domingo, 29 de septiembre de 2013

DE NUEVO SANTIAGO

Debe ocurrir alguna conjunción estelar negativa para que este verano la capital de Galicia esté pasando por sus peores momentos de cara a su proyección internacional. Si en la víspera de su fiesta mayor supimos del grave accidente de tren que tantas víctimas dejó y del que aún hoy se sigue hablando en los medios de comunicación, esta semana otro suceso tan espeluznante como incomprensible ha puesto de nuevo a Santiago en las conversaciones de medio mundo. Los más avispados ya sabéis de lo que se trata y los que no, es el asesinato de una niña de 12 años cuyos autores parecen haber sido sus propios padres, una pareja muy conocida en la ciudad por su profesionalidad (ella abogada, él periodista), tanto como lo eran los abuelos de la niña ya fallecidos (él abogado, ella profesora universitaria).

Lo que parecía un crimen de una menor por parte de un degenerado ha acabado convirtiéndose en la versión más macabra de cualquier película de terror. La niña, de origen chino, adoptada por la pareja, apareció muerta en una pista forestal a unos 5 kilómetros de su casa el pasado domingo.  La conmoción en la ciudad fue tremenda, pero más aún cuando, después de su funeral, la primera detenida es su madre y posteriormente su padre, acusados ambos no sólo de la muerte de la menor sino también de la planificación del crimen por motivos económicos desde meses atrás. Y con la sospecha de que la mujer pudo haber asesinado también a sus progenitores en diciembre de 2011 y julio de 2012 respectivamente por el mismo motivo.


La ciudad está conmocionada y no se habla de otra cosa en cualquier cafetería o comercio de sus calles.  También en Coruña y en toda Galicia, ya que la sucesión de los hechos y la entrada en escena de los motivos por parte de los padres dejan a uno boquiabiertos. Pero la cuestión al margen de cualquier programa de televisión que fomentan el morbo ante una noticia como esta es: ¿Hasta qué punto la mente humana puede llegar a transtornarse de tal forma que sea un padre o una madre los que maten a su propia hija? 

Cuando vemos un caso así en las noticias siempre nos dan un perfil cultural y socio-económico medio-bajo y acabamos asociando estos casos a personas con poca cultura y que actúan por un arrebato. En este caso, ocurre todo lo contrario: gente de alto nivel económico, una reconocida histórica posición social en la ciudad y una alumna brillante como era Asunta. ¿Hace eso el crimen más atroz, si cabe? Cuando como educador nos dicen que debemos trabajar en los niños conceptos tan abstractos como la empatía y vemos que ocurren estas cosas, ¿cómo se puede hacer eso?

Mientras escribo esta entrada los supuestos asesinos ya pasan su segunda noche en la cárcel. Nadie se aventura a decir ni es capaz de demostrar qué pasó ni el motivo por el cual lo hicieron, pero para la sociedad ya están juzgados. Los gritos de "¡asesinos, asesinos!" a la llegada de los padres al registro judicial en sus domicilios te recuerdan los tiempos de la guillotina, donde no hacían falta muchas pruebas para que rodaran cabezas. En cierto sentido no hemos evolucionado mucho desde entonces porque si en ese momento no hay protección policial a los padres los linchan. Pero el miedo está en conocer si uno mismo podría llegar a hacer algo así en un momento psicótico. Tu compañero de trabajo, tu vecina sonriente de la puerta de al lado, la vendedora de la tienda de comestibles del barrio o la persona que duerme contigo al otro lado de la cama... Mejor no pensarlo

Una carrera universitaria nos puede dar muchos conocimientos sobre una rama del saber, pero no nos enseña nunca a conocernos ni a conocer al otro, a empatizar, a expresar nuestros sentimientos y emociones y conocer los sentimientos y las emociones de los demás. Tengo clarísimo que lo más difícil en esta vida es comunicar sin herir. Vivimos en una sociedad que nos fomenta el egoísmo y la individualidad, dejando a un lado el Humanismo. Somos personas que sentimos y eso hay que educarlo, para posteriormente comunicarlo a los que nos quieren al margen de cualquier situación económica o laboral. Estoy convencido que si todos saliésemos de nuestra concha, de nuestra coraza, no llegaríamos a ver tantos sucesos como este, que aterroriza. Y no es fácil, pero tampoco es imposible.

Esperemos que no vuelva a ocurrir nada trágico en Santiago ni en otro punto de Galicia o España, aunque siempre surgirá alguna noticia de este tipo que te traspase el alma. Mientras, empecemos a conocer nuestras emociones y empecemos a expresarlas a los otros, seguro que saldremos beneficiados.
Y Asunta, D. E. P.


1 comentario:

  1. Aterrador: interesante además lo de atribuir a una cierta posición social la incapacidad de cometer los crímenes más aterradores.

    Vivimos en una sociedad clasista donde, hasta el que menos lo cree, sostiene ese tipo de postulados.

    Y luego, desgraciadamente, la vida nos enseña que, con más dinero o menos, con mayor o menos prestigio, al final todos vamos al baño y no dejamos de ser ese terrible ser que es capaz de crear los frescos de la Capilla Sixtina y los hornos de Auswitch...

    Aterradora historia.

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