No se trata de una bebida, no tengo sed; ni de un número de un musical, no estaba el tiempo para fiestas. El Mediterráneo, ahora que llega el verano, vuelve a ser noticia, y no precisamente por las vacaciones. Si hace ya un par de años nos partía el alma la foto de Aylán muerto en una playa de Grecia, son de nuevo ahora las oleadas de inmigrantes los que nos vuelven a remover la conciencia. Y el barco Aquarius se ha convertido en un símbolo de la política inmigratoria de Europa, dando una lección de iniciativa y solidaridad el nuevo gobierno de España.
La noticia ya se sabe: España permite atracar en el puerto de Valencia a un barco sobrecargado de inmigrantes que los gobiernos de Italia y Malta se negaron a acoger. En Italia, por cierto, conocimos a un nuevo personaje al cual no vamos a calificar encarnando las conductas más xenófobas de esa Europa que no nos gusta, Matteo Salvini, ministro de Interior de un enésimo gobierno populista y extravagante del país de la pizza. Un hombre joven que no se corta un pelo al decir que hay que echar a los gitanos de su país y que a los que son italianos "habrá que soportarlos y mantenerlos aquí", pero al que tampoco le escuece la boca al hablar de "carne humana" que viene de África y que no quieren en su país. Peligroso no, lo siguiente. Ante esto, Pedro Sánchez abrió las puertas de España a las más de 600 personas, entre ellas 123 niños de los cuales algunos venían solos, sin ningún familiar, para que llegase el barco a puerto y fuesen acogidos como una cuestión de humanidad. Mujeres que habían sido obligadas a casarse con 14 años, violadas, torturadas, maltratadas en algún caso hasta abortar y hombres que habían sido tratados como esclavos y que vivieron atrocidades dignas de cualquier película de la Alemania nazi. Pues aún hay países que dicen NO a los derechos humanos dentro de Europa, con discursos como el del muchacho este italiano.
También dentro de España salieron políticos de derechas diciendo "a ver quién viene en ese barco", pero fue la presidenta del Congreso, Ana Pastor, la que elegante y magistralmente dijo ante las cámaras que "todo lo que sea para ayudar a las personas está bien hecho" la que hizo callar a muchos de sus compañeros cavernarios. Y así, hace ahora cerca de dos semanas, el Aquarius llegó a Valencia junto a dos barcos más que se utilizaron para que el primero no llegase sobrecargado de gente, en lo que constituyó una llamada de alerta a toda Europa ante el drama que continúa en el cementerio mediterráneo. En definitiva, BRAVO por la iniciativa del gobierno socialista de España y particularmente del Presidente del Gobierno y ahora a actuar, porque desde Marruecos llegan pateras y lanchas neumáticas repletas de personas en más número que los inmigrantes que llegaron a Valencia; estamos de nuevo ante otra oleada de inmigración a la que Europa debe dar respuesta porque está moralmente obligada.
He llegado a oír comentarios de calle del estilo "a ver dónde los metemos porque en Coruña no caben", a lo que yo he llegado a contestar "¡pues en Soria, que está despoblándose!" porque me parece tercermundista que haya gente que se niegue a socorrer y a acoger a personas que han salido de un infierno y a las que hay que prestar ayuda SÍ o SÍ. Y no valen los argumentos de "nos quitan los pocos trabajos que hay, se les da sanidad gratuita sin cotizar nada..." como si no tuvieran derecho a una vida digna que en sus países no la tienen. Es cierto que el problema hay que atajarlo en su origen, pero una vez que se tiran al mar en una lancha de juguete, hay que ayudarles y protegerles, sin discusión. ¿Alguien puede estar observando impasible escenas como esta?
