martes, 30 de julio de 2013

DESPOIS DA TRAXEDIA

Nun primeiro momento non quixen poñer máis. Agora, 6 días despois e aínda tocados polo accidente de tren de Santiago, haberá que comentar cousas. Todos os informativos cubriron a traxedia, moitas veces sen moito rigor. pero todos destacan unha cousa: a solidaridade dos galegos, dos viciños de Angrois que axudaron durante horas dende o primeiro momento; dos cidadáns que formaron colas para doar sangue; dos FUNCIONARIOS sanitarios, das forzas de seguridade e outros que deixaron as súas folgas e reivindicacións para axudar. Mentres, os políticos, aínda que unidos na dor, buscando xa facer responsable ao maquinista do tren, que foi literalmente asoballado por moita xente. O pobre home asumíu a súa responsabilidade, mais o que non pode ser é que unha vía apta para 200 ou 300 km/h deixe toda a seguridade en mans humanas. Seguro que tamén haberá fallos técnicos.

Pero volvendo ao carácter de nós, os galegos, un familiar meu xa cansou de oir o de que a reacción cidadá foi exemplar. Claro, para un de Madrid (perdón pola citación da capital, non é un desprezo aos madrileños) abraia que exista aínda hoxe o traballo común que durante séculos os galegos fixemos: nas labores agrícolas, no coidado dos montes comúns, unidos nas traxedias cotiás... Ao repicar das campás da igrexa os viciños acudían tanto a un velorio como a apagar un lume no monte oui a unha festa. Ese espírito de comunidade non existe nas grandes cidades, pero os galegos levámolo nos xens.

Sacamos chapapote das nosa costas, apagamos os lumes dos nosos montes, axudamos nas traxedias como a que acabamos de vivir... e o mundo abráiase. Non. Iso é o que hai que facer e non saber quen vive na porta do lado do meu edificio de apartamentos non é o correcto, sempre haberá que tirar dun viciño non só para pedir sal, senón ante unha emerxencia. Non dubido que calquera no noso país, ante unha catástrofe, non se comporte coma nós, exemplos hai como aquel fatídico 11-M onde os madrileños demostraron tamén esa unión e solidaridade. Pero que se faga diso unha grande noticia, paréceme, cando menos, un pouco cuestionable xa que indica un prexuízo ante a nosa condición. Non somos reservados, nin desconfiados, simplemente somos o resultado de moitos séculos de marxinación e de incomunicación co resto do mundo, que nos fixo moito máis solidarios con nós mesmos. En definitiva, somos únicos ;)

Agora toca a investigación, as indemnizacións e asumir o que pasou, tanto para os que perderon familiares como para aqueles que quedaron feridos e nunca olvidarán o 24-X. O feito de ocurrir tamén nunha data tan sinalada fará que cada ano haxa un recordo a esta traxedia. 79 mortos pesan moito e poido comprender como se sinte o maquinista do tren. Por favor, non fagamos del o único culpable desta desgraza, necesita asumir o que ocurriu e aprender a vivir con iso o que lle queda de vida.

Persoalmente, aínda que non coñecía a ninguén que morrese ou ía nese tren (que eu saiba), recibín moitas chamadas e correos electrónicos de apoio. Os perfís en facebook tamén se encheron de símbolos de solidaridade cara toda Galiza e iso sobe o ánimo. En realidade, todos os galegos sentimos que iamos nese tren porque podería pasarnos a calquera de nós. Morreron cidadáns doutros países, mais aquí, na Coruña, houbo un deles, un alxeriano, que tiña un posto na Feira Medieval que se celebrou neses días. El morreu, deixa viúva e cinco fillos e nas rúas da Cidade Vella coruñesa durante a celebración da feira, foi moi recordado. Os mortos non son números, son historias persoais cargadas de recordos, emocións, sentimentos, proxectos... que quedaron tronzados na curva da Grandeira.

A vida segue, hai que repoñerse, custará (e que o diga eu nestes momentos ten o seu aquel), pero a morte é o único que non ten remedio na vida, o resto si. Non será doado, pero agardo que as institucións non esquezan a estas vítimas e as súas familias e que se tomen medidas para que algo así non volva ocurrir.

Por último, a todos aqueles afectados, acompáñovos na dor e agardo que as feridas, tanto físicas como emocionais, curen o máis pronto posible. O apoio de todos os galegos estará sempre aí.


martes, 16 de julio de 2013

HACE 22 AÑOS...

