lunes, 28 de mayo de 2012

NO HAY QUE SEGUIR AL REBAÑO

Y esto lo digo turísticamente hablando. En un fin de semana largo y de mucho calor no queda más remedio que salir de casa y explorar, ya que este tiempo "lekker en gezellig" así lo pide. Ayer domingo me dirigí, cual oveja en el rebaño, a una de las atracciones turísticas más visitadas de Holanda, el conjunto de molinos de Kinderdijk (Patrimonio de la Humanidad). Después de clavarte 6 euros por ver un vídeo y visitar un molino por dentro, paseo por el canal donde están situados el resto de los molinos, fotos de rigor y mucha, mucha gente, no sólo turistas, sino también holandeses en bici y familias disfrutando de todo lo "lekker en gezellig" que estaba el día. No está mal, pero molinos hay en toda Holanda y como están más allá de Rotterdam pues no creo que vuelva, a pesar de que el tren rápido era ayer sin suplemento y el transporte interurbano "gratis, menheer"



Para aprovechar el día pasé la tarde en Rotterdam y me gustó más, ya que descubrí rincones con encanto y subí a una de las torres más famosas de Europa, el Euromast. En un lugar como este te puedes encontrar gente muy variopinta, desde un grupo de mujeres musulmanas abrigadas hasta el cuello hasta un grupo de orientales que se pusieron a rezar desde las alturas moviendo las manos en las que tenían algunos objetos de rezo de tipo budista (cuentas y campanillas). Mi curiosidad era tal que le pregunté por qué rezaban y una de ellas me contestó "por la bendición para esta ciudad". Al margen de esta anécdota, las vistas desde los distintos cuerpos de la torre (en el último subes a una especie de platillo volante que va girando sobre la estructura de la propia torre regalándote una vista de 360º durante varios minutos) son espectaculares, todo el puerto de Rotterdam, su área metropolitana y al fondo hacia el norte, La Haya (Den Haag, para los neerlandeses). Mereció la pena.



Pero la visita que más me gustó fue la de hoy. Podría deciros que ha sido el espacio cultural más bonito que he visto en mis dos años aquí. Ya el año pasado quise verlo, pero no pude acceder a todo el recinto porque sólo abría en horario de  primavera-verano. Se trata del Zuiderzee Museum, en la localidad de Enkhuizen, situada a orillas del antiguo "mar del sur", hoy IJsselmeer. Este museo quiere mostrar la vida de los pueblos pescadores del antiguo mar que quedó convertido en lago cuando se construyó el dique de cierre con el Mar del Norte. Pero lo han hecho tan bien que hay una parte exterior, la que visité hoy y que el año pasado estaba cerrada, que es un auténtico museo vivo. Se conservan las casas tal y como eran en el s. XIX y primeros años del XX, pero también las tiendas y los oficios, pudiendo realizar esos oficios con gente que se dedica a ellos y que desarrollan su trabajo de manera tradicional, incluso en su vestimenta. está adaptado a todo el público, especialmente a los niños, que realizan cualquiera de estas actividades. En estos pueblos, por ejemplo, se ahumaba el pescado. Pues puedes ver el proceso real con pescado de verdad que luego te puedes comer allí mismo; hay incluso una lavandería comunitaria con lavadoras de época impulsadas por energía obtenida del vapor del carbón, viendo allí al encargado usando esa máquina de vapor que da la energía a las otras, haciendo la colada.



Otras actividades que observé fueron: hacer cuerdas de forma artesanal, de tal manera que luego el niño o la niña puede usar para jugar con ella a la comba, vestirse con ropa tradicional holandesa (zuecos incluídos) para luego hacerte un retrato familiar de época por un fotógrafo profesional; jugar a los juegos tradicionales holandeses en la plaza anterior a la iglesia, construir tu propio barco de juguete con un zueco al que le pones velas para luego echarlo a un canal... Os aseguro que los niños disfrutaban de lo lindo y los mayores también, a mi me pareció lo mejor que he visto en museos en este país, al que hay que reconocer que para darle un sentido didáctico a sus ofertas culturales son unos genios. Además, el día acompañaba, así que desde que entré más o menos a la 1 y media de la tarde, y después de comer en uno de sus lugares de restauración, hasta que salí en barco hasta la estación a las 4 y media, fueron tres horas que disfruté al 100 %; si vas con niños tardarás más pero merece la pena, sin duda.

Además, el entorno es muy bonito, fuera de las grandes atracciones turísticas. El tren llega desde Amsterdam al final de la línea y allí puedes coger un pequeño barco que te deja en las puertas del museo, recorres toda su extensión, disfrutas de la información y de las actividades, comes y te vuelves a la estación de nuevo en el barco. Por lo que leí, el proyecto del museo se aprobó con la unanimidad de varios municipios costeros que donaron algunas de sus casas tradicionales. En algún caso fueron llevadas hasta allí en grandes transportes, otras fueron rehabilitadas, se conserva hasta el más mínimo detalle de su decoración, tanto de las casas particulares como las de los comercios, puedes comprar algunos de esos productos (en la panadería, en la quesería, en la farmacia, donde venden caramelos balsámicos y las famosas pastillas de regaliz que tanto gustan aquí...), ves la herrería, la cestería, la tonelería... En fin, un 10 para este espacio del que deberíamos aprender mucho en España.




Y nada más por ahora, a pesar de que me gustó mucho el museo, es en estos momentos cuando echo más de menos a los míos, sobre todo a los niños. Cuando visito algo solo y veo a las familias juntas disfrutando del entorno me entra cierta envidia y nostalgia, pero bueno, son las cosas de este período en el exterior, no siempre tus compañeros están disponibles para quedar y los amigos holandeses tampoco, pero  siempre hay que buscar la alternativa y ver las cosas positivas que puede tener la soledad, aunque haya momentos un poco "cuesta arriba". Queda poco, en un mes ya podremos disfrutar de las vacaciones, pero con mucho trabajo administrativo por delante. ¿Cómo es posible que en la era de Internet se hagan más papeles que hace 10 o 20 años? Síntoma de que algo falla en nuestra administración... ¿o será la crisis?

1 comentario:

  1. Te falta atravesar el dijk hasta flevoland, un día con sol, sólo viendo agua azul y miles de cisnes, gansos en un lado mientras el otro está plagado de veleros de todo tipo.Y llegar al museo de la contrucción de los diques, ir al parque natural alucinante con una gran variedad de aves (si te gustan) y llegar, pedaleando si tienes mucha resistencia atravesando el siguiente dique, al "triángulo de oro", pasando por Almere (que si te gusta la arquitectura moderna, no te defraudará el centro y el concepto de centro comercial a lo bestia)..de ahí a Naarden que es precioso, Amersfort una pequeña joya.Por cierto, en lelystad, la capital de Flevoland, está Batavia, un enorme centro comercial de ropa outlet de todas las marcas con buens precios todo el año- especialmente en época de rebajas-, para equipar a la familia y dando un bonito paseo. Por si te interesa algo menos cultural.
    Pero estoy de acuerdo en que Rotterdam que no es vendida como algo turístico, si lo comparas a Amsterdam, esconde verdaderos tesoros...
    A disfrutar!!!

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