Sin embargo, la actualidad nos da otra bofetada a toda la sociedad ante otra noticia que deja a uno perplejo. Y esta vez referida a nuestro sistema judicial. Hace menos de una semana la Audiencia de Navarra dejaba en libertad bajo fianza de 6000 euros a 5 individuos prehistóricos que están acusados de haber violado (que no abusado, aunque el código penal diga que fue abuso y no violación) a una joven de 18 años en las fiestas de San Fermín de Pamplona en 2016. Tal asco me produce el nombre genérico del grupo de individuos que, en recuerdo de mi desaparecida amiga Olga Patiño, luchadora feminista incansable, me niego a nombrarlos así y prefiero calificarlos como homínidos en su estado primitivo, de cerebro reptiliano y con tendencias dominantes hacia el género femenino.
Lo triste del caso es que se supone que hay que respetar las decisiones del poder judicial. Y yo lo siento pero en este caso no. No cabe en mi cabeza que haya un sector no solo de la sociedad, sino de uno de los poderes del Estado, que no mantenga a estos individuos en prisión por un acto de dominación, sumisión y VIOLACIÓN de una mujer simplemente porque jurídicamente la definición exacta de "violación" implica intimidación y dominación de la víctima y según los vídeos que grabaron ellos mismos mientras la chica tenía sexo oral con cada uno de ellos en un habitáculo de 6 m2 no fue por imposición ni forzándola, sino porque ella quiso, aparte de alardear en las horas posteriores con su grupo de amigos de Sevilla en una red social con comentarios del estilo "follándonos a una entre los cinco. Puta pasada de viaje". No, queridos amiguitos, no iban con intención de hacer eso, ¡cómo se os puede ocurrir pensarlo! Iban con la intención de dormir desde las 11 de la noche en un hotel para levantarse a las 7 de la mañana e ir a correr delante de los toros, sin más. Además, ¿qué hacía ella allí con 18 años? No era lugar para una chica de su edad, tendría que haberse quedado en Madrid con sus papás porque podría toparse con gente desalmada que lo harían daño y no, no puede ser (ironía modo on). Sencillamente, ASQUEROSO.
Y el caso es que estos 5 energúmenos, uno de ellos guardia civil y otro militar, llegan a Sevilla después de dos años y en su barrio son recibidos como héroes por parte de algunos de sus vecinos, sintiéndose si cabe más importantes por todo lo que ha supuesto este caso. En realidad, eso es lo triste. Una parte de la sociedad se dedica a defender un estilo de vida consistente en la primacía del hombre sobre la mujer y de la victimización de ésta, que sea sumisa, obediente, que dé ejemplo de virtud y moral y sin poder sentirse libre de vivir como ella decida. Y no se cortan un pelo en manifestarlo ante una cámara sus familiares y amigos diciendo que "siempre fueron unos chavales buenísimos, que no dieron ningún problema", cuando en realidad ese entorno endogámico en el que vivieron siempre mantiene esas estructuras y pensamientos patriarcales. Sencillamente, REPUGNANTE.
Pero hay esperanza. Las redes sociales no se callan, las personas en la calle tampoco, hombres y mujeres que creemos en la igualdad pensamos que #NoEsAbusoEsViolación y seremos nosotros los que pondremos a esta gente en el sitio que se merecen, no sé si en prisión o en la calle, pero espero que en su conciencia esté su castigo. Aquí, en Galicia, con motivo de una de nuestras fiestas mágicas, San Xoán, cuando el solsticio de verano llena nuestra tierra de hogueras para quemar lo malo y dejar lo bueno, en una parroquia de Redondela se acordaron de ellos y los representaron en la hoguera, no con ánimo de quemarlos cual Inquisición, pero sí de simbolizar lo que rechazamos totalmente y "espantamos" para que se lo lleven las meigas.
Así, entramos en el verano de 2018. Una de cal y otra de arena. Cara y cruz, el ying y el yang. Ojalá no haya noticias ni situaciones desagradables hasta septiembre, pero bueno, la vida es esto y con lo que venga hay que bregar. Y, recordatorio importante, hoy hace 5 años que regresé de Holanda... ¡cuántas cosas han pasado! Por el momento, aquí seguiremos.