Esta es una de las palabras mágicas en Holanda. No creo que no haya un solo holandés y muchos extranjeros que no sepan lo que realmente significa esta vocablo. La vida de muchos de los habitantes de este país está ligada a su "chipkaart", entre ellos yo. Pero es que no me resisto a contados lo que me ha pasado en las últimas semanas con la dichosa tarjetita de una compañera que ya está de vuelta en España. Simplemente una más de las incongruencias de estas mentes pensantes holandesas que a alguno había que darle dos bofetaditas y despertarlo al mundo porque lo primero que piensas es que son cortos, muy cortos.
El caso es que debe ser la oscuridad del cambio de hora. Pelocha le ha encontrado ventajas, pero me da que en estas fechas a los holandeses se les aletarga la mente y no dan más de sí, tal y como exponen en sus blogs los amigos que nos leemos todos los días por tenernos enlazados. ¡Pues no voy a ser yo menos! Me toca contaros.
La "chipkaart" es un sistema de pago en el transporte público holandés que te da descuentos... si funciona bien y la usas sin equivocarte. No deja de ser un monedero electrónico de transporte. Ya expliqué hace muchos meses su funcionamiento, pero el problema surge cuando quieres cancelar tus abonos, así que os paso a contar la odisea que pasa una compañera que ya no está aquí y que me salpica a mí.
La historia comienza hace más o menos un año. Mi compañera me pidió ayuda para hacer la solicitud de la "chipkaart" por Internet ya que urgía por el tema del descuento en el tren. Como aún no tenía cuenta corriente holandesa pusimos la mía y me pagó. Hasta ahí sin problemas. La usó todo el curso, la vas recargando y hace unos días volvió a Holanda a recoger cosas que había dejado en casas de amigos. Le recordé lo de anular la chipkaart para que no le pasasen el abono. El caso es que fue a preguntar para hacerlo en la estación del tren y le dijeron que tenía que dirigirse al servicio de atención al cliente, bien por teléfono (holandés, claro) o por correo postal, NO HAY CORREO ELECTRÓNICO. Total, que escribió una carta pidiendo la anulación y dejó a una conocida que habla en holandés al cargo de la cancelación.
Pues bien, estando de vacaciones en España me llama esta amiga suya y me explica que, al haberse hecho el abono en mi cuenta, no pueden cancelarlo, que tengo que llamar YO. Primera incongruencia: si yo le digo a un amigo holandés que llame por mí y diga mis datos, listo. El caso es que me armé de valor y llamé yo, explicándome en inglés. Le cuento al hombre, señor, muchacho, joven... la situación, me pide los datos de la tarjeta de mi compañera, se los doy, me pide los míos y cuando ya esperaba que estaba todo listo llega la respuesta más ilógica: tengo que tener YO la tarjeta de mi compañera, ir a una de las máquina de tickets de tren y anular el abono yo mismo. Es decir, algo que podría haber hecho mi compañera perfectamente mientras estuvo aquí lo tiene que hacer el propietario de la cuenta a la que va el abono, curiosamente sin dar ningún dato de la misma o del banco en la que la tengo. ¿Habéis visto cosa más insólita, absurda, ilógica y todos los adjetivos que queráis?
Total, que la tarjeta la tiene la amiga holandesa de mi compañera y me la mandará al Consulado, pero estoy más que seguro que no podré hacer yo el trámite y me cargarán los 50 euros del abono, si no al tiempo. Tengo hasta el 21 de noviembre de plazo, pero me temo lo peor, así que ya os contaré.