domingo, 17 de enero de 2016

CERRANDO CÍRCULOS

Hay teorías por ahí que dicen que en la vida hay que ir cerrando círculos. Cuando ya media vida tuya ha pasado (ojalá se cumpla la otra media) hay muchos momentos de reflexión personal, dados también por la madurez de los años y de las experiencias vitales. Empiezas un proyecto y lo acabas, quedándote con lo bueno de él aunque haya fracasado y tirando lo malo; etapas más largas como en mi caso la estancia en Holanda, está prácticamente cerrada, aunque me queda algo por hacer: volver a Amsterdam unos días y cerrar, definitivamente; otras etapas se pueden constituir cuando vives en un lugar y te cambias de domicilio, vendes un piso y compras otro en distinta localidad, etc.

Hay otros círculos más amplios en el tiempo, más vitales. Para algunos, la etapa de la adolescencia-juventud parece que se prolonga muchos años; la etapa estudiantil, en la Secundaria, en la universidad; círculos sentimentales, esa novia que te dura 5 años y que luego todo se esfuma; o ese matrimonio que se termina después de x tiempo. Este círculo, en mi caso, no está cerrado y no lo estará nunca porque quedan unos hijos como vínculo, multitud de objetos y recuerdos que acompañarán hasta el final.

Pero si cabe los más importantes son los círculos que creamos en torno a nuestra personalidad, a lo que realmente nos forma como personas y que generalmente tienen que ver con una o varias personas que lo formaron. Yo llevaba con un círculo abierto desde hace 23 años y hoy, casualidades de la vida, empieza a cerrarse en positivo. Tiene que ver con uno de los pueblos donde di clase, allá entre 1993 y 1997, Tapia de Casariego. Allí conocí a muchas personas, compañeros, alumnos, familias, vecinos... Fueron años de risas, de fiestas, de trabajo, pero también de conformación de una manera de ser en la que tuvieron que ver muchas experiencias allí vividas.

Llegué a Tapia el tercer curso de mi carrera laboral y fue mi primer destino definitivo, con 23 años. Un joven Alfonso, con muchas ganas de trabajar como ahora (eso no lo he perdido), se instala en este precioso pueblo de la costa occidental asturiana, el cual por aquel entonces estaba bastante alejado en tiempo y comunicaciones del centro de Asturias, siendo más fácil y rápido llegar por ejemplo a Lugo o A Coruña que al mismo Oviedo. Aquel septiembre recalamos en un colegio una buena hornada de maestros y maestras jóvenes, cada uno con su especialidad, que supuso un revulsivo no solo en la dinámica del centro sino también en la vida rutinaria del pueblo. Un pueblo como Tapia, que vive del turismo veraniego, tenía en estos maestros nuevos clientes para los pisos de alquiler, para sus locales de hostelería, para en definitiva convivir e integrarse en él. Todavía alguno de aquellos maestros sigue allí, en aquel colegio; otros estuvimos unos pocos años porque en realidad para alguien de Asturias era una especie de exilio al estar a 140 km de la capital, haciendo imposible el ir y venir a sus domicilios todos los días. 

Yo pasaba muchos fines de semana en Tapia y no venía a Coruña. Era un lugar tranquilo y se vivía muy bien. La gente nos conocía, nos acogió con cariño acostumbrados a convivir con lo más variopinto del veraneo, así que no era difícil hacer amigos entre las gentes de allí, aunque siempre con la dualidad del que se crió en una ciudad y del que siempre vivió en el pueblo. Tapia es un lugar además muy frecuentado en verano por personas famosas y conocidas, recuerdo que en esa época recibimos la visita en el colegio del mismísimo Ministro de Educación (en aquellas fechas Gustavo Suárez Pertierra, de mi partido, por cierto) porque tenía una importante vinculación con el instituto de la localidad, ya que en su biblioteca él había estudiado hacía ya también unos años sus oposiciones.

