lunes, 23 de abril de 2018

TUTORÍA PARA UN ADOLESCENTE

Mi hijo está haciendo un ciclo de Formación Profesional. Después de mucho penar por la cuestionada ESO, durante la cual llegó a repetir un curso y durante 5 años fue para él un suplicio, acabó aprobándola en septiembre de 2017 y en pocos días teníamos que matricularnos en "algo" para seguir la formación. Atraído por los ciclos formativos de varias ramas, al final empezó un ciclo medio de la familia de Comercio y Marketing que lleva el nombre de "Actividades comerciais".

El instituto que lo oferta en A Coruña no está cerca de casa, por lo que tiene que levantarse temprano, coger un autobús urbano y luego andar un poco hasta llegar a su centro educativo. En su clase no iba nadie que conozca, así que tuvo a narices que buscar sus estrategias para integrarse en el grupo asignado y empezar una nueva etapa educativa. Al principio empecé a preguntarle cómo se encontraba y un día mientras comíamos su respuesta fue como una demoledora sentencia: "al menos es útil".

A partir de ahí solo quedaba esperar a las notas del primer trimestre. 7 asignaturas o módulos, con un horario exigente, mucha práctica más que teoría y el resultado llegó: 6 aprobados y una asignatura suspensa, FOL (Formación y Orientación Laboral), que dada la novedad pues había que tener cierta indulgencia. En el 2º trimestre la rutina de ir al instituto se estableció pero en casa no le veía trabajo alguno con sus asignaturas y mucho juego en el ordenador. Llegaron las notas y hubo un suspenso más, por lo cual decidí solicitar una entrevista con su tutora, profesora además de la segunda asignatura suspensa.

Allá me fui el viernes pasado, en una situación que me parecía bastante extraña ya que en un aula de ciclos formativos hay alumnado que bien podría estar ya en la Universidad, muy heterogéneo en intereses, edades, situación personal, etc. La tutora me informó de la situación de mi hijo de una manera cordial y opinando sobre lo que ella pensaba acerca de su motivación, intereses, situación en el aula, etc. Y no se equivocó mucho. La cuestión es que hablamos de un adolescente de 17 años que básicamente es eso, ADOLESCENTE pleno. Y un joven aún menor de edad que en su aula tiene gente bastante mayor que él y con los que se relacionan pero sin soltar prenda en casa, eso sí, con una actitud últimamente contestataria, desafiante, introvertida y en la que un adulto de 48 (o sea, yo) no debe inmiscuirse bajo amenaza de ser calificado por tu propio hijo de carca, antiguo, etc.

Nunca pensé que iba a vivir esto. Porque yo con 17 fui rebelde con las normas, aunque en el instituto no tenía problemas y en casa tampoco muchos, a pesar de enfrentarme con cierta frecuencia a mi padre sin llegar más allá que la típica y tópica discusión adolescente. A su favor tengo que decir que mis padres jamás se metieron en mis gustos, en mis salidas de ocio, en mis aficiones... sabían con quien andaba, confiaban y nunca, por ejemplo, tenía hora para llegar a casa un sábado por la noche. Pero la diferencia es que yo era completamente autónomo e independiente para organizar mis horarios, mis estudios y mi vida, llena de cambios y transformaciones en esa etapa difícil que de una manera u otra te marca.

Pues bien, reconozco que no soy capaz de ver esa situación en mi hijo y últimamente discutimos con más frecuencia. No lo veo autónomo ni independiente a pesar de que dice que ojalá pueda irse pronto de casa y vivir en un piso de alquiler "con sus amigos". Hay días que ni lleva llaves, ni móvil, ni dinero y cuando vuelve a casa y le digo que cómo se le puede olvidar todo su respuesta es "¿y para qué me hace falta?". Definitivamente, es posible que me esté haciendo viejo.

Esperemos pues a junio, a las temidas notas finales. Su tutora me dio esperanzas y me contó que no es difícil aprobar, pero que sí le gustaría verlo más motivado y con más interés por el ciclo que está haciendo, dado que estos estudios están enfocados a integrarse mejor en el mercado laboral. Y esa palabra clave, MOTIVACIÓN, es la que deberíamos meternos todos los que nos dedicamos a la docencia en la cabeza, desde Ed. Infantil hasta la Universidad.  Creo que en las primeras etapas educativas los maestros somos bastante motivadores, pero donde falla estrepitosamente la estrategia motivadora es en la ESO. Y no creo que sea por la calidad de los profesores, habrá de todo como en botica, sino por la propia estructura de la etapa y de las decisiones que en los claustros de profesores se toman sin tener en cuenta lo mismo que le está ocurriendo a mi hijo: los cambios de la adolescencia y el despertar a la vida, fundamental para ellos y encorsetados para nosotros que creemos que somos los poseedores del guión absoluto de su evolución y no, no lo somos. Podemos marcarles el camino pero no hacerlo por ellos, tienen que tropezar y caer, levantarse y seguir, evitando poner obstáculos innecesarios e intentando suavizarles y ayudarles en los más duros. Pues en esas estamos, entre medias con cabreos absolutos, esperemos que en un par de años o tres si sigo aquí escribiendo pueda contaros que algo hemos conseguido.


4 comentarios:

  1. La parte más difícil en el proceso formativo y educacional de un hijo es hacerles entender la visión a largo plazo, así como las consecuencias de nuestros actos en el corto y medio plazo a su vez.

    Esta es la parte que, cuando yo tuve la edad de tu hijo, tuve la suerte de entender (años más tarde me daría cuenta de que mi padre tenía razón: en algunas cosas se equivocó, pero en lo fundamental, efectivamente, lo clavó).

    Y hoy en día, un padre lucha contra mil y un factores de distracción que ofrecen satisfacción a corto plazo (que es para lo que los seres humanos estamos condicionados: buscar satisfacción a corto plazo, posponiendo las consecuencias hacia un largo plazo que no somos capaces de entender).

    Suerte señor: la vas a necesitar...

    ResponderEliminar
  2. Hola, perdona que comente como anónimo. Tiene 17, mi consejo, construye un vínculo con tu hijo en el que no hables de su futuro ni de sus estudios, trata de compartir algo con él, que vuestras conversaciones no sean solamente tú dándole consejos. Cuéntale tus problemas personales, tus problemas laborales, anécdotas de tu pasado, de la familia, no sé, algo con lo cual consigas que te vea como una persona, no como un juez. Si ves que se te escapa, te diré un truco que le ha servido a una amiga, fingió una pierna rota y le pidió ayuda a su hija, así logró recuperar el vínculo.
    A veces por poner énfasis en lo académico, arruinamos la comunicación.
    Perdona nuevamente por meterme donde no me importa, saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu consejo, toda ayuda es bienvenida. Lo que ocurre es que cuando las aficiones de tu hijo no tienen que ver NADA contigo (le encanta el manga, el anime y los e-sports) hay días que convive en mi casa como en un hotel: habitación en pensión completa. Pero no te quito razón.

      Un saludo, lectora "anónima" (¿o lector?)

      Eliminar
    2. Pues hay animes que son grandes obras de arte como la tumba de las luciernagas, no te cierres...
      Luego encargale las compras de los alimentos y pidele ayuda para cocinar �� Saludos de anonima.

      Eliminar