Tal día como hoy, 16 de julio, pero de 1991, fue un día muy importante en mi vida. A las 3 de la tarde y con un calor asfixiante en un aula de la Escuela de Magisterio de Valladolid, me examinaba por primera vez de las oposiciones a maestro por la especialidad de Ed. Musical. Pocos auguraban que pudiese aprobar el temido examen a la primera, pero lo conseguí. Con 21 años ya tenía un trabajo fijo de docente que, si las cosas no cambian en el futuro, continuará hasta mi jubilación.

La alegría entre familiares y amigos fue enorme. Durante los primeros 5 años estuve destinado en tres poblaciones de Castilla y León y Asturias: Ciñera de Gordón, Ponferrada y Tapia de Casariego. Muchos alumnos, ya ahora hombres y mujeres con más de 30 años, pasaron por mis manos, enseñándoles Música y Ciencias Sociales de la extinta EGB. En esos años viví experiencias que me marcaron a nivel personal, la más importante realizar y acabar en 1993 el Camino de Santiago después de 900 kilómetros de recorrido a pie desde Borce (Francia) a Compostela.

También tuve mi primer amor, que duró poco y fue tormentoso, pero allá por 1995 conocí a la persona que cambiaría mi vida para siempre y de la que sigo profundamente enamorado; en 1996 me casé con ella, constituimos una familia y la llevamos adelante. Desde 1997 a 2010, ya en Galicia, pasé por varios colegios y nos establecimos en Padrón, donde nacieron mis hijos. Fueron años muy felices, con nuestros altibajos tanto personales como económicos, la vida misma. Ribeira, Padrón, Catoira y Ordes fueron las localidades donde impartí clase. En Padrón pudimos comprarnos nuestro primer piso y allí conocimos a nuestra segunda familia, con la que nos sentimos queridos y respaldados en las buenas y en las malas. En 2006 nos trasladamos a Coruña y la vida continuó hasta que en 2010 apareció la oportunidad holandesa que dio origen a este blog.

Muchas personas pasaron por nuestras vidas, unas se quedaron para siempre con nosotros y otras no hemos vuelto a saber de ellas. Los que nos quieren siguen estando ahí, especialmente ahora a raíz de lo acontecido hace tres meses. No es fácil resumir en pocas palabras 22 años de tu vida, media vida. Ahora, una nueva etapa comienza para mí, hay dos hijos de los que sentirse orgulloso y por los que hay que continuar haciendo sacrificios para sacarlos adelante. A partir de ahora ya no habrá una posición económica desahogada, pero creo que es importante reconocer que en la vida hay cosas más importantes que lo estrictamente material: el amor, el cariño, que lo vence todo y nos hace personas más felices o por lo menos se intenta. No puedo decir que esté ahora en el culmen de la felicidad porque no es así, pero espero que, por lo menos, pueda pasar otros 22 años de satisfacciones en el trabajo, de alegrías en la familia y de buenos momentos. Sé que, igual que se han ido para siempre personas muy queridas, se irán otros, tal vez incluso nosotros (somos jóvenes y espero que no), pero que habrá una luz que seguir en los momentos duros como el actual.

No me gusta citar nombres de personas que influyen o influyeron en mi vida, han pasado muchas y sería injusto citar solo a unas pocas. Yo sé que muchas de ellas están ahí en estos momentos de inestabilidad emocional, así que hoy este pequeño recordatorio de amistad y afecto va para vosotros: en Ciñera, en Ponferrada, en Tapia, en Padrón, en Catoira, en Ordes, en Holanda y en otros lugares de España sé que hay mucha gente en estos momentos pendiente de mí y de mi evolución. Espero salir adelante, disfrutar de vuestra amistad y de vuestro cariño, hospitalidad y comprensión. Lo intentaré y, como todo sacrificio, espero tener una recompensa, no económica ni mucho menos, sino personal y emocional que me haga ser, todavía, mejor persona de lo que creo ya soy, con mis defectos y mis virtudes que muchos de vosotros habéis aguantado durante todos estos años. Desde aquí, un abrazo a todos.


sábado, 13 de julio de 2013

LO DESCONOCIDO

Hace pocos meses triunfó "Lo imposible", la película sobre el tsunami de Asia de 2006. Después de 13 días en Coruña mi sensación es de entrar en "lo desconocido". Esta nueva vida que tengo que empezar, impuesta y no deseada, es un viaje en muchos aspectos hacia lo desconocido de uno mismo. Tener que vivir algo que no quieres ni deseas y que puede ser evitable (porque en esta vida TODO tiene solución menos la muerte, repito, TODO) te arrima inexorablemente a lo desconocido.

