viernes, 21 de febrero de 2014

UCRANIA TAMBIÉN ES EUROPA

Estoy consternado por los acontecimientos de las últimas semanas en Ucrania, pero especialmente por los de hoy. En pocas horas, más de 100 muertos por enfrentamientos entre la población civil y la policía. La verdad, las imágenes recuerdan mucho a aquellos primeros momentos en Sarajevo hace ya más de 20 años y mucha gente se teme lo peor. Se habla de posible guerra civil y, no nos olvidemos, Ucrania es Europa, está a 4 horas de avión de nuestro país.

Ucrania es un país más grande que España, de hecho, exceptuando Rusia, es el más grande en extensión del continente, 100000 km2 más que España y con una población similar (44 millones). En 1991 se independizó de la URSS tras la caída del Muro de Berlín y empezó su camino hacia la democracia, no sin problemas ya que el cambio fue brutal. Hace 10 años vivió la llamada "revolución naranja" y a pesar de la voluntad de Europa esa transición se está convirtiendo en un sendero con muchos escollos. La presión de "mamá Rusia" es enorme y de hecho las revueltas tienen su origen en la negativa del presidente Yanukóvich a acercarse a Europa y desprenderse de la dependencia rusa... o por lo menos eso es lo que nos cuentan los medios de comunicación.

De todos es conocido mi interés por los procesos políticos en los países del Este, especialmente en la antigua Yugoslavia. Dentro de unos años iremos descubriendo que lo que nos contaron nada tiene que ver con lo que realmente ocurre allí. Los casos de Croacia y Bosnia-Herzegovina hace 20 años pusieron en evidencia la hipocresía de Europa y sus políticos, permitiendo matanzas sólo por intereses estratégicos y de equilibro de fuerzas precisamente con Rusia. Me da la impresión de que en Ucrania está ocurriendo más de lo mismo. Las fronteras de Europa ya están ahí, a las puertas del país, pero por su subsuelo discurren suculentos gasoductos que comunican con Asia y nos garantizan estar calentitos en nuestras casas de Occidente en los días fríos de invierno. Aguardo que en Ucrania no se repitan sucesos que nos hagan bajar la cara de vergüenza como ocurrió en Srebrenica, en Vukovar, en Sarajevo o en Mostar, por poner sólo unos ejemplos, a mediados de los 90.

Y aquí llega la cuestión fundamental: la labor de los políticos de un pueblo. En España estamos como ya sabemos todos y nuestros gobiernos nacional y autonómicos a lo único que están es a no quede ver nuestras verdaderas necesidades como ciudadanos. Y en Ucrania, más de lo mismo, pero imaginemos una calidad de vida como podríamos tener en España hace 20 años y con ganas de avanzar, de integrarse en Europa y dejar ya de una vez por todas la mentalidad y modos de vida soviéticos. En cambio, su presidente prefiere derramar sangre y no escuchar a su pueblo antes de ceder a lo que ofrece Europa, repito, partiendo de la premisa de que Europa es "mejor" que lo que ofrecen por otro lado.

No parece tener una solución fácil a corto plazo la situación creada en el "granero de Europa". Lo próximos días serán trascendentales y poco a poco iremos conociendo la verdad de todo. Lo que está claro es que una situación con 100 muertos en pocos días por represión política indica un claro fracaso de los gobernantes, sean del color que sean, así que es más que demandable su dimisión y que el pueblo hable. Aún así, he robado del Facebook de un amigo el siguiente mapa (en inglés) sobre la situación política del país. Me imagino que las redes clientelares en las regiones y el grado de corruptelas en pequeñas localidades será muy alto, pero cuando en la capital, en Kiev, está pasando algo tan grave, hay que reaccionar, con o sin apoyo de Europa o de Ruisa, pero estar a la altura.

