sábado, 21 de diciembre de 2013

TIEMPO AL TIEMPO

Hemos oído esta expresión cientos de veces. Este año, si cabe, yo le ha oído más que nadie, mi amiga Pelocha me entenderá a la perfección. En mi nueva situación personal hay veces que el tiempo no pasa y otras en que hay que ocuparlo con lo que sea porque, de no hacerlo, se te viene el mundo encima. 

En las últimas semanas he recibido llamadas de teléfono de verdaderos amigos que me siguen iluminando el camino. También, al estar cerca Navidad, llegan mensajes y vídeos por el ya cotidiano "whatsapp" que te hacen ver que hay muuuuuuucha gente pendiente de ti en distintos lugares. Recibir mensajes de cariño desde Holanda de alumnos y padres es algo que aumenta la autoestima enormemente. Y también he descubierto algo que ha ensanchado ese camino. En una conversación por Skype alguien me dijo que la dichosa empatía sólo puede ser positiva cuando nos ponemos plenamente al 100 % en la perspectiva del otro, cuando llegamos a entenderle aún a pesar de ir en contra de lo que nosotros pensemos.

No sé, no quiero resultar soberbio ni entendido, pero vivir un episodio traumático en tu vida sirve para construir nuevas competencias emocionales, positivas, por supuesto. Últimamente me doy cuenta que en la rutina de las clases con mi "tribu" de 28 niños para resolución de conflictos entre ellos tengo más estrategias. Pero sobre todo, aplicar la "pedagogía del cariño", la que me enseñó mi gran amiga Marypaz, es una garantía de éxito. Hoy dieron las vacaciones de Navidad en los colegios y os puedo asegurar que, aunque es necesario el descanso, sentí cierta pena por no poder ver a los niños en 20 días, los voy a echar de menos y sé que ellos a mí porque al salir a las 2 me deseaban Feliz Navidad con una expresión risueña y de cariño en su cara: recibes lo que das, si das cariño, también lo recibirás.

Yo siempre he tenido muchos momentos de soledad en mi vida, a pesar de vivir hasta los 21 con mis padres y desde los 26 casado. Ahora, en esta nueva soledad, cualquier tarea doméstica o laboral no trato de hacerla lo más rápido posible, sino que noto que hay momentos en que me recreo en ella. El simple hecho de reciclar papeles, recoger los platos del escurridor o hacer la cama, acaba siendo no una tarea rutinaria, sino un paso adelante en mi proceso de transición. Hay tareas que siempre me dieron mucha pereza hacer, planchar sobre todo. Sin embargo, el otro día, planché en un tiempo razonable un par de coladas y lo hice con más cuidado y esmero del que lo hacía antes.

En cierta medida, adiós al stress. Me levanto a las 8 y me da tiempo a asearme, desayunar, fregar la taza del desayuno, ventilar, hacer la cama e incluso ver los primeros correos del día al tiempo que me entero de las primeras noticias de la mañana. A las 8'50 salgo para el colegio y en menos de 5 minutos estoy allí: esto se llama calidad de vida (y no es para dar envidia). Sé que es sólo por este curso, que tendría que darse una conjunción interestelar y planetaria para que me diesen definitivo en el centro en el que estoy, desde luego si ocurre lo prefiero a que me toque la lotería el día 22 (que también, ya puestos a pedir…).

Y el tiempo pasa, para algunos más lento que para otros. Y el tiempo pone las cosas en su sitio y ordena  las mentes y el mundo entero. Y es verdad, aunque el ser humano se empeñe en ir en contra de él. ¿O no quedamos hartos uno de estos festivos de Navidad cuando pasamos horas delante del televisor sin nada que hacer, viendo "Sonrisas y lágrimas", por ejemplo? En esos momentos deseamos el ritmo frenético del día a día, pero luego necesitamos un "stop". Yo creo que ahora llevo una buena relación con la distribución del tiempo, en casa me da tiempo a todo y en el colegio queda alguna cosilla por hacer pero que no afecta al desarrollo normal de las clases.

Llegan dos semanas de delirio consumista y de mensajes de que "todos somos buenos y nos queremos mucho". Pura patraña. Para mí el mejor día será el de la lotería y si toca ni os cuento. El resto, lo podían suprimir. Siempre fue el día de Fin de Año el que más me gustó, cuando era más joven para salir hasta las 8 o 9 de la mañana y, además, porque fue el día en que me enamoré de la persona que elegí para compartir mi vida allá por 1995. Este año quedará esa nostalgia, pero deseo entrar en 2014 con buen pie y beneficiarme lo máximo posible de las oportunidades de todo tipo que me dé. Aún así, deseo a todos un BÓ NADAL y que cada uno tenga un 2014 que supere en todo a lo vivido hasta hora, aunque ocurran sucesos traumáticos; siempre deberemos salir adelante, estamos obligados a hacerlo. Hasta pronto.


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