lunes, 19 de diciembre de 2016

ALEPO

Asi, de entrada, todos identificamos este nombre. Pero poco sabíamos de esta ciudad siria antes de la guerra civil que azota el país desde hace 5 años. Esta semana la ciudad ha sido tomada por las fuerzas gubernamentales de Bachar Al Asad con la ayuda siempre omnipresente de Rusia en los últimos meses mientras Europa miraba, una vez más, hacia otro lado.

Alepo es la principal ciudad de Siria, con mayor población que su capital, Damasco. Más de 2.300.000 personas viven en su núcleo y en su entorno metropolitano. Es la ciudad económica por excelencia del país... o más bien habrá que decir "era" porque viendo las imágenes que llegan gracias sobre todo a las redes sociales la han convertido en una ciudad fantasma, completamente destruída y  con la población diezmada.

Y parece que el conflicto de Siria nos importa un bledo, es algo que ocurre más allá del Mediterráneo, en uno de esos países árabes con una dictadura disfrazada de democracia y que, en fin, "que se maten entre ellos". Pero es necesario empatizar, pensar sólo por unos instantes que estaríamos hablando, haciendo un símil, de nuestra Barcelona y que ha quedado arrasada: sin Sagrada Familia, sin Parque Güell o sin los edificios de Gaudí. Pero sobre todo, con miles de civiles masacrados. Hemos visto que se han bombardeado hospitales infantiles, que grupos de voluntarios llamados "cascos blancos" se quedaron en la ciudad para facilitar toda ayuda humanitaria que pudiesen. Y hemos visto bombardeos en lugares que podrían ser Las Ramblas, el mercado de la Boquería, la Plaza de Catalunya, la Diagonal... ¿Queréis más comparaciones?


Las imágenes del vídeo (podéis "entrar" en 360º moviendo el ratón) estremecen y las crónicas que llegan de las personas que aún siguen allí nos auguran un nuevo genocidio. Se habla de que civiles que apoyaban a los opositores al régimen se entregan rendidos e instantáneamente son fusilados, incluídos niños. Si aún estamos descubriendo lo que significó para la guerra de Bosnia la toma de Srebrenica y la masacre posterior de civiles, pensemos que lo mismo puede ocurrir en Alepo y tiene todos los visos que así sea. Y mientras, el alcalde de la ciudad pide en Europa "acciones REALES y no palabras", Europa mira hacia otro lado.

Hace 8 años, en Irlanda, durante un curso de inglés, había conocido a un chico sirio que estaba en mi grupo. Durante las clases hablábamos frecuentemente y recuerdo que me animó a estudiar árabe porque me abría las puertas de 22 países en donde es idioma oficial. No mantuvimos el contacto, pero era un chaval que tenía aspiraciones de futuro, creo recordar que estudiaba medicina y tenía un expediente fantástico. Hoy tal vez esté muerto, pero estos días me he acordado mucho de él. Si vive, ¿dónde estará, qué pensará, ejercerá su profesión, tendrá cerca a su familia...? Desde luego ajeno al drama no puede estar, todo esto en caso de que siga con vida.

Acabando 2016 y a punto de celebrar en el mundo cristiano la Navidad mi recuerdo es para los ciudadanos sirios, muchos de ellos refugiados a los que no dejamos entrar en Europa, o bien los dejamos ahogarse en el Mediterráneo; otros están allí, en ese infierno y con un futuro más que incierto. Viendo las imágenes reconstruir no solo la ciudad sino el país entero supondrá muchos años de esfuerzo, un negocio para determinadas empresas de "países amigos" y esperemos que cambios en sus políticas, aunque viendo las circunstancias de la toma de esta ciudad pocas esperanzas hay.

En fin, triste final de 2016 en Siria. Un recuerdo para todos aquellos que ya no están y un NO OLVIDEMOS a los que aún sobreviven


1 comentario:

  1. A mí lo que me aterra es la xenofobia: el absoluto desprecio que tenemos hacia esa gente.

    A su vez, está claro, el choque cultural entre la gente de allí y de aquí es evidente (pagan justos por pecadores).

    Escuchar a la gente joven utilizar lenguaje que recuerda a otras latitudes, en otro tiempo, me asusta...

    Pero ya se sabe: los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla.

    Hemos creado generaciones de inútiles con acceso ilimitado a la información al conocimiento sin capacidad de juicio o razón para entender o manejar ese tsunami informativo: las consecuencias las estamos empezando a pagar.

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