Deseo suerte a Ucrania, a sus ciudadanos, a los ucranianos que viven en España y que estarán pendientes de sus familiares en el país, alguno conozco yo. Sé que son momentos de angustia, pero tenemos que tener confianza en que todo se solucionará a corto plazo y que no vuelva a haber sangre una vez más en Europa. Para que podáis seguir lo que se cuenta en las redes sociales, la REALIDAD de esta situación, visitad este enlace en Facebook al "Euromaidan in English"




domingo, 9 de febrero de 2014

COMUNICÁNDONOS

Últimamente noto cómo utilizando el lenguaje de una forma u otra puede hacer que el mensaje que comunicas sea recibido por tu interlocutor como un ataque, una sugerencia, un halago o una muestra de cercanía. Después de los meses que llevo en mi nueva vida, estoy más atento a cómo lo uso y a cómo lo usan conmigo. Y saco conclusiones.

Está claro que la comunicación es aquella facultad del ser humano para transmitir lo que piensa, siente, opina o simplemente comenta, pero dependiendo de la forma en que lo hagas puede reportarte sanos beneficios o crearte enemigos por doquier. Una buena comunicación es la base de nuestras relaciones sociales y en muchos casos la garantía de éxito para la amistad, el amor, los negocios, las gestiones cotidianas o el aprendizaje. Y siendo maestro es necesario cuidarlo mucho porque cualquier palabra o frase dicha en un determinado contexto o situación puede llevarte a un malentendido sin quererlo.

No es que me haya sucedido nada malo en mi trabajo por ello ni mucho menos, sigo disfrutando de las clases con mis alumnos de 4º de Primaria y creo que ellos también, pero en el mundo adulto a veces las cosas se complican porque la gente tiene sus circunstancias vitales y cualquier mensaje comunicativo hecho sin la más mínima intención de molestar, acaba originando cataclismos.

Todo esto viene a que a las personas de mi generación nos educaron con el imperativo por delante y lo hemos asimilado en nuestro subconsciente utilizándolo por doquier. Más aún en mi caso, siendo docente, es un tiempo verbal muy empleado. Pero el uso del imperativo implica, en ciertas ocasiones, un dominio sobre el otro, una (valga la redundancia) imposición. No es lo mismo decir: "Aparta" que decir "¿podrías echarte a un lado, por favor?", al igual que tampoco es lo mismo decir "siéntate" que "¿no crees que estarías mejor sentado?".  Sé que muchas situaciones tensas que he vivido han surgido por estos fallos comunicativos. El caso es que cuando te lo dicen a ti es cuando te das cuenta del impacto que tiene en otras personas. Este mediodía lo he vivido con alguien muy querido (y no por ello le voy a dejar de hablar ni a tenérselo en cuenta porque sé que son hábitos muy difíciles de cambiar), pero ha sido la luz que me ha empujado a reflexionar y escribir esta nueva entrada.

En una época de crisis en que todo el mundo está más susceptible sobre todo por la precariedad laboral y la situación económica, cuando hay un "fallo" comunicativo de este tipo saltan chispas. Si a todo eso le sumamos nuestra educación represiva del fin de la dictadura y principios de la democracia en la que el imperativo era el tiempo verbal más utilizado, el cóctel se convierte en explosivo. El caso es que para solucionar estas situaciones el esfuerzo mental es brutal y muchas veces desistimos. Pero es necesario hacerlo. De ahí que todas las recetas que de vez en cuando aparecen en redes sociales, programas de televisión, páginas web, libros de Punset y otros nos vienen bien para mejorar nuestra educación emocional, tan en auge precisamente en estos tiempos de crisis.

Personalmente soy consciente de que en determinados momentos mi tono, mi timbre, mi forma y mi vehemencia al comunicarme pueden generar en mi interlocutor desasosiego, intranquilidad, malestar, disgusto o agresión. Nada más lejos de la realidad. La gente que me conoce sabe perfectamente que nunca hay una mala intención en lo que expreso ni en lo que quiero comunicar. Tampoco voy a ponerme medallas diciendo que soy todo ternura, pero sé que hay cosas que debo corregir, que todos debemos corregir en lo que respecta al lenguaje. Las dos palabras mágicas (por no decir más expresiones) que siempre decimos en los colegios me parece que deberíamos aplicárnoslas todos: "por favor" y "gracias" te abren no sólo puertas en todos los sitios, sino también los corazones de la gente... y las emociones. Biquiños a tod@s en estos días de temporal, ya parecemos peces de tanta lluvia, viento, olas y frío, esperemos que no duren mucho más porque se hace interminable.