Todo el que haya leído las últimas entradas desde mediados de abril se puede imaginar qué es lo que ha ocurrido en mi vida, no hace falta dar muchos datos. En estos tres meses mi viaje interior me ha dado momentos muy duros, pero también conocimiento de uno mismo y de los demás. Ves tu "mierda", perdonadme la expresión, pero también ves la "mierda" de la persona que está enfrente e intentas salir airoso de cada situación que te deja encerrado en la maraña de emociones negativas que rodean tu circunstancia. No es fácil porque siempre hay algo o alguien que no te deja salir y que quiere que continúes en el martirio, aunque he de decir que también ha habido momentos de luz al final del túnel, que por la longitud parece más largo que el del Canal de la Mancha ;)

La pregunta general es: ¿por qué los seres humanos somos tan complicados? ¿Es tan difícil comunicarse con el otro y entenderse? Desde luego, cometemos errores, pero tenemos la capacidad de perdonar y de corregirnos, la cuestión negativa surge cuando una de las partes en ese proceso comunicativo no quiere y continúa el daño, la flagelación, el dolor. Me he llegado a plantear si realmente existen las personas buenas, las que disfrutan de la vida en el día a día, sin preocuparse obsesivamente de lo material (léase dinero, tecnología, coches, moda...). Personalmente yo siempre me he considerado una persona a la que le gusta hacer el bien, no dañar a nadie y complacer al máximo número de personas posibles. Esto último es un grave error, ya que es el inicio de un fracaso. He descuidado muchas veces el "yo" por atender a los otros, y cuando hablo del "yo" incluyo también a mi familia más directa, que han padecido  muchos de los errores de los que hablé antes.

Pero, ¿cómo salir del bucle? Hay personas que piensan que la mejor manera es con una ruptura completa con tu vida anterior y empezar una nueva. Podrá tener sus ventajas, pero yo no las veo y para mi no vale. Pienso que para afrontar un nuevo futuro hay que dejar muy bien cerrado el pasado. Una persona muy cercana a mí me dijo en este tiempo una interesante metáfora: "Alfonso, borra la pizarra del pasado y empieza a escribir en ella un nuevo futuro". Después de unos días le contesté: "Sí, pero hay que leer y aprender bien lo que estaba escrito en la pizarra antes de borrarla". Otras personas piensan que para salir del bucle hay que hacerlo con una transición lenta pero con pasos pequeños y firmes hacia adelante. Creo que es mejor y yo estoy en ese proceso, con ayuda psicológica y familiar, aunque este camino se está haciendo para mí ya muy largo y extenuante porque se emplea mucha energía y no se obtienen resultados a corto plazo. A pesar de todo, creo que estoy haciendo lo correcto, a veces equivocándome y pidiendo PERDÓN, intentando rectificar y continuar adelante. Para que lo entendáis, estos días hablando con amigos sobre lo que ha pasado les decía: "es como si tengo un accidente y pierdo un brazo o una pierna y tengo que empezar a vivir sin ellos, al principio cuesta, el aprendizaje es lento, hay mucha frustración y se sobreentiende que al final te acostumbras y sigues con tu vida". Yo de todas formas, preferiría haber seguido como hasta abril, pero "lo inesperado" (otro "lo") surgió de la nada y me arrebató mi zona de confort.

Haciendo balance durante estas semanas he oído muchas cosas positivas sobre mí, pero la mayoría referidas a nivel profesional. "Que todo lo que te propones lo consigues" es lo que me ha dicho la persona que cité antes. Sin embargo, a nivel personal y emocional mi percepción general es que mi vida ha sido un auténtico fracaso y esa sensación me persigue desde niño. Me dicen que soy sociable, conciliador y muchas palabras bonitas más, pero en mi interior siento que tengo que pulir muchas emociones, aprender a interesarme por mi "yo" pero sin dañar a los demás porque, en muchos casos, soy consciente de que he hecho daño y lo importante es saber de dónde viene eso, POR QUÉ actúo con irascibilidad en determinadas situaciones y me provoca un malestar psicológico general que hay que arreglar definitivamente. Lo estoy intentando y os pido paciencia, no sé tampoco si podré alcanzar algún objetivo plausible, pero sé que ahí estaréis para recordarme lo que hago mal, de buenas maneras. Seguiré informando de todo este proceso y cuando vea que llega a su fin, intentaré que esa renovación también se vea plasmada en el blog. Besos a todos.