En Tapia hice buenos amigos, no sólo entre mis compañeros, sino también entre el alumnado y sus familias. Cuando llegué allí daba Música a todo el colegio, por aquel entonces de 1º de Primaria a 8º de EGB, que aún existía. Tenía alumnos de 5 a 15 años, adolescentes a los que sólo les llevaba 8, podían ser perfectamente mis hermanos. Y como yo siempre tuve el don de conectar con ellos, recuerdo aquellos 8º de EGB con tanta "hormona", que eran la primera vez que tenían clase de Música, enseñándoles a tocar flauta e instrumentos de placa, a bailar o los rudimentos del lenguaje musical. Fue impactante la primera clase de Música que recibieron, con el "We will rock you" de Queen para hacer percusión corporal, sus caras no daban crédito al aporrear el suelo 34 chavales y chavalas con sus pies y dando palmas. Además, si salías un viernes o un sábado a tomarte algo por la noche, allá te los encontrabas en la discoteca o en los "pubs" del puerto y siempre había muy buena relación con ellos. En mayo tres compañeros más y yo nos los llevamos a Mallorca de viaje de estudios y hubo días que volvíamos al hotel a las 3 de la madrugada, contándome los muchachos y las muchachas sus "ligues" y amores y yo convirtiéndome muchas veces en su confidente.

Con dos familias de estos muchachos tuve una relación más estrecha: iba a su casa a tomar un café, algunas veces a cenar o comer y entablamos una relación de amistad muy estrecha. Tanto fue así que estando en Tapia también fue época para mí de una relación sentimental un tanto complicada y posteriormente de la que acabaría siendo mi mujer, aunque ninguna de las dos era de allí. Estos amigos conocieron a ambas parejas y de hecho vinieron a mi boda a Coruña, siendo para mí un honor y un orgullo poder decir que a mi casamiento vinieron alumnos y ex-alumnos míos.

A pesar de lo allí vivido, que fue muy intenso por muchos motivos y porque, como dije, fueron experiencias que iban modelando mi forma de ser y actuar ante la vida y el mundo, con uno de esos amigos tuve un final complicado. Llegamos literalemente a dejarnos de hablar por hechos que vistos en perspectiva no tienen una justificación convincente. No sabría decir con exactitud qué fue lo que provocó ese enfrentamiento, aunque la inmadurez, la inseguridad y sobre todo una mala gestión de determinados hechos y emociones, provocaron que cuando salí de allí de vuelta ya a Galicia, no tuviese una reconciliación ni una charla con una de esas familias y en concreto con ese amigo que significó mucho para mí y yo mucho para él.

¿Y todo este rollo por qué? Pues porque ese círculo quedó abierto, esa herida nunca cicatrizó, pero hoy empieza a hacerlo. Hace unos meses y gracias de nuevo a las redes sociales (a partir de ahora tendré que dedicar el 16 de enero a San Facebook), localicé a ese amigo que ya tiene hoy 37 años. Encontré su perfil por el "post" que hizo otro amigo de aquí sobre un club de remo de la zona, adonde yo lo llevaba muchos días a entrenar. Y entre las fotos del club lo localicé. No voy a mentir que dudé si solicitarle amistad o no, eran casi 20 años sin contacto y nunca sabes cómo puede reaccionar una persona ante un reencuentro con alguien que desapareció de su vida bruscamente y de malas maneras, no lo voy a negar. Malos entendidos, desconfianzas... hicieron que nos distanciáramos y fue doloroso.  Pero no tenía nada que perder. Podía contestarme o no, podía hacerlo bloqueando su perfil para mí o ignorándome, pero no lo hizo y en menos de una hora estábamos hablando por teléfono como si no hubieran pasado 20 años; volvimos automáticamente a conectar, a querer saber el uno del otro y a querer contarnos estos 20 años, que han dado para mucho, para él y para mí. Y lo bonito de esto es que sientes que lo que vivimos allí creó una semilla, un poso, porque él también tuvo siempre la esperanza de encontrarme alguna vez. 

Os puedo asegurar que me emocioné mucho, que sentí que el círculo empezaba a cerrarse y que esa amistad se retomará y es probable que pronto, ya que por su trabajo (casualidades de la vida) viene a Coruña con bastante frecuencia y ya hemos quedado para vernos y charlar, charlar mucho y de muchas cosas. La vida da muchas vueltas y no es una frase hecha, pero yo creo que las cosas cuando ocurren pasan por algo, desde luego el origen y evolución de este blog así lo ha demostrado. Siempre se saca algo positivo ante un hecho, aunque sea el más terrible que te ocurra, aunque la experiencia sea mala. Y desde luego lo que se aprende es que la vida son dos días y que no vale la pena tener conflictos entre tus personas queridas y mucho menos alargarlos en el tiempo. Y todo esto básicamente por una cosa: porque al final tú te sientes mejor y puedes enorgullecerte de ello.

Hoy el día empezó bien, por otros motivos, y terminó mejor porque sé que este reencuentro será muy positivo para mí en muchos aspectos. Os iré contando.





1 comentario:

  1. Pues franca enhorabuena entonces, y que no decaiga :-))

    Abrazos,

    Paquito.

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