudad y alrededores, eso sí, con un frío todavía muy invernal.


Una comida normal, otro paseo para ver los rincones más característicos de la ciudad, café en un museo muy de diseño y vuelta a Amsterdam. La ciudad tenía mucha animación porque era día de mercado y los puestos eran peculiares y variados, entre ellos uno muy interesante sólo de setas. Por cierto, venden muy mal la ciudad a nivel turístico porque en la oficina de Turismo no te informan de casi nada y la tienen más como lugar de venta de recuerdos que de verdadera información, recordad que aquí se paga por un folleto turístico, pero el hecho de no decirte que para subir a la torre hay que pagar tres euros y coger allí la entrada (estando la torre enfrente) es de delito. Otra más de la poca formación que hay a nivel de restauración y turismo.

Al día siguiente me esperaban en Rotterdam. Estaban por estos lugares la mujer y los hijos de mi compañero el año pasado José Luís, que llevaba esa zona y vivía en la ciudad portuaria. Allí también viven otra pareja y su hija con los que al año pasado compartimos momentos muy agradables. Nos encontramos para comer y la verdad es que fue muy emotivo, sobre todo para la familia de mi compañero porque visitaron los lugares en los que hacían su vida cotidiana el curso pasado. Paseamos, hicimos fotos, el obligatorio café y de nuevo las despedidas, pero sólo un hasta pronto porque quedamos en vernos en Galicia en verano. A una familia así se les echa mucho de menos porque su estancia aquí fue muy motivadora en muchos aspectos, además a mí me trataron como de su familia y me sentí muy querido por ellos. 

Si me pongo a pensar en kilómetros en dos días hice más de 400, entre subir a Gröningen y bajar a Rotterdam (se entiende en el mapa porque en metros ya sabéis que en Holanda nada de nada). Por suerte los trenes funcionaron bien y pude salir un poco del ajetreo de la mudanza. Aún estaré unos días con papeleos, organización y orden en la casa nueva, etc. Por cierto, a los que visitan mi facebook quise gastarles una pequeña broma anunciando la que supuestamente era mi casa.


Evidentemente, no lo es, se trata de una de las mansiones de un bulevar de Gröningen. Si pudiese permitirme alquilar una casa así, no estaría en la ALCE seguro ;)

Por otra parte, abril ha llegado aún con frío, sale el sol pero no calienta lo suficiente como para quitar la bufanda y el gorro (prueba evidente es la foto). Sobreviviremos, non queda outra, pero no os podéis imaginar cómo se puede echar en falta un día de sol y poder pasear por un parque dándote los rayitos en la cara. Recuerdo hace unos años que el 14 de febrero había gente en la playa de Oza tomando el sol ya en bikini y los más atrevidos bañándose. Impensable por estas latitudes. Lo mejor es que ya queda menos para volver a casa, unas tres semanas. Como decimos en Galicia, falamos...

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