lunes, 1 de julio de 2013

POR FIN, CORUÑA

Ya estoy aquí, definitivamente. Los últimos días en Amsterdam fueron muy emotivos con la gente que me quiere y allí están. También mucho trabajo, nervios, pero por fin el día 29 llegó. Dejar el piso que alquilé hace sólo 3 meses fue una sensación amarga. Era un piso precioso, pensado para una familia de 4, acogedor y en una zona privilegiada. Tampoco olvidaré nunca a Paul, el propietario, que se portó conmigo con una humanidad ante mi situación digna de una persona con una gran personalidad, en otras circunstancias hubises tenido que pagar todo el alquiler de un año aunque no viviese allí, así es Holanda.

Cuando mi "ángel de la guarda" en Holanda vino a buscarme para llevarme a Schiphol y salimos de allí, yo estaba ya muy nervioso, deseando facturar (2 maletas más el equipaje de mano), pasar el control, tomarme un café y esperar. La cola en facturación era extensa y aún tardé un poco, pero la despedida con M. fue muy emotiva, foto incluida, aunque sé que lo veré en verano porque viajará a Galicia. Al despegar el avión las lágrimas inundaron mis ojos, queda mucho mío en los Países Bajos y algo de ellos en mí. El vuelo, por cierto, perfecto, una vez más Vueling se ha portado correctamente y llegó con antelación a Alvedro.

Y evidentemente al llegar y ver nuestra costa, nuestro mar, nuestras "ondas atlánticas" otra vez la emoción. La Torre estaba espectacular, como siempre, vigilando nuestra ciudad. Sabía quién me estaba esperando y al verlo no pude más. Más lágrimas, besos y abrazos porque ya no es la misma situación que siempre y no puedo más que sentir tristeza por cómo han ocurrido las cosas, aún sigo mal y con un futuro muy, muy gris. Mi hijo me traía un mensaje: "Papá, no llores y no te preocupes por nada". Me dio esperanza y ánimo y espero que algún día todo, o por lo menos la mayor parte, vuelva a ser como antes. Se cumple el dicho de que nunca valoras lo que tienes hasta que lo pierdes y en mi caso se cumple al 100 %. 

Todo el mundo me dice que todo se solucionará, que las cosas y el tiempo irá colocando las cosas en su sitio y que todo cambio, por traumático que sea, será para bien. Yo llevo dos meses y medio así, desde que recibí la noticia, y hay momentos en que estoy peor que al principio. No sé cuánto durará el proceso, pero lo que tengo claro es que nunca volveré a ser el mismo que era: optimista, social, confiado, generoso... Me estoy volviendo muy huraño, sin ganas de nada y temo que esto irá a peor porque no avanzo. Me dicen también que piense en mí y en mis hijos, en la gente que me quiere, pero hay momentos en que siento que yo no puedo atenderlos correctamente en mi estado, ya veremos si tampoco puedo dar clase y tengo que coger una baja de larga duración porque no es justo que los niños sufran viendo a su profesor sufrir.

Y lo más triste de todo es estar convencido de que el problema, cualquier problema, tiene solución, pero no se quiere solucionar. Cuando los problemas son entre las personas, hay que sentarse, dialogar y adoptar medidas para solucionarlos, apartarlos de nuestra vida sin solucionarlos lo único que hace es adormecerlos y siempre saldrán de nuevo en el futuro. ¿Por qué los seres humanos podemos ponernos de acuerdo para fomentar la paz y buscar soluciones a los problemas del planeta, po ejemplo, y al mismo tiempo podemos destruirlo todo? Eso también pasa en nuestro microcosmos, en cada grupo humano del cual somos miembros: familia, vecinos, trabajo. Nos podemos amar con locura y nos podemos odiar hasta aniquilarnos. ¿Es tan complicado intentar, al menos, arreglar los problemas y buscar soluciones? Creo sinceramente que no, y ese es el reto, es lo que nos tiene que enorgullecer, no es la meta, es el camino, aunque esté lleno de obstáculos, saber que lo has intentado y que has hecho todo lo posible por salvarlos, tengas o no tengas éxito, llegues o no a la meta.

En fin, que todavía queda mucho proceso, y será eso lo que me tiene que enriquecer, no la meta que alcance porque, para mí, en estos momentos, no existe meta. Espero que todos tengáis también esa luz para verlo claro, si os sobra, pasadme una poca que me ilumine el camino, por favor. Besos a todos

Por cierto, esta es la entrada 300 del blog, no está nada mal, ¿verdad? Y continuará... espero